La crisis rescata la Tasa Tobin con defensores de peso
Obama, Brown, Sarkozy, Merkel, el Parlamento Europeo,… En los últimos tiempos han surgido apoyos de mucho peso a la idea de gravar las transacciones financieras para frenar la especulación. La idea de la llamada Tasa Tobin surgió en 1978 y fue abrazada con fuerza por ONG´s y activistas que defendían otra globalización. Ahora la crisis económica la ha rescatado. Ya no se ve sólo como una utopía sino como una medida correctora de los abusos. Aunque la comunidad internacional se plantea matices a la propuesta original.
En 1978 el ya fallecido economista norteamericano James Tobin propuso fijar un pequeño impuesto -de 0,1% a 0,25%- a todas las transacciones realizadas en los mercados internacionales de divisas. La medida estaba pensada para lograr dos objetivos: frenar la especulación y evitar burbujas echando un poco de ??arena al engranaje del mercado?. Y por otro para que en caso de crisis las autoridades pudieran aumentar las tasas sobre las transacciones financieras para evitar la huida de capital.
De paso también aumentaría la recaudación de fondos públicos. Ese es el aspecto de la Tasa Tobin que más sedujo al movimiento alterglobalización… y quizá también el que, en la actual coyuntura de crisis económica, ha convencido a la comunidad internacional y a expertos economistas.
Se estima que el importe recaudado podría oscilar entre el 0,6% y el 1% del PIB mundial, que supondría entre 300.000 y 700.000 millones de euros anuales. Estos fondos podrían destinarse a financiar la ayuda al desarrollo -como sueñan las ONG´s- o cualquier tipo de servicio público.
Aunque la aplicación de la Tasa sigue teniendo detractores y obstáculos técnicos, en los últimos tiempos se han multiplicado los defensores de la medida. Hay políticos, economistas, investigadores…
El Reino Unido ha sido el gran «rescatador» de la Tasa Tobin. Adair Turner, el presidente de la Autoridad de Servicios Financieros, sorprendió al mundo hace unos meses al afirmar que sería una buena idea. Y el primer ministro Gordon Brown se ha convertido en uno de sus mayores defensores. De hecho está convencido de que será una realidad y se atreve incluso a decir que de la próxima reunión en junio del G20 en Canada, podría salir ya una primera version.
Barack Obama apoyó indirectamente la idea de un impuesto en julio pasado y a principios de este 2010 ha defendido una serie de tasas a la banca, por distintos motivos, uno de ellos las «primas obscenas».
La UE apoya en bloque la medida. Nicolas Sarkozy por ejemplo ha declarado que «los bonus sólo pueden gravarse si se gravan a ambos lados del canal de la Mancha. Deseamos y esperamos que el resto haga lo mismo porque estamos en un mundo globalizado». Angela Merkel promueve un acuerdo internacional.
El Parlamento Europeo aprobó una resolución el pasado 11 de marzo con el objetivo de impulsar un debate para establecer una tasa sobre las transacciones financieras internacionales.
Lula Da Silva no solo apoya la Tasa sino que ha adoptado unilateralmente la misma en Brasil para frenar la revalorización de su moneda. En Latinoamérica también están a favor de gravar las transacciones financieras Nestor Kirchner y Hugo Chavez.
Más de 300 economistas de todo el mundo, Jeffrey Sachs entre ellos, han firmado una carta en apoyo a la creación de un impuesto sobre las transacciones financieras. Lo han llamado la tasa Robin Hood y es una variante de la Tasa Tobin. Serviría para que la banca compensara a la sociedad por haber causado la crisis y para combatir la pobreza y preservar el medio ambiente.
Avinash Persaud, un ex operador de los mercados y presidente Intelligence Capital Ltd una consultora financiera, escribió en el Financial Times que tal como está integrado hoy el sistema financiero mundial la aplicación de la Tasa Tobin sería más fácil que nunca desde el punto de vista técnico. Otros intelectuales y economistas se han sumado a esta corriente.
En España, la posibilidad de aprobar la Tasa Tobin se debatió en el Congreso el pasado 16 de febrero a propuesta de Joan Herrera de ICV. La idea era penalizar hasta en un 80% el valor de las transacciones en el caso en que provoquen «alteraciones importantes» de las cotizaciones. Sin embargo apenas logró el apoyo de 15 diputados. PSOE, PP y CIU votaron en bloque en contra.
El Instituto Cervantes ha publicado recientemente un estudio sobre la viabilidad de la Tasa Tobin. Carlso Garcimartín considera que es un impuesto que se enfrenta a «graves dificultades técnicas y que exige una gran coordinación internacional. Existen ya figuras impositivas nacionales que podrían cumplir dicha tarea de un modo más sencillo». También recalca los obstáculos políticos y cree que sería mejor comenzar por «un grupo reducido de los principales protagonistas de los mercados financieros internacionales e incorporar posteriormente a otras naciones».
La ONG Transparencia Internacional también defiende la Tasa. Uno de sus dirigentes, el catedrático de Economía Jesus Lizcano, publicó un artículo en El País sobre una «hoja de ruta» para implantarla.
La asociación ATTAC (Asociación por la Tasación de las Transacciones y por la Ayuda a los Ciudadanos) creada en 1997 por Ignacio Ramonet, editor de Le Monde Diplomatique, para promover la Tasa Tobin, sigue defendiéndola y ha desarrollado otras propuestas de redistribución de riqueza.