La salud mental de las mujeres se ha visto más afectada por la pandemia
La covid-19 ha golpeado a la práctica totalidad de los países del mundo. El desconocimiento ante la nueva enfermedad y las altas tasas de mortalidad y contagio generaron incertidumbre e inquietud en la población. Pero además han provocado la aparición de malestar psicológico, incluyendo síntomas depresivos, angustia emocional, insomnio, ansiedad y sentimientos de soledad. Y ahora se esté viendo que el daño ha sido desigual en función del género y las mujeres podrían sufrir un mayor impacto emocional negativo durante el confinamiento por la covid-19 que los hombres, debido a la enorme carga de trabajo físico y mental que asumieron.
Carlos Ruiz-Frutos, Universidad de Huelva; Carmen Rodríguez-Domínguez, Universidad Loyola Andalucía; Juan Gómez Salgado, Universidad de Huelva; Juan Jesús García Iglesias, Universidad de Huelva; Mónica Ortega-Moreno, Universidad de Huelva y Regina Allande Cussó, Universidad de Sevilla
La covid-19 ha afectado, con mayor o menor intensidad, a la práctica totalidad de los países del mundo desde su primer caso en Wuhan (China) en noviembre de 2019. El desconocimiento ante la nueva enfermedad, así como las altas tasas de mortalidad y contagio, han provocado un aumento de la preocupación por el contagio en la población. Todo esto ha provocado la aparición de malestar psicológico. Además, la situación excepcional de confinamiento ha conllevado importantes implicaciones psicológicas, incluyendo síntomas depresivos, angustia emocional, insomnio, ansiedad y sentimientos de soledad.
Por otro lado, la propia evolución epidemiológica también ha aumentado considerablemente la necesidad de atención y cuidados en salud, tanto dentro como fuera de los hogares. Aquellas personas que trabajan formalmente fuera del domicilio familiar y que tienen personas dependientes a su cargo pueden ser consideradas como uno de los colectivos más afectados por la sobrecarga durante el confinamiento.
Generalmente esta dualidad de roles recae sobre la mujer, por lo que estas podrían sufrir un mayor impacto emocional negativo durante el confinamiento por la covid-19 que los hombres, debido a la enorme carga de trabajo físico y mental que podrían estar asumiendo.
En este contexto, algunos estudios ya han informado sobre las diferencias entre hombres y mujeres en relación al impacto psicológico de la pandemia y la presencia de síntomas de ansiedad y depresión. A este respecto, el impacto emocional de la pandemia por la covid-19 debe estudiarse bajo la perspectiva social y de género.
El 70 % de las tareas de cuidado recae en las mujeres. Con el estado de alarma y el confinamiento, y el consiguiente cierre de los centros educativos, esta cantidad se vio incrementada. Dicha situación, sumada al teletrabajo en el propio domicilio, provocó una sobrecarga emocional en la población. En este sentido, no se puede obviar que del total de profesionales sanitarios que prestan asistencia en hospitales, centros de salud y centros sociosanitarios, que en España son en un 84 % mujeres.
El sentido de la coherencia
Por otro lado, es conocido el papel de ciertas variables moduladoras o amortiguadoras del impacto psicológico en situaciones de emergencia o catástrofes. Por ejemplo, las estrategias de afrontamiento, resiliencia y recursos y mecanismos personales y del entorno. Una de estas variables es el “sentido de coherencia”, que es la capacidad del ser humano de responder de forma adaptativa ante situaciones estresantes, así como una predisposición a evaluar las circunstancias de la vida como significativas, predecibles y manejables.
Ante una pandemia como la que nos ocupa, es necesario atender tanto al impacto de la misma en la salud mental de la ciudadanía como la posible mediación de factores como el sentido de coherencia, muy relacionado con afrontamiento y el bienestar psicológico, a fin de mostrar una visión más completa del afrontamiento de tales circunstancias estresantes en hombres y mujeres.
Los resultados han demostrado que las mujeres presentan un mayor nivel de malestar psicológico durante la pandemia en comparación con los hombres (5,35 puntos sobre 10 entre las primeras y 3,80 puntos sobre 10 entre los segundos). En esta línea, los hombres ofrecieron mayores niveles de sentido de coherencia, lo que podría reflejar una mayor capacidad de respuesta a situaciones estresantes que las mujeres.
No obstante, cabe pensar en la posibilidad de que otros factores como la “doble presencia” de la mujer pudiera estar influyendo. Factores como el tener que compatibilizar las demandas de cuidado de la familia junto con las del trabajo pudieran incidir sobre este resultado más desfavorable para el grupo de las mujeres. Además, ellas presentan una mayor preocupación por enfermar e infectar a otras personas y menores niveles de salud autopercibida.
En este sentido, tanto el confinamiento como las circunstancias que rodean la pandemia provocada por la covid-19 podrían tener un fuerte impacto sobre el nivel la salud mental de la población general y de las mujeres residentes en España, en particular. Además, también refleja que las mujeres, cuyo grupo se encuentra al frente de los cuidados a personas menores, mayores y dependientes, están padeciendo en mayor medida los efectos de esta crisis sanitaria, social y económica.
Finalmente, estos resultados ponen de manifiesto la necesidad de promover políticas sociales e intervenciones específicas en salud pública, bajo la perspectiva de género, con el objetivo de intervenir desde una perspectiva multidisciplinar sobre el impacto de la pandemia en la salud mental de la población, y evitar con ello exacerbaciones y situaciones de riesgo psicosocial.
Carlos Ruiz-Frutos, Profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Huelva; Carmen Rodríguez-Domínguez, Profesora Ayudante Doctora. Departamento de Psicología, Universidad Loyola Andalucía; Juan Gómez Salgado, Profesor de Salud Laboral del Departamento de Sociología, Trabajo Social y Salud Pública, Universidad de Huelva; Juan Jesús García Iglesias, Profesor del Área de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Huelva; Mónica Ortega-Moreno, Dra. Estadística, Universidad de Huelva y Regina Allande Cussó, Profesora Asociada en el Dpto. de Enfermería, Universidad de Sevilla
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.