El sabotaje aéreo tiene nombre de bebé: Alexandra
Estefanía, con 19 años, es la madre de una bebé llamada Alexandra. Ayer estaba previsto que madre e hija volaran de Canarias a Málaga para someter al bebé a una operación, el domingo, de un tumor de estómago. No pudo. Por la tarde contó en la Cadena Ser que el sabotaje de los controladores aéreos había cancelado el vuelo y dinamitado sus esperanzas. El retraso obligaba a la madre a empezar de nuevo el proceso, la lista de espera, etc… y confesaba que no sabía si para cuando pudieran operarla finalmente el tumor se habría extendido.
Alexandra de 4 meses es el rostro de lo que ha ocurrido, el nombre que retrata la formidable irresponsabilidad de paralizar el espacio aéreo de un país.
Que los planes de reencuentro, laborales o de vacaciones de 250.000 personas se vean afectados es una muy mala noticia, pero parece infantil tener que recordar que a los inconvenientes que se provoca a miles de personas hay que sumar un buen número de casos médicos, de urgencias, de gente en tránsito que tiene patologías, de niños que viajan solos, de mayores que no entienden el idioma, de inmigrantes que compraron un billete que las compañías no tienen la obligación de pagar ahora, de envíos urgentes, etc…de situaciones inimaginables.
Por eso, la inconsciencia de los controladores saboteando un servicio tan básico como el aéreo debe ser castigada con la mayor contundencia posible. Esto no ha sido una reivindicación laboral, ha sido un simple sabotaje contra el país, y además un chantaje para proteger sueldos propios de una casta superior.
Cabe preguntarse, sin embargo, que llevó a AENA a confiarse tras el último enfrentamiento con los controladores , ¿Por qué no impartió los cursos de capacitación a los militares para que puedan operar las torres de control de Barajas, Mallorca o Barcelona? A falta de los mismos lo único que pueden hacer ahora es imponer su autoridad sobre los civiles, que será respetada o no por los controladores, y sancionar según el código militar… pero de tomar el control y devolver ellos mismos cierta normalidad al espacio aéreo nada de nada. Siempre dependerán de la voluntad de los controladores civiles.
Ayer en la Ser, durante la tertulia de Hora 25, pusimos el foco con insistencia sobre el caso de Estefanía y su bebé Alexandra. A los pocos minutos el Ministerio de Leire Pajín llamó a los productores de la emisora. Desde Sanidad trataron de hacerlo sin afán de notoriedad, para obtener los datos de Estefanía y su bebé y prestarles ayuda.
Lo cuento, como lo contamos anoche, porque habitualmente ponemos el objetivo sobre los políticos y las autoridades y me parece de justicia reconocer esa llamada. Porque Alexandra no era, seguramente, la única persona con graves dificultades ayer, pero retrata muy bien tantas cosas…