Hay muchas dudas y un debate contínuo sobre los beneficios económicos de organizar unos Juegos Olímpicos. Uno de los mayores problemas es que parece virtualmente imposible saber el coste real de celebrar unos JJOO, pero diversos estudios ofrecen datos y variables que permiten hacerse una idea de su impacto y de si han resultado rentables o no para la ciudad organizadora. (Foto: Flickr/Fallingangel)
Optar a los JJOO, produce beneficios cuantificables: Uno de los más llamativos es el de Rose y Spiegel de 2011 que revela que los países que acogieron los Juegos Olímpicos entre 1950 y 2006 registraron un aumento del 30% en el comercio internacional. Aunque apuntan que los países cuyas ciudades también optaban a organizar los JJOO obtuvieron un incremento comercial similar. Es decir simplemente diseñar y presentar una candidatura consistente provoca beneficios cuantificables.
Esta tesis es recogida en medios extranjeros como el Huffington Post que incluso entrevista a Andrew Rose, uno de los autores del estudio: «No hay manera de que ser sede olímpica sea en favor del interés nacional, pero sí puede serlo optar a los Juegos». Pero el artículo apunta: «Según la investigación de Rose, los países que acogieron los Juegos Olímpicos entre 1950 y 2006 registraron un aumento del 30% en el comercio internacional gracias a las medidas que tomaron mientras estaban tratando de impresionar al COI.
Pero el texto añade: «Puede sonar como un buen argumento para ser sede, si no fuera por el hecho de que los países que optaron a ser seleccionadas registraron un impacto económico `casi tan grande´ como el que produjo la organización real de los juegos. El resultado positivo para las ciudades subcampeonas refleja la naturaleza del proceso de candidaturas olímpicas, según Rose. En la campaña que se prolonga durante varios años, los países en general, toman medidas productivas para abrir y modernizar sus economías.»
Los resultados económicos son inciertos, en caso de celebrarlos. Pero el debate sobre si ser sede olímpica es rentable es mucho más amplio. El economista Gerard Llobet explicaba en el blog Nada es gratis: «Organizar unos Juegos Olímpicos es, probablemente junto con la construcción del AVE, uno de los mejores ejemplos de diferencias de opinión entre los políticos y ciudadanos por un lado y economistas por el otro. Mientras que los primeros están a favor, los economistas tienden a manifestarse en contra.»
Y cita un estudio de Baade y Matheson de 2002 que «estima que el ayuntamiento de Atlanta y el estado de Georgia gastaron cerca de 1.600 millones de dólares en los Juegos de 1996 creando un máximo de 25.000 puestos de trabajo permanentes. Es decir, cada puesto de trabajo costó más de 64.000 dólares. Y Madden (2006) estudia el efecto de los Juegos Olímpicos de Sidney sobre la economía australiana. Aunque tuvieron un efecto positivo sobre el estado que los albergó, el efecto total sobre la economía del país fue negativo.»
Al final, los gastos son mayores de lo presupuestado. Otro apunte económico importante es la tendencia de todos los Juegos Olímpico a terminar costando el doble de lo presupuestado. Londres 2012 incluso lo triplicó. Una investigación de Joan Pasqual, Eloi Serrano y Francesc Trillas para la cátedra Pasqual Maragall de la Universidad de Barcelona, lo razonaba asi: ??Si la ciudad gana la candidatura, no hay marcha atrás y la presión va en la dirección de gastar dinero para asegurarse que los juegos van a dar una imagen positiva.»
(Foto: Flickr/Kebrantin)
Hay de todo: fracaso económico y éxito económico: Hay consenso en que algunos eventos fueron un éxito (Los Angeles 84, Barcelona 92, Sidney 2000) y otros un fracaso (Montreal 76, Atlanta 96 y Atenas 2004). Los de Barcelona se suelen poner como ejemplo. Existe un estudio que evalúa su impacto. ?ste incluyó una transformación urbanística, un escaparate hacia el mundo para la ciudad y el país, un éxito organizativo y deportivo y un aumento de turistas e inversión extranjera. Todo eso por una inversión entre los 6.000 y los 10.000 millones de euros.
Los últimos JJOO de verano celebrados, Londres 2012, están empezando a revelar su balance ahora. La percepción es que fueron muy costosos , la inversión asecendió a 11.000 millones de euros, pero «valió la pena». Asi lo estiman al menos hoy el 75% de los británicos.
También hay efectos derivados: autoestima y patriotismo. Provocó una ola de patriotismo y subida de autoestima en el Reino Unido -también sumido en la crisis- y algunos efectos positivos que están empezando a dar la cara ahora. Asi si durante la celebración de la Olimpiada, Londres registró hasta un 5% menos de turistas de lo normal, en este 2013, la Oficina Nacional Estadística revela que el primer semestre del año marcó un récord de ingresos procedentes del turismo exterior (10.202 millones de euros, con un aumento del 11%) tras la visita de 15,24 millones de foráneos.
Existe otro estudio, «El impacto de los Juegos en las sedes Olímpicas«, del Director del Centro de Estudios Olímpicos en la Universidad de Nueva Gales del Sur Richard Cashman, que valora el calado de unos Juegos en cuatro periodos: la candidatura, los siete años hasta la organización, la celebración en si y la etapa posterior a los Juegos.
Y se apunta: «Históricamente, ha habido una atención inadecuada a la planificación para la etapa después de los Juegos y su legado. Las sedes se centran en ganar la candidatura, en la planificación de los Juegos y su puesta en escena. Uno de los aspectos más importantes es decidir qué se debe hacer con la infraestructura de los Juegos, sobre todo los nuevos espacios creados para la ocasión. Más atención debe prestarse para ver si se puede dar algún beneficio a los recintos olímpicos.»
El olímpico es el proyecto más imprevisible y peligroso del mundo porque el sobrecosto de las obras suele ser enorme, pero también conlleva grandes oportunidades de efectos positivos. Como afirma un estudio muy citado, el de Flyvbjerg y Stewart para Oxford en 2012, José María Ezquiaga lo resume así: ??Varias ciudades perdieron dinero organizando unos Juegos, pero les mereció la pena porque lanzaron un proyecto que a la larga ha sido muy positivo.» Pero ese efecto positivo a largo plazo depende en gran medida de la gestión del proyecto antes, durante y después.
(Foto: Flickr/DCMS)