Richard Cohen: «Los países tienen doctrinas. La Unión Soviética tuvo la Doctrina Brezhnev y los Estados Unidos tuvieron la Doctrina Monroe, entre otros. Hasta el minúsculo Israel tiene una. Yo la llamo Doctrina A Lo Mejor el Perro Habla, y se apoya en un relato del rabino que alcanza un acuerdo absurdo con un tirano: si el tirano salva la vida a la población judía local, el rabino enseñará a hablar al perro del tirano. Cuando el rabino cuenta a su mujer lo que ha hecho, ella le llama loco. Pero, dice él, «Un año es mucho tiempo. Dentro de un año, el tirano podría fallecer o yo podría morir» — y aquí le enseña a ella su sonrisa pícara de rabino — «O a lo mejor el perro habla».
Toda clase de personas — intelectuales de la defensa, mandos militares y hasta el presidente de los Estados Unidos — o no ha oído hablar de la Doctrina A Lo Mejor el Perro Habla o no reconoce su importancia. (Fue citada por un mando israelí). Tanto Barack Obama como el General Martin Dempsey, jefe del estado mayor de la defensa, han caracterizado cualquier tentativa israelí de alterar el programa nuclear iraní como una cuestión cortoplacista. Una incursión israelí «no alcanzaría sus objetivos a largo plazo», decía Dempsey en la CNN — y claramente tiene razón.
Pero Israel también tiene un objetivo cortoplacista — y es el de ganar tiempo. Israel destaca que su ataque en 1981 a un reactor nuclear iraquí retrasó el programa de Saddam Hussein — y ello no dio lugar a alguna clase de represalia masiva. Algo parecido sucedió con el bombardeo en 2007 de unas instalaciones sirias. Ninguna de las operaciones se concibió como solución a largo plazo, pero ambas lograron objetivos a corto plazo. En cuestión de un año o dos, muchas cosas podrían cambiar en Oriente Próximo. La región está patas arriba. Hay perros parlantes por doquier.
Una nota de exasperación puede detectarse en gran parte de lo que se escribe de Israel: ¿Por qué no puede hacerse a la idea simplemente? ¿Qué tendrá de malo la contención? Funcionó con la Unión Soviética. Ha funcionado con Corea del Norte. Pakistán tiene bombas a montones, pero nadie se mete en refugios subterráneos. ¿En qué sentido es diferente Irán?
Irán es diferente porque ha amenazado a Israel explícitamente. Es diferente porque financia a Hezbolá en el Líbano y a Hamás en la Franja de Gaza, grupos terroristas los dos con debilidad por defender el proyectil puntual lanzado contra Israel. Irán es diferente porque actúa de forma irresponsable, planeando hace nada asesinar al embajador saudí en Estados Unidos. Esto son los entrantes — y son muy, muy siniestros.
Para entender la tesitura de Israel, el libro que hay que leer es «Start-up Nation», de Dan Senor y Saul Singer. Los dos se sitúan a la derecha política, pero su libro no trata de política ni de asentamientos ni de cosas así. Trata de economía. Israel tiene una economía que va a toda pastilla con un sector tecnológico puntero fabulosamente vibrante. Las estadísticas sobrecogen. Por ejemplo, Israel, con menos de 8 millones de habitantes, sólo es superado por América en empresas que cotizan en el NASDAQ — por delante de la India, de Corea del Sur y hasta de China. El recurso natural israelí por excelencia es la materia gris.
El talento, sin embargo, es móvil. Puede embarcar en un avión y mudarse. Puede venir a Estados Unidos donde los israelíes, casualmente, proliferan por todo Silicon Valley. Todo el mundo tiene cifras distintas, pero hay al menos 250.000 israelíes residentes en Estados Unidos — puede que muchos más. Es una porción significativa de la población israelí. Estos israelíes residen en América por un amplio abanico de razones — la educación, el empleo, etc. — pero a algunos de ellos les puede interesar el hecho de que no hay ningún sitio en América donde lluevan misiles ni proliferen a su aire los terroristas. Si Israel pretende conservar su talento, tiene que brindar un clima seguro y protegido.
Mientras Irán financie a los grupos terroristas anti-israelíes, Israel seguirá siendo — en alguna medida u otra — un sitio peligroso. Un Irán con armas nucleares se convierte en un garante mucho más contundente de sus satélites terroristas — puede que también en uno más audaz y con menos escrúpulos. La vida cotidiana se vuelve menos segura. A principios de este mes, los proyectiles alcanzaron municipios del sur de Israel. De haber sucedido en Estados Unidos, estaríamos en guerra. El motivo de que se espere que Israel viva bajo tales condiciones como si tal cosa se me escapa.
Las sanciones podrían hacer que Irán abandone su programa militar nuclear, si es realmente a donde se dirige ahora. Pero los críticos del enfoque israelí han de entender que el programa nuclear de Irán pinta distinto visto desde Tel Aviv que desde Washington. A largo plazo, un ataque israelí a Irán no logra nada. A corto plazo, podría lograr muchísimo.»
Richard Cohen
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