El diario francés se hace eco de como en España una parte del movimiento 15M está llevando a cabo movilizaciones contra las expulsiones de pequeños propietarios que no pueden hacer frente a sus hipotecas y corren en riesgo de encontrarse en la calle. Libertation cree que estas acciones han dado un nuevo impulso a los Indignados e incluso está influenciando el discurso de los politicos.

Indignados paralizando un desahucio
(Foto: Flickr/Jordi Ferrer-Beltran)

El artículo que firma Emmanuelle Steels explica: «Durante los últimos días, la plataforma de las personas afectadas por las hipotecas han impedido en Madrid tres expulsiones de pequeños propietarios que contrataron hipotecas en condiciones asfixiantes. Las órdenes de desalojo de estas personas fueron temporalmente suspendidas por la justicia, Este colectivo, ha salido del movimiento de los Indignados al que ha dado un nuevo impulso ??.

«Aunque cuestionadas jurídicamente, estas acciones han llamado la atención de la mayoría de los españoles ya que se inscriben en un afán de revuelta generalizada contra los bancos que han percibido ayudas astronómicas por parte del Estado. Además, estas movilizaciones reabren el debate sobre el reconocimiento del derecho a la vivienda, uno de los campos de batalla de los indignados», recoge el diario.

Para Libertation: «la solidaridad con las personas asfixiadas por los créditos hipotecarios ha adquirido tal visibilidad que los políticos actualmente se han convertido en sus intermediarios. Así, el candidato socialista a las elecciones de 2012, Alfredo Pérez Rubalcaba, criticó recientemente a los bancos por los beneficios que se embolsan ??en detrimento de las personas??. Un discurso en el que los indignados pueden reconocerse».

 

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Pobre Mitt Romney. Con todas las encuestas situándole a la cabeza de la candidatura presidencial Republicana, tiene que tener el corazón en un puño.

Como Hillary Clinton, el ex edil Rudy Giuliani y bastantes más que se quedaron por el camino, Romney tiene la desgracia de ser un favorito temprano. Normalmente esperaríamos que el resto del reparto convirtiera en polémica cada asunto demencial o inmoderado que el candidato favorito ha dicho o hecho en algún momento. Este año, sin embargo, el elenco está atacando a Romney con ejemplos documentales de moderación crónica, flagrante e incorregible. Pragmatismo incluso — me echo a temblar.

Ah, la humanidad.

La verdad es que Romney es un conservador ideológico básicamente, convencido de los recortes fiscales como solución a todo y satisfecho de ver a la clase media norteamericana prolongando su larga y triste decadencia. Pero en el seno del Partido Republicano actual, posicionarse a la derecha de Ronald Reagan simplemente no basta. Al parecer, también es necesario evadir como sea cualquier razón.

De ahí el nuevo cuño más desafortunado de la joven campaña, cortesía del ex gobernador de Minnesota Tim Pawlenty: «Obamneycare». Ese es el término que utilizó el domingo para describir la reforma sanitaria del Presidente Obama, que cogía prestadas ideas de la batería de medidas de reforma que Romney concibió e implantó siendo gobernador de Massachusetts. Obamacare + Romneycare =… VALE, pillado, pillado.

T-Paw recibió claramente el mensaje de dejar de decir cosas con sentido y puede que se lo tomara un poco demasiado en serio. La pasada semana difundía un «plan» económico — utilizo el término a la ligera — concebido para poner de relieve su audacia y su optimismo. En lugar de eso, atrajo el escepticismo casi universal junto a una dosis importante de carcajadas.

Para no ser superado en la cuestión Republicana más importante, Pawlenty proponía recortes fiscales tan sustanciales que el déficit se dispara a lo largo de la próxima década hasta los 5,8 billones de dólares. Para paliar esta desastrosa proyección — que procede de la propia campaña de Pawlenty – T-Paw da por sentado que su cercenadora bajada tributaria induce de alguna forma a la economía a crecer a un ritmo sostenido del 5% anual. Eso es más del doble del ritmo esperado, y no sucederá — pero incluso si lo hiciera, y los cerdos volaran, el déficit todavía crecería 2 billones a 10 años.

Pawlenty reconocía el domingo que su plan es «una exageración» y que tal vez debía describirse como «aspirativo». Ya sabe, igual que hacer planes de jubilación comprando un boleto de lotería.

Puesto que Romney nunca podría apoyar una propuesta tan irrespetuosa con la matemática elemental, supongo que Pawlenty sí logró definirse como una especie de anti-Romney. El problema de T-Paw es que está atascado en el pelotón de cola junto al resto de las réplicas anti-Romney, como el ex senador Rick Santorum, que vierte la acusación de que Romney no es en absoluto un auténtico conservador.

Además, Santorum mete a Jon Huntsman, que fue embajador en China de Obama antes de dimitir para considerar una apuesta presidencial. «Me parece que han ocupado cargos en el pasado que no han sido conservadores, y me parece que tienen que tener en cuenta esas cosas», decía de Romney y de Huntsman. «Me parece que lo que preocupa a la gente y lo que vieron en… los presidentes del pasado que son Republicanos es que decían una cosa… y a continuación cuando ejercían, no ejercían de forma tan conservadora como hablaban».

Eso no es muy justo. Romney es conservador en todos los sentidos de la palabra. Se da solamente la circunstancia de que tiene la costumbre de tener en cuenta la realidad objetiva y las opiniones de sus electores.

Cuando se presentó por uno de los estados más izquierdistas del país, gobernaba como si fuera partidario del aborto. Cuando buscó ideas con el apoyo Republicano para ampliar la cobertura sanitaria, se quedó en la obligatoriedad de contratar un seguro que ocupa el corazón de, ay, el Obamneycare. Cuando el país se asomaba al borde de una nueva Gran Depresión en 2009, dio su apoyo a una batería de estímulo económico pero discrepaba de la que implantaron Obama y los Demócratas.

Romney Confía en la ciencia y por tanto acepta que la actividad humana está contribuyendo al cambio climático. En 2007 dijo que apoyaba la legislación de intercambio de emisiones «a escala global», pero no sólo para Estados Unidos. Estuvo a favor de la reforma integral de la inmigración hasta su campaña hace cuatro años, cuando se convirtió en un radical, pero ahora parece estar tratando de limar el asunto en favor de la realidad.

Siempre he estado convencido de que el principal activo de Romney como candidato Republicano potencial es su flexibilidad ideológica. Pero su principal obstáculo a la hora de alzarse con la candidatura es el pragmatismo tenaz que le hace decidirse por actuaciones que el Partido Republicano actual no deja sin castigo.

 

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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No hay razón buena para que negociaciones presupuestarias y techo de la deuda se paralicen, porque la solución es evidente: Sobre todo, no empeorar las cosas.

La receta Hipocrática debería de ser algo en lo que confusos economistas y políticos enfrascados en batallas podrían convenir. Con la nación luchando por recuperarse de una recesión devastadora, el paro estancado a niveles de crisis, los mercados financieros aterrorizados por la posibilidad de impagos europeos y consumidores reacios a consumir, no tiene el más remoto sentido sacar dinero de la economía.

Los Demócratas tienen razón al decir que es un momento pésimo para hacer recortes del gasto público. Los Republicanos tienen razón al decir que es un momento malísimo para subir los impuestos. Lo único razonable a hacer es ir tirando – pero de una manera decidida e inteligente.

A nivel práctico, esto se traduce en que los Republicanos tienen que tragar una subida del umbral de endeudamiento y los Demócratas tienen que aceptar dolorosos límites al gasto que se activarán cuando la economía está moribunda. Esto significa que los conservadores han de ser pacientes a la hora de rebajar los gastos y que los progresistas han de ser pacientes a la hora de subir los tipos — hasta en el caso de las rentas altas — hasta los niveles que muchos de nosotros consideramos idóneos.

Todo esto está claro – incluso mientras gran parte de la economía y su diagnóstico se vuelve cada vez más turbio.

De hecho, es razonable plantear si «la decepcionante ciencia» de la economía funciona todavía como herramienta de confianza para realizar análisis y proyecciones. Mientras otros economistas siguen siendo discípulos firmes y convencidos de John Maynard Keynes o de Milton Friedman, otros han empezado a medir sus palabras. Es casi como si las leyes que gobiernan el universo del dinero hubieran cambiado.

Hace dos años escuché, durante un seminario universitario, a un distinguido profeta económico explicar con confianza cómo se iba a desarrollar la recuperación. Mientras algunos indicadores normalmente solventes arrojaban datos anómalos y contradictorios, decía él, lo único que sabía de los precedentes históricos era que las recesiones agudas y profundas se acompañan de recuperaciones fulminantes y acusadas. Hacia al segundo trimestre del ejercicio 2010, decía él, el crecimiento iba a alcanzar el 4% y el paro caería en picado. Los días prósperos iban a volver.

No voy a avergonzar al caballero dando su nombre, puesto que no se alejaba mucho de la opinión de muchos de sus colegas. No hay ortodoxia económica que haya salido ilesa de los últimos años.

El gobernador de la Reserva Federal Alan Greenspan, – convencido firme y obediente de la liberalización en tiempos — tiene al menos la honestidad de admitir que la debacle económica del año 2008 saca a la luz «un defecto» de su ideología y le deja «sumido en un estado de desconcierto incrédulo». Ahí es donde debería de estar la profesión económica entera.

Pero incluso si los economistas no saben dónde está la nación y a dónde se dirige el mundo, hay montones de información para indicarnos dónde estamos ahora. El paro estaba en el 9,1% en mayo, por encima del 9% de abril. La nueva construcción remontaba ligeramente tras haber caído de forma acusada el mes anterior. La venta caía una fracción tras ceder otra fracción. Desde una perspectiva más general, la economía ha mejorado claramente durante el último año — pero la mejora es lenta, inestable y frágil.

Teniendo en cuenta esta tesitura, es difícil imaginar cómo mejora las cosas quitar dinero al consumidor — a través de recortes en el gasto público o bien a través de subidas tributarias. Es fácil ver cómo pueden agravar las cosas estas medidas.

De igual forma, es difícil creer que los déficits multibillonarios en los que se incurre cada ejercicio son una política contundente. Los economistas que con confianza nos dicen que no es problema que la deuda nacional se esté acercando al 100% del PIB más bien parecen tratar de convencerse de que hay una nota positiva. Estoy convencido de que va a pasar muchísimo tiempo antes de que los mercados financieros empiecen a ver a Estados Unidos como una Grecia enorme, pero ese día llegará en algún momento.

¿Y cómo puede convertir el Congreso una crisis de calado en una catástrofe inminente? Pues negándose de forma terca a elevar el umbral de endeudamiento, que sería el equivalente económico a la pataleta del niño.

Está claro lo que hay que hacer. El presidente Obama y los líderes legislativos deberían convenir en una serie de límites inamovibles del déficit que con el tiempo reducirían la deuda. Esto debe de acompañarse de subidas razonables del umbral de endeudamiento.

A continuación pasaremos años inmersos en una lucha difícil pero imprescindible en torno a la clase de administración pública que queremos y lo que estamos dispuestos a pagar por ella. En la actualidad, dirigimos una empresa aseguradora fuertemente endeudada y fuertemente armada — digamos una Aetna Inc. o una Prudential Inc., gigantes y manirrotas con armas nucleares. Eso no va a ganar el siglo XXI.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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Ignacio Escolar en su blog sobre el caso de la SGAE:

¿Qué lleva a tantos autores a defender una gestión que hoy está en los tribunales, que ha hundido la imagen de la SGAE y que les ha enfrentado de esta manera con sus teóricos clientes, con el resto de los ciudadanos? Pues supongo que hay de todo. La complicidad ??muchos de los que hoy defienden a Teddy han sido miembros de su directiva??, la ignorancia, la eficacia recaudatoria? Pero también cierta respuesta de manada, de grupo que se siente atacado. A Teddy le funcionó: cuanto más impopular era en la calle, más adhesiones internas conseguía. Nada une más que el enemigo exterior. La ??defensa Bautista? (quien me ataca a mí, ataca a los autores) es calcada a la que fue la defensa de Jordi Pujol en otros años (quien me ataca a mí, ataca a Catalunya).  [leer aquí completo]

El ICEX

Tras aprobarse la reforma del Instituto Español de Comercio Exterior en un Ente Público Empresarial, el propio ICEX ha elaborado un video explicando en que consiste el cambio. Pero sobre todo han puesto el acento en mostrar el éxito de las empresas españolas que han apostado por la externalización y en promover una idea: que el mundo es el mercado.

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Han incluido las experiencias de algunos emprendedores que han logrado triunfar en el mercado exterior como Octavio Sempere, Antonio Muiños, Aniceto Gómez, Pedro Mier, Mariola Varona o Gregorio Navarro. Ellos cuentan parte de sus experiencias personales, los retos que se afrontan y como superarlos.

 

Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Hace años jugaba al billar con Andrew Cuomo. A medida que íbamos rodeando la mesa, Cuomo, secretario de vivienda por entonces, me contaba cómo iba a convertirse en el próximo gobernador de Nueva York. Iba a presentarse contra Carl McCall, que iba a ser el primer gobernador negro del estado. Esto iba a ser fácil, decía Cuomo, liberando feromonas políticas que le pondrían Nueva York en bandeja. Ahora, una humillante derrota y gran dolor personal más tarde, por fin es gobernador.

Pocas veces un político ha saltado al ruedo para triunfar de forma tan cinematográfica. Cuomo no sólo es gobernador, sino que desde serlo, ha marcado la cascarrabias legislatura, ha presentado a tiempo unos presupuestos y — la historia toma nota — tramitado una ley que legaliza el matrimonio homosexual. Hizo esto con el Senado del estado controlado por Republicanos, habiendo sido el anteproyecto de ley tumbado sólo dos años antes, y con la Iglesia Católica romana firmemente en contra. Las analogías con el béisbol son inevitables. Es una defensa triple play, un partido no-hitter sin puntos al enemigo y una carrera grand slam con tres jugadores en la base. Andrew Cuomo marca se ha convertido en un político magistral.

Cuomo nació príncipe del Partido Demócrata. Es el hijo de Mario Cuomo, gobernador de Nueva York durante tres legislaturas y la encarnación del progresismo de la vieja escuela. Se casó con Kerry Kennedy, una hija de Robert F. Kennedy y activista infatigable de los derechos humanos. Pasó una vida entera en la cantera política, impulsado por el pedigrí y las relaciones para llegar sin novedad hasta la Casa Blanca. El destino, espoleado por la arrogancia, intervino.

El desafío a su rival McCall se montó torpemente. Cuomo no solamente perdió, fue aplastado. Y el Republicano, George Pataki, se hizo con la cámara. La caída fue dura y sin final aparente. El hermoso matrimonio Cuomo fue pasto de la prensa amarilla. El progresismo que representaba el apellido Cuomo se volvió obsoleto, sin público camino del desguace. Cuomo era una lección sacada directamente de la Biblia: «El orgullo precede a la destrucción».

Curiosamente, ese Cuomo parece haberse esfumado. El nuevo no tiene nada de exhibicionista y si cree ser mejor que los demás no lo manifiesta. Examinar la forma en que Cuomo hizo que la legislatura aprobara el matrimonio homosexual — era, en realidad, su proyecto de ley — es contemplar de primera mano la forma en que un político consumado aplica su maestría. Acudió al otro lado del hemiciclo, no sólo a los Republicanos de la legislatura sino también a los que recaudan fondos Republicanos en todo el estado. Hizo que algunas de estas personas aseguraran a los vacilantes legisladores que si votaban a favor del anteproyecto, iban a tener fondos de campaña para protegerse. En algunos casos, funcionó.

Cuomo hizo que la dividida comunidad gay-lésbica-bisexual-transexual cerrara filas. Les hizo reducir parte de los esfuerzos de presión política contraproductivos. Las negociaciones de esta ley se prolongaron hasta el último momento. Cuomo no vaciló en ninguno. Era su anteproyecto, una promesa de campaña satisfecha simplemente porque él pensaba que era el momento.

Soy hermano de una mujer que tiene una relación asentada con alguien de su mismo sexo. Soy el amigo de gays y lesbianas, parte de los cuales conozco desde que eran niños. Es una causa cuya justicia lleva siendo evidente mucho tiempo para mí. Los detractores no tienen más argumento que la ignorancia y la incomprensión y los prejuicios. Cada vez que escucho la frase «lo sagrado del matrimonio», pienso en Elizabeth Taylor o en Larry King. Si ellos pudieron casarse por enésima vez, ¿una pareja del mismo sexo no puede pasarse una? «El corazón normal», título de la obra de Larry Kramer, late en todos nosotros.

Lleva haciéndolo desde que un solo político hiciera tanto por impulsar la que es, después de todo, una causa de derechos civiles. Desde luego, Barack Obama nunca lo ha hecho. Al margen de su propia presidencia — que no es cuestión baladí se lo reconozco — se ha comportado como Don Melindres, un caballero tan contenido que es su propio sumidero político, por el cual las cuestiones candentes simplemente se van. En la cuestión del matrimonio entre personas del mismo sexo, no aparece en el mapa — está a favor de las uniones civiles, dice él. No se decidirá. En Obama, el fuego de la justicia social no da ningún calor.

Obama es inquilino de la Casa Blanca y lo será durante otra legislatura casi seguro. Así que es prontísimo para hablar de que Cuomo se postula a presidente — aunque, como habrá notado, yo lo acabo de hacer. Aún así, la distinción es merecida. Cuomo administró la legislatura, acorraló a los sindicatos y dio lugar a la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo que siempre parecía quedarse a un pelo del trámite. ?l refuta el discurso del escritor F. Scott Fitzgerald de que no hay segundas oportunidades en las vidas estadounidenses. Puede que nunca sea presidente, pero será el padrino en montones de bodas homosexuales.

El Asahi Shimbun publica un artículo titulado: «Consolidar un suministro estable de energía eólica a través de las predicciones climáticas» en donde pone a España como ejemplo a seguir por Japón para fomentar las renovables. El texto de Tateki Iwai y Shinji explica como funciona el Centro de Control de Energías Renovables y otros detalles de la política española.

Energias renovables
(Foto: Flickr/Rabo de lagartija)

El diario nipón sostiene: «La energía renovable suele ser percibida como una energía poco confiable que depende del clima. Sin embargo, en España se ha convertido en la ??protagonista?? del suministro eléctrico. En la periferia de Madrid opera el Centro de Control de Energías Renovables, el cual funge como el corazón para distribuir de manera estable la energía eléctrica a todo el país. Dicho sistema utiliza las predicciones climáticas para estimar la capacidad de generación eléctrica con 24 horas de anticipación.

«Asimismo, la política de Estado fomenta la energía renovable, por lo que la electricidad de generación eólica y solar es utilizada de manera prioritaria. Bajo este sistema, la energía renovable se convierte en el ??protagonista??, cuya variabilidad es compensada por la energía térmica generada por carbón o gas, además de la energía hidráulica, las cuales se preparan para operar según las previsiones de 24 horas» explican.

El Asahi Shimbum también destaca que «en España, la energía renovable – incluyendo la energía hidráulica – representa un 35% de la generación eléctrica, superando a la generación termoeléctrica que asciende a un 32% y a la nuclear que abarca un 22%. En Japón la energía renovable de generación solar y eólica sólo representa alrededor de un 1% e incluso si se agrega la energía hidráulica sólo accidente a un 9%».

«El desarrollo de la energía renovable en España recibió un fuerte impulso a partir de la segunda mitad de los 90, en un momento en que el país dependía del exterior para más de un 90% de su consumo energético. En aquella época los dos principales partidos llegaron a un consenso para crear empresas competitivas a nivel internacional aprovechando las condiciones climáticas favorables tanto solares como eólicas».

Y recogen dos visiones políticas: «No obstante, la ??burbuja de energía solar??, creada tras la introducción de un sistema de compra de dicha energía a precios fijos, se derrumbó tras la crisis económica del 2008. ??El Gobierno actual condujo un derroche de subsidios, pero la política energética debe sustentarse en la realidad y no en sueños?? critica arduamente Álvaro Nadal, diputado del opositor PP. Por su parte Carlos Mulas, Director de Fundación IDEAS – una Think Tank afín al PSOE ?? afirma que el Gobierno actual redujo la posibilidad de que se desarrolle la energía nuclear y por lo tanto ??contribuyó a crear un entorno propicio para que el sector público y privado uniesen esfuerzos en el desarrollo de nuevas fuentes de energía??.»

 

Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Si la memoria no me falla, conocí al Príncipe Turki al-Faisal de Arabia Saudí en un domicilio particular de Washington hace años. Me pareció severo y sin sentido del humor, a veces hasta resentido. Desde entonces le he visto en conferencias internacionales y similares — nunca de humor para mantener una conversación informal y sin exhibir, en su gloriosa vestimenta en ocasiones, un ápice de encanto beduino. Aún así, no estaba preparado para la columna que publicó en el Washington Post del domingo. Reza igual que una declaración de guerra.

El Príncipe Turki no está ya en el gobierno. Aún así, es miembro de la familia real saudí y en tiempos fue el responsable de la Inteligencia del reino y su ex embajador tanto en Londres como en Washington. El caballero tiene credenciales sólidas.

También está cabreado como un mono, y lo paga con América. Empieza citando lo que él llama «el polémico discurso del Presidente Obama el mes pasado, invitando con firmeza a los gobiernos árabes a suscribir la democracia y dar libertad a sus poblaciones». Arabia Saudí, escribía, escuchó lo que dijo Obama y lo tomó «en serio», y por supuesto, él destacaba que Obama no había exigido los mismos derechos para los palestinos bajo ocupación israelí. Nota tomada.

Pero el mismo reino que ha tomado «en serio» a Obama es una monarquía absolutista que, entre otras cosas, prohíbe por ley que las mujeres conduzcan. También es un país que no ofrece absolutamente ninguna libertad religiosa y que, al delincuente ocasional, le dispensa la decapitación pública. Teniendo en cuenta que Turki ha pasado buena parte de su vida en Occidente, no es posible que desconociera que los columnistas como yo íbamos a ser exigentes en materia de la ausencia de libertades básicas. A él no le importa.

De hecho, ésa era la intención. Turki – y por extensión la totalidad de Arabia Saudí — está harto de Estados Unidos. El reino no será sermoneado. Está aburrido del favoritismo estadounidense hacia Israel — la calurosa acogida legislativa dispensada a Binyamin Netanyahu, por ejemplo – y de la decisión de la administración de oponerse a cualquier iniciativa de crear un estado palestino en las Naciones Unidas. En este sentido, América hace lo que quiere Israel.

«En septiembre, el reino utilizó su considerable influencia diplomática para apoyar a los palestinos en su aspiración al reconocimiento internacional», escribe Turki. «Los líderes estadounidenses han considerado a Israel desde hace tiempo un aliado ‘indispensable’. Pronto van a descubrir que en la región hay otros jugadores — sobre todo la calle árabe — que son igual de ‘indispensables’, si no más. El juego del favoritismo con Israel no ha demostrado ser inteligente en el caso de Washington, y dentro de poco quedará en evidencia como una locura aún más grave».

Esto no es la fórmula diplomática usual — y es duro hasta viniendo de Turki. Manifiesta, no obstante, una frustración nada sorprendente en el mundo árabe con la política estadounidense atada por el momento a una política israelí bastante terca y falta de imaginación. Los dos países sufren un exceso de democracia. La coalición en el poder en Israel es rehén de la derecha; la coalición en el poder en América se encuentra en la misma tesitura.

A Turki no se le acaban los sermones. ?l afirma que los que piensan que Estados Unidos e Israel van a determinar el futuro de Palestina se equivocan de medio a medio. «Habrá catastróficas consecuencias para las relaciones norteamericano-saudíes si Estados Unidos veta el reconocimiento del estado palestino en las Naciones Unidas. Ello marcaría el punto más bajo de la relación de décadas en la misma medida que perjudicaría irrevocablemente el proceso de paz palestino israelí y la reputación de América entre los países árabes. La distancia ideológica entre el mundo musulmán y Occidente crecería en general — y las oportunidades de amistad y cooperación entre los dos podrían esfumarse». Esto viene de nuestro aliado, por no decir amistosa gasolinera.

El tono del artículo es notable y siniestro a la vez. Viene, como decía, de un caballero de escaso encanto, pero aun así curtido diplomático y responsable del espionaje. Mientras que su indignación con el problema palestino es conocida, pocas veces ha sido llevada hasta este extremo — y en un ámbito tan público.

Una columna en el Washington Post es una herramienta diseñada para llamar la atención de la administración estadounidense. Estoy seguro de que el Príncipe Turki tuvo éxito en ese apartado. Pero espero que también llamara la atención del ejecutivo israelí, que durante algún tiempo ya ha disfrutado de la moderación saudí en la cuestión palestina. Eso parece a punto de cambiar — sobre todo porque la calle árabe que Turki menciona expresamente lo exige y los saudíes, si tienen que hacerlo, apaciguan a la calle. Esta es la acusación de la columna del Príncipe Turki y el motivo de que acabe de forma tan inquietante para Israel: «Me desagradaría estar presente cuando reciban su merecido».

 

Según documentos recien desclasificados por el MI5, hubo muchos más británicos de lo que hasta ahora se estimaba que fueron a combatir el fascismo a España a finales de los años 30. Los registros del servicio de inteligencia interna del Reino Unido incluyen los nombres de cerca de 4.000 hombres y mujeres «sospechosos» de viajar a territorio español para unirse al conflicto, frente a los 2.500 que los historiadores citan generalmente. En la lista figura George Orwell.

Varios medios británicos destaca la noticia y recuerdan que este año se conmemora el 75 aniversario del inicio de la Guerra Civil española. Los archivos secretos pueden descargarse de forma gratuita durante un mes en la web del National Archive. Asi dio la noticia Channel 4:

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La BBC menciona que la Guerra civil arrastró a más de 4.000 británicos e irlandeses. Explican que «los archivos incluyen más de 200 páginas que detallan los movimientos de los hombres y mujeres que dejaron los puertos británicos par ir a España, así como un «cuadro de honor« de algunos de los muertos en acción. Muchos de los voluntarios eran comunistas y de interés para el MI5. Uno de los nombres en la lista es Eric Blair, más conocido como el autor George Orwell. Sus experiencias en la Guerra Civil española se han documentado en su libro «Homenaje a Cataluña«.

«Los detalles sobre quienes se unieron a la lucha contra las fuerzas del general Franco entre 1936 y 1939 continuaron siendo actualizado por el servicio de seguridad MI5 hasta mediados de la década de 1950″.

The Guardian destaca la «historia secreta de los voluntarios británicos de la guerra civil española». Pero considera que «hay que ser prudentes» al valorar las revelaciones: «La lista recoge, esencialmente, a los radicales que la inteligencia británica sospechaba que habían ir a España (a menudo con una corroboración posterior). Por ello, la lista incluye tambien a aquellos que no fueron a España a luchar (como la escritora Valentine Ackland y el periodista John Langdon-Davies), así como Eric Blair / George Orwell, que lucharon  por el contingente ILP mucho menor. Hay que tener en cuenta que algunos de los mencionados es muy posible que no ha llegaran a España.

El Daily Mail explica como «unas 4.000 personas procedentes de Gran Bretaña e Irlanda fueron considerados sospechoso de viajar a España en la década de 1930 para unirse a las Brigadas Internacionales que luchaban contra las fuerzas del general Francisco Franco. Esto es mucho más que la cifra de alrededor de 2.500 voluntarios británicos que en general es citada por los historiadores, aunque pueden incluir algunos que no llegaron a España. En los registros del MI5 figuran algunos nombres conocidos, entre ellos el autor socialista George Orwell y el dirigente sindical Jack Jones».

Brigadas internacionales
(Foto: Flickr/La hipatia)

 

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson. Constituye una ironía de los tiempos modernos que el tipo de escándalo sexual más devastador, en el caso de los políticos al menos, no implique mantener relaciones sexuales reales. Como el congresista Anthony Weiner ha descubierto.

Weiner, que dimitía el jueves, se aseguró su propia caída hace años cuando empezó a enviar imágenes obscenas y mensajes subidos de tono a mujeres de internet al azar. Habría salido mejor parado de haber acordado encontrarse con esas mujeres en citas secretas — porque tampoco es que haya indicación alguna de que las mujeres tuvieran el interés más remoto en encontrarse con Weiner con ese objetivo.

Permítame aclarar: no sugiero que cometer adulterio deje a Weiner, ni a nadie, «mejor parado» en un sentido moral. Voy a entrar en esa importante dimensión del escándalo Weiner, pero primero quiero considerar las facetas prácticas de forma tan desapasionada como sea posible.

A pesar de todo su talento deslumbrante, a pesar de todo su desparpajo neoyorquino, Weiner fue ignorante e ingenuo con la red en la misma medida. Hay ciertas cosas del ciberespacio, y ciertas cosas de la naturaleza humana, que cualquiera tentado de convertir en pasatiempo el envío de mensajes SMS subidos de tono tendría que saber de verdad.

La primera es el hecho de que la red no es, repito no es, un espacio privado. Es esencialmente un ámbito público en el que es difícil, por no decir imposible, mantenerse activo pero pasar inadvertido.

La caída de Weiner en desgracia empezó hace tres semanas cuando, a través de la red social Twitter, envió una fotografía de su entrepierna en ropa interior a una universitaria de la pública de Washington con la que había mantenido intercambios de mensajes en Twitter, o «tuits». Weiner se dio cuenta inmediatamente de que había cometido un error — en lugar de enviar la foto a través de un canal privado, la envió a través de un canal público que la facilitaría a cualquiera de los 300 millones de usuarios de Twitter. Repito: 300 millones.

Weiner bajó rápidamente la fotografía obscena pero no antes de ser descubierta y capturada electrónicamente por activistas conservadores que venían siguiendo sus actividades en el ciberespacio durante algún tiempo. El congresista había dado a conocer brevemente su afición privada — estoy convencido de que «basura» es el término artístico — en una esfera pública. De ahí parte el desmoronamiento de una prometedora carrera política.

Weiner tampoco era consciente al parecer de que la red nunca olvida. Una vez se ha enviado un mensaje o una fotografía en el ciberespacio, hay que dar por sentado que vivirá para siempre. El receptor puede conservar una copia — como sucedió al parecer con otras mujeres que compartían jugosas fotografías comparables que Weiner les enviaba, incluyendo una por lo menos sin ropa interior.

Las misivas obscenas también tenían que atravesar diversos servidores y conexiones de camino — ¿hace copias alguno de ellos? — y en el caso de Weiner, terminar siendo inquilinas de las grandes granjas de servidores de Twitter y Facebook.

¿De verdad quiere usted que Mark Zuckerberg tenga fotografías íntimas de sus partes pudendas? ¿En serio?

Y por último — recuerde, seguimos hablando solamente de los aspectos prácticos — Weiner ignoró el hecho de que una persona conocida solamente como «amigo» en Facebook, o alguien que te «sigue» en Twitter, sigue siendo un extraño básicamente. Sí, es posible aprender mucho acerca de una persona a través de una relación desarrollada íntegramente en el ciberespacio — mucho, pero no suficiente.

Permítame proponer una norma general: si intercambia mensajes instantáneos explícitos con una estrella del porno, como hacía al parecer Weiner, con el tiempo va a ser el tema de una rueda de prensa convocada por la presentadora Gloria Allred.

No tiene sentido criticar la gestión, o la mala gestión, del escándalo por parte de Weiner. El resultado era conocido desde el principio, y la única cuestión era si Weiner dimitiría inmediatamente — como hizo el ex congresista Chris Lee cuando diversos portales publicaron una foto sin camisa que envió a una mujer que conoció en Craigslist – o si pasaría una semana o dos negándolo.

Ahora el interrogante moral: otros políticos — como el Senador Republicano David Vitter, o Bill Clinton, por poner sólo dos nombres de muchos — sobrevivieron en la administración a escándalos sexuales en los que hubo, ya sabe, contacto real. Las transgresiones de Weiner implican fantasías sexuales, ninguna realidad sexual. ¿En serio lo que hizo fue tan malo que tenía que dimitir?

Sí, lo fue. A juzgar por todas las pruebas, Weiner no fue alentado ni inducido por ninguna de estas mujeres. ?l les imponía sus fantasías y sus fotografías eróticas a ellas, casi igual que si fuera un exhibicionista de los de gabardina. Era una intrusión de la privacidad, tal vez hasta un allanamiento, pero era grave e insalvablemente espeluznante.

La Cámara echará de menos la voz progresista de Anthony Weiner. Pero no tenía más opción que marcharse.