Asi se repartieron los votos el 22M

En la red circula una interesante representación gráfica de cómo se repartieron los sufragios de los 34.682.112 millones de españoles con derecho a voto en la elecciones municipales y autonómicas del pasado 22 de mayo. La novedad con respecto a la que publicaron todos los medios con los resultados es que en esta se incluyen también las abstenciones, votos en blanco y nulos.

El gráfico muestra muy claramente como el «ganador» de las elecciones acaparando un tercio de los votos potenciales fue la abstención, con 10 puntos porcentuales más que el PP y casi el doble que el PSOE. Además se puede comprobar como los votos en blanco suman un porcentaje de votos similar al que logró CiU. Y como un 11% de los españoles que sí acudió a las urnas, dio su voto a partidos minoritarios que apenas lograron representación.

La plasmación del resultado deja margen para varias reflexiones y está circulando con profusion entre los seguidores del movimiento 15M.

 

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson-Washington. Seamos honestos: la afirmación del Presidente Obama de que la intervención militar en Libia no constituye «acto hostil» es un disparate, y el Congreso hace bien en pedir cuentas.

Castigar las filas y las instalaciones del dictador Moammar Gaddafi desde el cielo con aparatos no tripulados puede o puede no ser lo correcto, pero constituye acto hostil claramente. De igual forma, proporcionar la información de Inteligencia, control y el apoyo logístico que permitieron que los aparatos aliados atacaran al ejército de Gadafi – y, paulatinamente, se acercaran al propio Gadafi – sólo puede considerarse acto hostil. Son actos de guerra.

Pero aun así Obama, con infrecuente desprecio hacia el lenguaje y hacia la lógica en la misma medida, adopta la postura de que lo que estamos haciendo en Libia no llega al umbral de «hostilidades» para activar la Ley de Competencias Bélicas, dentro de la cual los presidentes tienen que solicitar aprobación legislativa para cualquier campaña militar que se prolongue más allá de 90 jornadas. El presidente de la Cámara John Boehner decía que la afirmación de Obama no satisface «la prueba de la risa», y tiene razón.

Sin duda, Boehner también juega a la política. En el pasado sostuvo que la Ley es «constitucionalmente sospechosa» porque aspira a atar de manos al jefe del ejecutivo. No me parece accidental que el recién descubierto respeto por parte de Boehner a tan discutido código coincida con la postura electoral del Partido Republicano, que consiste en decir que cada cosa que ha hecho Obama alguna vez es errónea.

Pero el código sigue estando en vigor y, aunque los presidentes de ambos partidos encuentran de forma rutinaria formas de esquivarlo, normalmente encuentran una evasiva más solvente que decir: «¿Guerra? ¿Qué guerra?»

Al autorizar la campaña libia, Obama dijo que la participación estadounidense duraría «días, no semanas». Al menos tenía razón en el «no semanas»: la iniciativa militar encaminada a deponer a Gadafi entra en su cuarto mes, sin final a la vista.

Era de esperar que los progresistas del Congreso como el congresista Demócrata de Ohio Dennis Kucinich citaran la Ley de Competencias para cuestionar a un presidente titular que tomó la decisión unilateral de emprender una guerra. Lo nuevo es la significativa opinión pacifista que venimos escuchando de los Republicanos, sobre todo de aquellos que se identifican con el movimiento fiscal.

Durante décadas, el Partido Republicano ha preferido una política exterior intervencionista y robusta fuertemente dependientes de la disposición a valerse de las leyes de despliegue del ejército. Esto podría estar cambiando, a medida que las voces Republicanas contrarias — se llamen neo-aislacionistas, constitucionalistas o incluso pacifistas – exigen ser escuchadas.

A pesar de adoptar la ridícula postura de que bombardear no constituye acto hostil, Obama probablemente gane esta lucha por la supremacía con el Capitolio. Boehner se ha mostrado frío ante la idea de desplegar las únicas armas reales del Congreso, las competencias de la cartera; cualquier tentativa de bloquear la financiación de la operación libia podría retratarse como abandono de «las tropas» a su suerte. Y con independencia de lo que suceda en la Cámara, el secretario de la mayoría en el Senado Harry Reid ha indicado que respalda la opinión de Obama. Probablemente escuchemos mucho ruido e indignación, pero ningún impacto real.

Pero espero equivocarme. Los intereses nacionales serían satisfechos mucho mejor si tuviéramos un debate abierto en torno a la campaña libia — y por ampliación, en torno al uso adecuado de las competencias militares en un mundo que cambia vertiginosamente.

¿Vamos a utilizar la fuerza militar para proteger a los civiles en peligro inminente de ser masacrados por fuerzas leales a un régimen despótico? ?sa fue la razón que se dio para intervenir en Libia. ¿Pero qué hay de Siria, donde lleva semanas en marcha una masacre de civiles que piden libertades? ¿Qué hay de Yemen, donde los civiles vienen muriendo en las calles?

¿Y qué pasa con los civiles que pierden la vida de forma fortuita, como los nueve fallecidos presuntamente el domingo cuando un proyectil perdido de la OTAN impactó contra un barrio residencial de Trípoli? ¿Existe un extremo en el que la muerte y la destrucción de una guerra civil interminable sobrepasan cualquier cosa que las fuerzas de Gadafi pudieran haber perpetrado de haber entrado sin resistencia en el Bengasi bajo control rebelde?

Lo que es más importante, ¿qué estamos haciendo allí nosotros? ¿Estamos en Libia por razones altruistas o egoístas? ¿Principios o crudo? Suponiendo que Gadafi sea depuesto con el tiempo o asesinado, ¿luego qué? ¿Zarpamos simplemente? ¿O nos quedamos atascados en otro ejercicio ruinosamente caro más de construcción de la identidad nacional?

Y está la cuestión moral a considerar. La incorporación de la aviación teledirigida no tripulada facilita emprender la guerra sin sufrir bajas. ¿Pero puede llamarse guerra al menos una intervención militar sin riesgo? ¿O es casquería simplemente?

Un presidente intelectual como Obama debería ser capaz de encabezar una búsqueda de respuestas a estos interrogantes espinosos. En cuanto adquiera una mejor interpretación de la definición de «hostilidades».

 

 

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Que haya delgadas hebras de esperanza es bueno, pero no constituyen un plan. Tampoco justifican seguir derrochando vidas y recursos estadounidenses en el pozo sin fondo de Afganistán.

Ryan Crocker, el veterano diplomático candidato gracias al Presidente Obama a ser el próximo embajador estadounidense en Kabul, realizaba una evaluación realista de la guerra en testimonio el miércoles ante el Comité de Exteriores del Senado. En esto utilizo la palabra «realista» como sinónimo de «pesimista».

Avanzar es difícil, dijo Crocker, pero no es inútil.

No es inútil.

¿Qué demonios estamos haciendo? ¿Tenemos más de 100.000 efectivos destacados en Afganistán poniendo en peligro su vida y su integridad física, a un precio de 10.000 millones de dólares al mes, en busca de objetivos mal definidos cuyo logro se puede concebir, pero sólo un poco?

Los militaristas nos dicen que ahora más que nunca hemos de mantener el rumbo — que por fin, después de que Obama prácticamente triplicara las filas de tropas estadounidenses, estamos ganando. Quiero ser justo con este debate, de forma que permita que entre en profundidad en las explicaciones del embajador Crocker:

«Lo que hemos visto de primera mano con los efectivos adicionales y la iniciativa encaminada a llevar la lucha a los bastiones enemigos constituye, creo yo, progreso tangible en términos de seguridad sobre el terreno en el oeste y en sur. Esto tiene que cambiar progresivamente — y de nuevo, estamos siendo testigos de una transición de siete provincias y distritos al control afgano — al control afgano sostenible. De manera que me parece que ya se puede ver lo que tratamos de hacer — en una provincia tras otra, un distrito tras otro, sentar las condiciones en las que la administración pública afgana puede asentarse y permanecer firme».

El Senador Demócrata de Virginia Jim Webb, veterano de Vietnam y ex secretario de la marina, señalaba el defecto evidente de esta estrategia paulatina. «El terrorismo internacional – los conflictos de guerrillas en general — es intrínsecamente móvil», dijo. «De forma que garantizar un área concreta… no garantiza por fuerza que has reducido la capacidad de esa clase de fuerzas. Son móviles, se mueven».

Ello exigirá muchos efectivos más de las 100.000 tropas estadounidenses para ocupar con seguridad el país entero. Como apuntaba Webb, esto se traduce en que podemos acabar «jugando a aplastar al topo» mientras el enemigo sale de un escondite y se oculta en una zona que ya hemos pacificado.

Si nuestra intención, como decía Crocker, es «dejar atrás una administración pública lo bastante buena para garantizar que el país no vuelve a degenerar en refugio de al-Qaeda», entonces tenemos dos posibilidades: o no llegamos nunca a la meta, o llegamos ya.

Según el calendario de Obama, se supone que todos los efectivos estadounidenses han de estar fuera de Afganistán antes de 2014. ¿Será la administración pública afgana, acusadamente corrupta y frustrantemente errática, «lo bastante buena» dentro de tres años? ¿Habrá desterrado la sociedad afgana la pobreza, el analfabetismo y la desconfianza en la autoridad central que inevitablemente destruyen la legitimidad de cualquier régimen en Kabul? ¿Perseguirá obedientemente los objetivos estadounidenses el ejército afgano, con independencia de sus medios? ¿O decidirán sus intereses y actuarán en consecuencia los líderes militares y civiles del país?

Los Demócratas del Comité de Exteriores del Senado difundían un informe esta semana advirtiendo de que los casi 19.000 millones de dólares en ayuda exterior prestada a Afganistán a lo largo de la última década podrían acabar teniendo escaso impacto. «Los efectos secundarios de inyectar grandes cantidades de dinero en una zona de guerra no se pueden subestimar», afirma el informe.

El hecho es que en 2014 no habrá garantías. Tal vez nos parezca progresivamente menos probable que los talibanes puedan recuperar el poder e invitar a volver a al-Qaeda. Pero ese pequeño incremento de la seguridad no justifica la sangre y los recursos que habremos empleado de aquí a entonces.

Yo tengo una opinión diferente. Deberíamos declarar la victoria y marcharnos.

Quisimos deponer al régimen talibán, y lo hicimos. Queríamos instaurar una nueva administración que responda a sus electores en las urnas, y lo hicimos. Queríamos desmantelar la infraestructura de campamentos de entrenamiento y refugios de al-Qaeda, y lo hicimos. Queríamos matar o capturar a Osama bin Laden, y lo hicimos.

Aún así, afirman los militaristas, hemos de permanecer en Afganistán a causa de la peligrosa inestabilidad instalada a lo largo de la frontera con el nuclear Pakistán. Pero, ¿alguien se cree que la guerra en Afganistán ha hecho más estable a Pakistán? Puede que sea útil disponer de una cierta presencia militar estadounidense en la región. Esto se podría lograr, sin embargo, con muchos menos efectivos de las 100.000 tropas — y no estarían repartidas por el paraje afgano, inmersas en una dudosa tentativa de construcción de la identidad nacional.

La amenaza procedente de Afganistán se marchó. Traigamos las tropas a casa.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Hay quien escuchó una declaración de victoria, otros el reconocimiento de la derrota. Las numerosas contradicciones del discurso del Presidente Obama sobre Afganistán la noche del miércoles pretendían tal vez ocultar la idea esencial: decenas de miles de efectivos estadounidenses van a permanecer destacados durante tres años más al menos, perdiendo miembros o la vida parte de ellos, y Obama no dio ningún buen motivo.

El único debate en el seno de la administración, al parecer, era si traer a las tropas muy lentamente o no traerlas. Obama opta por la opción muy lentamente.

Dentro de un año, habremos replegado a los más de 30.000 efectivos «del incremento» que Obama destacó en combate hace 18 meses. Pero esto significa que casi 70.000 efectivos estadounidenses van a permanecer en Afganistán — cerca del doble de la cifra destacada allí cuando Obama llegó a la administración. Un «proceso de transición», en el que los afganos asumen la responsabilidad de la seguridad del país mientras los estadounidenses vuelven a casa, ha de haber finalizado en 2014. Pero suena como si algún tipo de considerable despliegue fuera a quedarse destacado en un papel «de apoyo».

En otras palabras, habrá tres años más de guerra seguidos de una presencia a largo plazo de magnitud no especificada.

¿Por qué? ¿Qué podemos ganar plausiblemente tras una década de guerra saliendo penosamente?

En su alocución, Obama daba un amplio abanico de motivos para considerar cumplida nuestra misión en Afganistán. La dirección de al-Qaeda se ha visto diezmada. Osama bin Laden está muerto. Los talibanes han sido expulsados del poder. La capacidad del ejecutivo afgano elegido libre y democráticamente con el respaldo estadounidense para librar la guerra — y quizá, algún día, mantener la paz — ha crecido a pasos agigantados.

«El objetivo al que aspiramos es factible», decía Obama, «y se puede expresar con sencillez: que no haya refugios desde los que al-Qaeda o sus filiales puedan lanzar ataques contra nuestra patria o nuestros aliados».

Según ese criterio, hemos tenido éxito. Las tropas pueden volver mañana – todas.

Si, por otra parte, el objetivo es dejar atrás un país que nunca se pueda utilizar de base terrorista, entonces el éxito es imposible. No se podrían dar garantías tan irrecusables con Canadá, no digamos Afganistán. ¿Han olvidado el Presidente y sus Generales que gran parte de la planificación de los atentados del 11 de septiembre de 2001 tuvo lugar en Alemania?

«No intentamos hacer de Afganistán un lugar perfecto», dijo Obama. Suena razonable — hasta darse cuenta de que el imperfecto Afganistán de 2014 se parecerá mucho desde luego al imperfecto Afganistán de hoy.

Dentro de tres años, el ejecutivo afgano seguirá siendo integralmente corrupto. Los talibanes seguirán teniendo considerable apoyo, sustentado en la etnia y el parentesco, en el interior pastún. La desconfianza hacia la autoridad central seguirá siendo un rasgo nacional definitorio.

Ya hemos hecho todo lo que está en nuestra mano para eliminar la amenaza terrorista que Afganistán planteaba en tiempos. No está a nuestro alcance imponer una paz y una prosperidad duraderas. Obama reconoció que esto sólo puede lograrse a través de un acuerdo político. Pero sólo los afganos pueden llegar a – y mantener – un acuerdo así.

En esencia, utilizamos medios militares para perseguir fines políticos más allá de nuestro alcance. Obama debería de darse cuenta que no tiene el más mínimo sentido.

Lo más descorazonador del discurso de Obama tal vez sea la ausencia de ideas frescas o incluso de razonamiento claro. Era difícil saber si mantenía su estrategia de contrainsurgencia o si cambiaba a un enfoque de contraterrorismo – o, quizá, si hacía un poco de las dos cosas. No hay pruebas de que haya considerado la posibilidad de que la guerra no sea perpetuada en la búsqueda racional de nuestros intereses nacionales, sino por su propia inercia.

Tampoco se produjo ninguna indicación de que hubiera examinado detenidamente los pasajes melosos diseñados para poner el conflicto en un contexto de la política exterior más amplio. No podemos «replegarnos de nuestras responsabilidades» pero tampoco nos podemos «extralimitar», y por tanto hemos de «proyectar un rumbo más centrado». Tenemos que ser «tan prácticos como apasionados, tan estratégicos como resueltos». Si tiene alguna idea de lo que significa esto, hágamelo saber por favor.

Obama sí dijo que siempre que la intervención militar sea necesaria, debería de ser internacional en lugar de unilateral. Como ejemplo, ponía Libia, donde la OTAN está a cargo de forma nominal. Debió haberse perdido el discurso de su secretario saliente de defensa Robert Gates, que advertía que la OTAN se está transformando en un mal chiste inofensivo.

El presidente sólo fue clarísimo en un único punto: por ahora, la guerra va a continuar.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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Il Foglio incluye un artículo de Ernesto Felli y Giovanni Tria titulado: «Hermanos de España» y repasa los muchos puntos en común que tienen las economías de ambos países y los problemas. Y defienden que «los dos países necesitan opciones políticas valientes, independientemente de quien tenga la responsabilidad de gobierno».

Zapatero y Berlusconi
(Foto: Flickr/Calcio Better)

Il Foglio apunta también a las semejanzas políticas: «No sólo el clima es parecido. También la situación política, en un juego de simetrías invertidas, ofrece semejanzas. En Madrid, Zapatero defiende las reformas, en el último debate sobre el estado de la Nación, y la oposición, guiada por Mariano Rajoy, pide elecciones anticipadas. En Roma, la misma historia, aunque con los papeles invertidos: Berlusconi defiende los reajustes económicos. Su plan debería conjugar estabilidad y reformas, pero el clima es muy incierto. Y también en Italia el jefe del principal partido de la oposición, en este caso el centro-izquierda, pide elecciones anticipadas».

Pero el analisis se centra en lo económico: «los dos países tienen una estructura económica parecida. Italia es un poco más grande. Además, los dos países comparten un mercado laboral igualmente problemático: una elevada tasa de desempleo en España, una baja tasa de participación en Italia, y un dualismo parecido entre los trabajadores protegidos y no protegidos».

«Sin embargo, España, que ha sufrido un fuerte deterioro cíclico del presupuesto público como consecuencia de la Gran Recesión, tiene una deuda pública en relación con el PIB que, aunque está creciendo, el año pasado era todavía aproximadamente la mitad de la de Italia. Si a esto añadimos la dimensión del sector público español, más pequeña respecto a Italia, descubrimos una paradoja al comparar ambos países.» resaltan.

«Consideremos el gasto público en relación con el PIB como indicador de la dimensión del Estado. Pues bien, en 2007, es decir antes de las medidas fiscales para afrontar la crisis que en España han sido más duras que en Italia, el sector público español era casi diez puntos ??más pequeño? que el italiano. Una vez retiradas las medidas anti-crisis, para España será complicado reducir el déficit y al mismo tiempo engancharse al crecimiento. Y viceversa, desde este punto de vista, Italia tiene más grados de libertad (aunque ya no quedan grandes empresas públicas a privatizar en ninguno de los dos países)».

El diario italiano concluye: «El balance cero en 2014 puede alcanzarse reduciendo gradualmente la relación gasto público-PIB a niveles de 2000. Sin embargo, en Italia, lo mismo que en España, el problema sigue siendo el crecimiento. También en esto Italia tiene más margen de maniobra que España, por ejemplo en cuanto a reducción de impuestos. De todos modos, los dos países necesitan opciones políticas valientes, independientemente de quien tenga la responsabilidad de gobierno».

Martine Audusseau, de RTL explica en radiocable.com que si Alfredo Perez Rubalcaba dejase el gobierno para preparar las elecciones generales se protegería en el plano político y serviría para que «no se queme». Pero considera que tiene talla suficiente para seguir al mando, aguantar las críticas y enfrentarse al PP.

Martine Audusseau

Para Martine Audusseau, Rubalcaba es «el mejor candidato para el PSOE» y si dejara su cargo institucional podría prepararse mejor para las elecciones. Cree que ahora mismo, «el único riesgo que corre es que la oposición lo ataque mucho entre hoy y las elecciones». Por eso asegura que dejar de estar tan expuesto antes de la campaña electoral, lo protegería.

Pero la corresponsal considera que «de todas maneras lo van a atacar» y «quizá sea mejor que siga al mando, porque eso es lo que los socialistas esperan, que Rubalcaba esté al mando». Y apunta que el vicepresidente es «un gran político, muy capaz de aguantar las críticas y enfrentarse al PP».

El prestigioso diario conservador alemana habla del «regalo de Europa a los vascos de Bildu» en referencia a la designación de San Sebastián como Capital Cultural 2016. La crónica es de su corresponsal Leo Wieland y asegura que «el resto de España se asombra.

San Sebastián
(Foto: Flickr/J-cornelius)

El Frankfuerter Allgemeine Zeitung recoge: «en contra de lo esperado, la bella ciudad norteña ha obtenido ahora la concesión del título de Capital Cultural Europea 2016. El alcalde Izagirre, que hasta hace poco no sabía si este proyecto le gustaba o no, reaccionó con suma alegría ?? y dijo que seguramente sería beneficioso para la ??normalización política en el País Vasco??. Con ello pronunció el término clave, puesto que también el jurado había mezclado aquí la cultura con la política y las buenas intenciones».

«El presidente austríaco Manfred Gaulhofer indicó, al anunciar la adjudicación, que la decisión a favor de San Sebastián podría ayudar a superara la ??historia de violencia?? local. En cambio, la pregunta que se planteaba ayer el resto de España era si no se estaba dando cancha así a los intereses de alguien inapropiado. No en vano, el alcalde Izagirre es una criatura de la agrupación radical-nacionalista vasca Bildu» destacan.

La recomendaciones de la UE o el FMI a Grecia desde que estalló la crisis de la deuda son de aplicar recortes en el gasto social, las pensiones, la asistencia sanitaria y el sector público. Pero el periodista francés Jean-Louis Denier denuncia que durante este tiempo el gobierno griego ha seguido gastando grandes sumas de dinero en un armamento que es discutible que necesite. Incluso cree que se podría haber obligado al país a respetar contratos de compra de armas con proveedores europeos.

Un tanque griego
(Foto: Flickr/modly)

Grecia pese a estar al borde de la bancarrota ha sido, según un estudio del instituto SIPRI de Estocolmo, el quinto mayor comprador de armas en el mundo entre 2005 y 2009. Con 133.000 soldados, Grecia tiene el mayor ejército de los países de la OTAN en proporción a sus habitantes (11 millones). Mantiene un conflicto histórico y una especie de «guerra fría» con Turquía que se proyecta en este frenesí armamentístico, pero ambos países son miembros de la Alianza Atlántica.

Ningún país de Europa invierte tanto dinero per cápita en armas como Grecia: un 4,3% de su PIB frente al 2,2% de Francia o el 1,1% de España. Algunas fuentes apuntan que con el descalabro de la crisis, el dato griego se ha reducido al 3,2%. Pero en cualquier caso, el porcentaje sigue muy por encima del resto de países miembros.

Hay evidencias de que parte del sobreendeudamiento griego de los últimos años se debe precisamente a los gastos militares, incluso con la sospecha de sobornos de intermediarios europeos. Y los países proveedores de este armamento y que mas han animado -y siguen haciendolo- a Grecia a firmar estas operaciones armamentística son EEUU, Alemania y Francia… los mismos que están exigiéndole drásticas medidas de austeridad.

Daniel Cohn Bendit ya denunció la «hipocresía europea» porque en 2010 Francia vendió a Grecia seis fragatas por valor de 2.500 millones de euros, helicópteros por 400 millones o rafales de combate a 100 millones la unidad. Además Alemania vendió seis submarinos al gobierno heleno por 1.000 millones. Y más recientemente se habla también de 2.000 millones de dólares en aviones de combate estadounidense y 3.000 en helicópteros de combate galos.

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Incluso segun el europarlamentario, Francia presionó al gobierno de Papandreu vinculando la aprobación del primer rescate de 2010 al pago de los contratos de armamento. Asi se obligaba a Grecia a ahorrar en Defensa, pero al mismo tiempo le exigían respetar los contratos con las empresas europeas de armas.

Steve McGiffen apunta en un texto que parece que «los rescates están en realidad directa o indirectamente dedicados a la compra de armas. Año tras año Grecia, un país de renta media que ya no puede permitirse ofrecer a sus ciudadanos los medios para llevar una vida digna, productiva y satisfactoria, ha estado gastando dinero que no tiene en armas que no necesita. El dinero para comprar este armamento es suministrado por los préstamos bancarios que vienen de los mismos países que venden las armas, incluidos los EEUU, Alemania y Francia».

Sorprende que ninguna institucion, ni parlamento europeo o nacional esté estudiando seriamente la cuestión. «¿Desinteres o un lobby eficaz?» se pregunta Jean Louis Denier.

Oprah Winfrey

Para las mujeres, emprender un negocio generalmente presenta incluso mayores dificultades que para los hombres. Tienen que superar las barreras habituales de buscar financiación, lidiar con las administraciones, dirigir equipos…, pero muchas veces se enfrentan tambien a escollos como la discriminación o infravaloración.

Pero hay historias que demuestran que perseverando es posible incluso para las mujeres emprendedoras que no disponían de capital en sus inicios crear un negocio millonario. El San Francisco Chronicle ha publicado un reportaje con los casos de 6 emprendedoras de éxito. Y todas pertenecían a minorías étnicas, fueron pobres o nacieron en países en vías de desarrollo.

El primer caso destacado es el de la periodista Oprah Winfrey. Su infancia trasncurrió en medio de una pobreza extrema, pero fue capaz de convertirse en presentadora estrella antes de cumplir 20 años y tener poco después su propio programa. Y ha logrado construir un imperio mediático, con éxito en el cine, tv y literatura.

El reportaje también menciona a JK Rowlings, la autora de Harry Potter que antes de escribir la saga del mago, tuvo que recurrir a las ayudas públicas para sobrevivir. Pero el éxito de su novela, le permitió crear una franquicia que la ha hecho multimillonaria.

Y se incluyen casos menos conocidos como el de Zhang Xin que pasó de criarse en la pobreza y trabajar en fábricas en China a entrar en Goldman Sachs. Luego fundó SOHO su propia empresa de gestion inmobiliaria que está hoy valorada en 2.000 millones de dólares. O Olivia Lum que tras recolectar caucho en Malasia logró recolectar lo suficiente para montar una empresa de tratamiento de aguas, Hyflux que la ha convertido en una de las 20 mayores fortunas de Singapur.

Y se menciona además a Indra Nooyi que viniendo de la India, logró forjar su carrera en varias multinacionales y acabar de CEO en PepsiCo y Ursula Burns, una afroamericana que ha llegado a dirigir Xerox. [visto aqui]

El diario italiano publica una crónica de su corresponsal, Elisabetta Rosaspina, en la que subrayan que «el presidente cesante no dará conferencias millonarias. La opción de Zapatero: ??Haré vida de jubilado??». El texto describe la intención de Zapatero de retirarse de la primera línea políticay el escenario mediático huyendo de la «tentación de asesorar a su sucesor».

El Corriere della Sera explica: «Ocho años de gobierno: la mitad de ellos en el vendaval. Si hay una cuestión clara en el futuro próximo de José Luis Rodríguez Zapatero es que no seguirá las huellas de su antecesor José María Aznar. ??Necesito una temporada toda para mí??, ha dicho a sus más estrechos colaboradores. Los cuales lo tienen dudas: cuando salga de La Moncloa, con esposa, hijas y equipaje, el presidente abandonará también (sin pesares) la primera línea política y el escenario mediático».

«No cederá ante las sirenas de las fundaciones, de las organizaciones profesionales de simposios, de los consejos de administración a caza de asesores influyentes. Y no se dejará seducir por las intervenciones retribuidas a peso de oro, ni por la tentación de asesorar a su sucesor, con irrefutables sugerencias?, recoge el diario.

«El verdadero adversario de Mariano Rajoy, presidente del PP y presidente del gobierno ??in péctore??, será el actual vicepresidente, el coriáceo y mordaz Alfredo Pérez Rubalcaba, candidato del PSOE para la difícil sucesión. Y el presidente del gobierno podrá finalmente comenzar a pensar en su traslado. Y sobre todo en su vida después de los 50 años. El buen retiro de Zapatero se llama León. El hombre que ha hecho soñar a la izquierda italiana, el último baluarte socialista en Europa, cuenta los días que le separan de sus ??vacaciones?, las verdaderas. Si no se anticipan las elecciones generales, en marzo el presidente, a 51 años, abandonará La Moncloa, mejor dicho Madrid, para regresar a esta ciudad» explican.

Y tras recoger la polémica por las millonarias retribuciones de ex presidente como Felipe Gonzalez y sobre todo Jose Maria Aznar, el diario italiano asegura que «ese no es el espejo en el que se refleja el futuo político y humano de Zapatero. El post-zapaterismoserá, al parecer, una era original».