Chacón en su viaje a Afganistán embarazada de siete meses.
La decisión de Chacón pilló a Zapatero por sorpresa. El Presidente recibió la noticia de la propia ministra poco antes de la comparecencia.
Carmen Chacón había decidido apartarse y dejar paso tras las presiones que se estaban recibiendo. Zapatero -explican en su entorno- nunca aceptó tales presiones y mucho menos se las trasladó a Chacón, pero aceptó resignado la decisión.
El discurso pronunciado por Carme Chacón es un relato integral sobre su propia historia. Habla de futuro, de su pasado, de ideales y de convicciones: retrata a la candidata y también una forma de entender la política. Pero ¿A quién va dirigido exactamente?
El suyo ha sido un discurso sobre promesas que han quedado frustradas y un discurso de denuncia ante las enormes presiones internas que ha recibido el Presidente de Gobierno:
«En los últimos días -dice Chacón- hemos asistido a una escalada que pone en riesgo la unidad el Partido, la autoridad del Presidente del Gobierno y Secretario General, nuestra imagen colectiva como partido e, incluso, la estabilidad del Gobierno. Y, justamente, eso era lo único que podía hacerme reconsiderar una decisión que tenía bien tomada: que estuvieran en riesgo los intereses del Partido Socialista, nuestra imagen colectiva como proyecto, la autoridad del Presidente del Gobierno y Secretario General y, por supuesto, la estabilidad del Gobierno de nuestro país». [discurso completo]
pero más allá de las claves explícitas, este, también es un discurso que anuncia un proyecto político presente y futuro.
Como es natural su principal auditorio son los militantes socialistas que podían haberse enfrentado a la posibilidad de unas primarias, pero Carme Chacón no se dirige solamente a ellos. Con sus palabras Chacón mira a los desencantados con la política:
«Quería encabezar un proyecto que recuperara y actualizara las señas de identidad de la socialdemocracia y aplicara la ambición de Igualdad y de Justicia en un contexto de crisis.
Que movilizara todas las energías del país para combatir el paro y, en particular, para combatir el desempleo de nuestros jóvenes, que les excluye del trabajo, que es uno de los derechos principales de ciudadanía.
Quería encabezar un proyecto que reafirmara la autonomía de la política frente a los grandes poderes económicos y que distribuyera los sacrificios de la crisis con la máxima equidad.
Quería encabezar un proyecto que recuperara la dignidad y el prestigio de la política, tal y como nos han reclamado miles de ciudadanos en las urnas y también en la calle.
Quería abrir espacios de participación, acreditar con hechos que la política democrática y la corrupción son radicalmente incompatibles.
Sus palabras recogen las reclamaciones de los ciudadanos sin eludir la responsabilidad de quien ha ocupado un cargo en el gobierno que las ha motivado:
«Quería encabezar un proyecto que preservara los aciertos de la última década, los avances enormes alcanzados por las mujeres, por los homosexuales, por las personas dependientes?
Un proyecto que, a la vez, corrigiera los errores que hayamos cometido y de los que me considero tan responsable como el que más…»
El discurso se cierra, además, con un retrato histórico de quien lo pronuncia:
«Yo ingresé en una sede socialista cuando tenía apenas 16 años. Era apenas una adolescente, pero estaba convencida que quería defender los ideales de Justicia, Libertad, de Igualdad? cualquier que intuyera en aquel momento, alguien que era sólo una adolescente. Lo hice porque sabía que estos ideales sin una organización fuerte y unida que los defienda, no son nada».
Los recursos anticipan que estamos no solo ante un discurso de despedida, sino ante el que podría haber sido su declaración de principios ante los ciudadanos. Se trata de un discurso polivalente, que quizá volvamos a escuchar en algún tiempo no muy lejano.