Aceite

Las ventas internacionales del sector ascendieron a 1.953 millones de euros, lo que nos coloca como primer productor y exportador de la UE, por delante de países como Italia y Grecia. En total el 60% de la producción nacional se dedicó al comercio exterior. España vendió la misma cantidad de aceite el año pasado que todos los olivares de Italia, Grecia y Portugal juntos en el curso del mismo ejercicio.

En 2010, según datos de aduanas españolas, las exportaciones de aceite de oliva español envasado aumentaron un 10% respecto al ejercicio anterior, llegando hasta el 17% en el caso de los países que están fuera de la Unión Europea. En este sentido, cabe resaltar la importancia que han cobrado en los últimos años mercados emergentes como China (43,4%), Rusia (35,6%) y Brasil (23,8%), como destinos de recepción de aceite de oliva español.

Aceite
(Foto: Flickr/Portalolivicola)

Las exportaciones supusieron, al cierre del pasado ejercicio, 1.953 millones de euros, un 25,2% más que el año anterior, marcando así un nuevo récord en ventas internacionales de aceite. España consolida así su posición como primer productor y exportador de la UE. En los últimos años, se han superado los cupos de producción fijados por las autoridades comunitarias, alcanzando en 2010 los 1.400 millones de toneladas, muy por delante de sus principales competidores Italia ??460.000 toneladas?? y Grecia ??360.000 toneladas??.

Los principales mercados de exportación fueron Italia, Portugal, Estados Unidos, el Reino Unido, Australia y Francia. Pero además países emergentes como Rusia, los países escandinavos, Brasil, México o China se perfilan como nuevos compradores. En ese sentido, según se desprende de los datos del Consejo Oleícola Internacional (COI), España vendió la misma cantidad de aceite el año pasado que todos los olivares de Italia, Grecia y Portugal juntos en el curso del mismo ejercicio.

El mercado del aceite de oliva en España está conformado por un sector bien estructurado con cerca de 1.000 cooperativas productoras (normalmente, almazaras) y organizaciones de apoyo y promoción, en el que se engloban 1.950 empresas. Andalucía (85%) ??líder mundial de producción de aceite de oliva con una cuota de mercado del 40%?? y Castilla-La Mancha (6%), son las dos comunidades autónomas que copan la producción nacional, seguidas por Extremadura, Cataluña, Comunidad Valenciana y Aragón.

 

«Compañeras y compañeros, celebramos este Comité Federal transcurrido un mes después desde nuestro último encuentro, una vez que se han convocado oficialmente las elecciones autonómicas y municipales y tras una semana nuevamente intensa en la consolidación de nuestra presencia internacional y en la lucha por el fortalecimiento de nuestra economía.

En efecto, y como sabéis, el mes de marzo ha estado en buena medida definido por la celebración de dos sesiones del Consejo Europeo destinadas a mejorar la gobernanza de las economías europeas, a establecer un mecanismo permanente de estabilidad financiera en la zona euro, y a adoptar un pacto, el llamado Pacto por el Euro Plus, para reforzar la competitividad de la economía europea, la competitividad de todas y cada una de nuestras economías europeas.

Sobre su significado informé al Congreso de los Diputados pormenorizadamente el pasado miércoles, especialmente en lo referido a los ocho compromisos concretos que asumí en el mismo Consejo Europeo del pasado 25 para hacer realidad en España la mejora de nuestra competitividad, la recuperación del empleo, como la gran tarea, la sostenibilidad de nuestras cuentas publicas y la estabilidad de nuestro sector financiero.

Son todos ellos la última manifestación de nuestra voluntad tenaz de hacer todo lo necesario para intensificar nuestra capacidad de crecimiento y con ella y ante todo, nuestra capacidad para volver a crear empleo.

Es una voluntad que se suma al convencimiento de que sólo lo lograremos si aprendemos todas las lecciones de la crisis, y por tanto, si cambiamos nuestro sistema productivo, si asumimos una vocación reformista, si apostamos por modernizar nuestro país. Esa es nuestra voluntad.

Estamos comprometidos con un intenso proceso de modernización de la economía española, el que se requiere para superar la crisis a la que nos hemos tenido que enfrentar.

Una crisis que ha producido mucha inseguridad en no pocos conciudadanos de nuestro país, sobretodo los que han perdido su empleo y ahora tarda en encontrarlo y se sienten débiles en sus relaciones familiares y sociales, con la tentación de perder la esperanza. También los que han perdido su negocio, levantado y mantenido en muchas ocasiones con gran esfuerzo.

Una crisis que ha producido también incertidumbre en ciudadanos que se identifican con nosotros, que nos apoyan, sobre el sentido de nuestra acción de gobierno, y sin embargo, no lo olvidemos ni por un momento, con cada medida económica que aplicamos, con cada iniciativa que impulsamos, con todo lo que hacemos, no pretendemos sino crear las condiciones que favorezcan la recuperación del empleo en nuestro país al tiempo que preservamos nuestra cohesión social.

Cuando concluya esta crisis, y sólo concluirá cuando se cree empleo de forma estable, se podrá decir que logramos sentar los fundamentos de un modelo productivo renovado, más competitivo e innovador, más sostenible, para garantizar nuestro bienestar. Y que mientras lo hacíamos, no dejamos de velar por la máxima cohesión social ante la amenaza de una crisis tan dura como la que hemos sufrido.

Compañeras y compañeros, los últimos meses han sido todavía muy duros para la acción de gobierno, porque después de pedir esfuerzos extraordinarios a los ciudadanos en un clima de incertidumbre por la inestabilidad financiera en Europa que afectaba a nuestro país, ha continuado la destrucción de empleo aunque fuera a un ritmo claramente menor.

Pero lejos de amilanarnos, hemos seguido con las reformas, buscando trabajosamente los apoyos parlamentarios para sacarlos adelante, y hemos logrado recuperar el dialogo social, es verdad que no sólo a nuestro esfuerzo, sino también gracias a la actitud responsable y constructiva de los sindicatos y de la nueva representación de los empresarios.

Mucho trabajo, os lo puedo asegurar, y en la dirección adecuada, acabando sus frutos incluso en contextos tan complicados como el de esta crisis.

Ya durante 2010 comenzamos a crecer, todavía de una manera lenta, pero más de lo que vaticinaban todas las previsiones, Y ahora ante la crisis en Portugal y el encarecimiento de su deuda soberana, la financiación exterior de España lejos de encarecerse sigue bajando y ello sólo se explica por la confianza creciente que fuera y dentro de España inspira este arduo y esforzado proceso de reformas que estamos llevando a cabo.

Recuperada la estabilidad y asegurada la continuidad de la recuperación, el siguiente paso de este proceso es en buena lógica la intensificación del crecimiento y con él, al fin, la creación de empleo. No va ser fácil y tampoco rápido, pero para llegar ahí y para hacerlo cuanto antes, no vamos a bajar la guardia, vamos a completar la tarea en estos próximos doce meses de legislatura.

Vamos a aplicar las reformas aprobadas, a culminar las que están en marcha, -y algunas de ellas necesitan de la definitiva aprobación parlamentaria-, y a impulsar todas las nuevas que hemos comprometido, como las incluidas en el Pacto por el Euro, a las que me he referido y que se irán aprobando en los sucesivos Consejos de Ministros.

Durante estos últimos quince meses, desde que presenté la Estrategia de economía sostenible en el Parlamento, hemos realizado ajustes (algunos extraordinarios, pidiendo un esfuerzo especial a algunos colectivos de ciudadanos, a los que quiero dar las gracias de nuevo por su solidaridad), ajustes y reformas.

Hemos hecho los ajustes imprescindibles, con el máximo sentido de la equidad y dejando a salvo las grandes políticas sociales y casi todos los avances de nuestra primera Legislatura. Lo hemos logrado a pesar del extraordinario esfuerzo de austeridad que estamos llevando a cabo.

Ajustes, por tanto, los imprescindibles, para asegurar el cumplimiento del objetivo de déficit; y que en su gran mayoría están ya encauzados. Las previsiones, afortunadamente, se van cumpliendo.

Ajustes, los imprescindibles, y reformas todas las necesarias para que nuestra economía sea más competitiva. Porque sólo así estaremos en condiciones de seguir reforzando nuestro Estado del bienestar, que es la gran aspiración de nuestro proyecto político.

Las reformas están en el adn de los socialistas españoles, y por eso hemos sido partido de gobierno, con diferencia, más tiempo que ninguna otra formación política en el período democrático. Un período, no lo olvidemos, en el que hemos sabido vencer los momentos difíciles como el actual, hasta ser capaces, como sociedad, como país, de dar un salto verdaderamente histórico en nuestras aspiraciones.

Ahora, necesitamos las reformas para acelerar el cambio de modelo productivo; las necesitamos para incrementar la competitividad, la eficiencia de la economía española, del sector público y del privado, y el objetivo político que perseguimos con ellas es, insisto, mantener intacta nuestra ambición por enriquecer el Estado social, la educación, la sanidad, la igualdad de oportunidades, la protección de los más desfavorecidos, el equilibrio y la cohesión en nuestro país.

Compañeras y compañeros,

Hemos podido cometer errores. Pero hemos dado la cara en todo momento -no recuerdo ya cuantas veces he comparecido en el Parlamento, como dice nuestro portavoz, José Antonio Alonso, nos estamos dejando la piel en la batalla diaria contra la crisis, estamos en el camino adecuado. En el diagnóstico de lo que hay que hacer para sentar las bases de una nueva etapa de crecimiento duradero y sin habernos dejado por el camino, no sólo los servicios básicos del Estado del bienestar, sino incluso la mayoría de las conquistas más recientes, como el Sistema de Atención a la Dependencia tan querido por todos nosotros.

Lo hemos hecho hasta ahora y lo seguiremos haciendo así hasta el final de la legislatura. Tenemos claro el programa de acción para lo que queda de legislatura. Son decisiones que afectan a la Economía, como la reforma de los servicios profesionales, la reforma aeroportuaria, la sostenibilidad urbana, la ordenación de las telecomunicaciones, la culminación del proceso de reestructuración de las cajas de ahorros, la flexibilización de horarios comerciales en determinadas zonas turísticas, o el afloramiento del empleo sumergido.

Decisiones que mejorarán el funcionamiento de la Justicia, como la regulación de la mediación y el arbitraje o la agilización de su funcionamiento, o la implantación definitiva de la nueva oficina judicial.

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Decisiones que modernizarán las administraciones, como un nuevo programa de reducción de cargas administrativas, o la implantación del silencio positivo como nueva y radical pauta de comportamiento ante los ciudadanos, o la supresión de una parte de las licencias a que hoy se ven sometidas las iniciativas emprendedoras de muchos de ellos, o el nuevo elemento para asegurar la estabilidad de nuestras cuentas públicas que será la nueva regla de gasto para el conjunto de las administraciones.

Decisiones que supondrán una revisión a fondo de nuestro sistema de Formación Profesional para desarrollar todo el potencial de las nuevas políticas activas de empleo y también de nuestro sistema de Ciencia e Innovación para aplicar la nueva ley.

Decisiones que afectarán al Bienestar Social, como la universalización de la asistencia sanitaria, o la integración de los trabajadores agrarios en el sistema general de la seguridad social. Decisiones que culminarán el Diálogo Social, de máxima trascendencia, como la reforma de la negociación colectiva, confiando en el acuerdo al que han de llegar empresarios y sindicatos.

Decisiones que mejorarán la actividad de las empresas al afectar a la eficiencia y el ahorro energético y a su internacionalización. Decisiones que incrementarán los derechos de los ciudadanos, como la Ley de igualdad de Trato o la Ley de muerte digna.

Decisiones, en fin, destinadas a incrementar la estabilidad de la economía y la confianza en ella como, serán la preparación y aprobación de los Presupuestos Generales para 2012 para lo que ya hemos iniciado los contactos al objeto de contar con los apoyos necesarios.

Es una tarea ambiciosa. Un programa realista, porque sé que seremos capaces de llevarlo a cabo. Y es también un programa de decisiones que no puede esperar y que hay que culminar ya. Sé que el Gobierno podrá hacerlo y sé que contaré con vuestro apoyo. Lo haré, eso sí, actuando con la autonomía con que debo actuar como presidente del gobierno, como presidente que soy de todos los ciudadanos.

Queridos compañeros y queridas compañeras. Porque sé que seguiré contando con esta autonomía y con vuestra confianza para ejercerla, creo que hoy puedo abordar con tranquilidad y con normalidad la expectativa abierta sobre mi posición en relación con la candidatura a las elecciones generales.

Y lo voy a hacer donde siempre pensé que debía. Aquí. Ante vosotros. Ante el órgano de nuestro partido soberano entre congresos.

Cuando fui elegido presidente del gobierno en 2004 pensaba que dos legislaturas era el periodo razonable al que podía aspirar para estar al frente de los destinos del país. Dos legislaturas. Ocho años. No más. Pensaba que era los más conveniente, no ya para nuestra formación política, a la que me unen unos vínculos emocionales que no hace falta que os recuerde hoy aquí, sino también para el país, para el país que, desde mi propia visión de liderazgo democrático, le convienen dos periodos al frente de los destinos de España. Permitidme que añada que también pensaba que sería lo más conveniente para mi familia.

Esa era mi convicción hace siete años y los años han pasado y en los más recientes nos ha tocado luchar desde el gobierno y a mí, como es mi obligación, en primera línea frente a una crisis económica tan intensa y tan compleja como la que aún estamos combatiendo. De modo que, después de este tiempo, mi forma de pensar no ha hecho sino afianzarse en mi ánimo.

Lo que es una convicción se convirtió en una determinación personal, en una decisión firme y esta es la decisión que hoy os traslado y hago pública: no voy a ser candidato en las próximas elecciones generales.

Gracias por vuestro respeto y por vuestro afecto. Ahora quiero explicaros por qué he decidido hacer público en este momento mi voluntad. Para determinar el momento del anuncio no hay, como bien sabemos en nuestra historia democrática, precedentes indiscutibles o simplemente consolidados. Solo cuento para esta tarea con la guía de la responsabilidad personal con el país. Con mi país y con el partido, con mi partido.

Una responsabilidad rigurosamente intransferible de cuyo ejercicio me considero obligado a dar cuenta, a motivar ante vosotros y ante todos los ciudadanos. El razonamiento que me ha llevado a hacer el anuncio hoy es el siguiente:

Queda un año para las elecciones generales. Un plazo que me ha parecido razonable para hacer pública mi decisión, para clarificarla formalmente ante el partido y la propia sociedad española. Es un plazo que nos permite, que nos debería permitir asumir con naturalidad y con responsabilidad, ahora ya colectiva como organización, la puesta en marcha más conveniente en cuanto al tiempo de los procedimientos que fijan los estatutos de nuestro partido para elegir a la persona que encabece nuestras listas en marzo de 2012. Y para que ella pueda, a su vez, después de ser elegida, disponer de tiempo suficiente para forjar un proyecto político para el nuevo periodo y también para explicárselo a los ciudadanos.

El mecanismo del dedazo simplifica mucho las cosas, pero no es el nuestro ni el de la mayoría de la sociedad española, que no entiende, con razón, que los liderazgos democráticos puedan gestarse a través de otros procedimientos, Y nadie podía esperar de mí una actitud distinta. Por otra parte, nunca estuvo en mi ánimo apurar hasta el final, ni prolongar innecesariamente la especulación sobre mi candidatura. Lo he vuelto a meditar durante las últimas semanas. He escuchado unos u otros argumentos sobre la oportunidad de hacerlo antes o después. Seguro que no es fácil acertar, que es una cuestión opinable y habrá opiniones para todos los gustos.

Finalmente he creído que lo mejor era hacerlo ahora, también para poner fin a lo que se percibía como una incertidumbre que nos podía acabar distrayendo de nuestra tarea principal que es desarrollar las reformas, consolidar la recuperación económica y abrir el tiempo de la creación de empleo y, por supuesto, el reto electoral que tenemos ante el 22 de mayo.

Ahora vamos a seguir respetando los tiempos y los procedimientos y os pido a todos que lo hagamos. Nuestra fortaleza como partido reside precisamente en esos procedimientos, los establecidos en nuestros estatutos y en que los activemos cuando corresponda. Estoy seguro de que si lo hacemos así estaremos en condiciones de ofrecer la mejor candidatura posible a la sociedad para el nuevo período político en representación del Partido Socialista.

Queda un año de legislatura. Por delante unas elecciones autonómicas y locales y una intensa actividad de gobierno en un periodo trascendente para nuestro país.

Os propongo que sea el Comité Federal, en la próxima reunión que tengamos, después de las elecciones autonómicas y municipales, el que fije el momento de activar el proceso de primarias previsto en los Estatutos del partido para elegir nuestra candidatura a las próximas elecciones generales.

Podemos sentirnos, pues, satisfechos y hasta orgullosos de que nuestros procedimientos sean los que son, democráticos. Orgullosos, pero, a la vez, plenamente consecuentes con lo que implican. Y lo que implican es: pleno respeto y actitud leal con los tiempos; pleno respeto y actitud leal con el hecho mismo de la concurrencia de una diversidad de candidaturas, si se produce, y pleno respeto y actitud leal, por supuesto, con los resultados. Y pleno respeto y actitud leal por parte del ganador, lo cual tiene una traducción muy clara, a mi juicio, y en su momento traté de ser consecuente con ella: voluntad integradora. Voluntad integradora para sumar, para valerse de todos como mejor forma de servir a nuestros partido y a los ideales que defendemos.

Si actuamos así, y yo me siento responsable como vuestro Secretario General que así sea, sacaremos fuerzas de la democracia para ser más fuertes que nadie en democracia.

También estoy seguro de que nuestras posibilidades de revalidar la confianza mayoritaria de los ciudadanos para este nuevo periodo dependerán, en buena medida, de que ahora sigamos centrándonos en el trabajo que estamos haciendo por nuestro país. Desde el Gobierno de España, en primer lugar, pero también desde las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos que gobernamos y desde los que podamos hacer después de las próximas elecciones.

Quiero expresarme sobre este punto con la misma claridad que he tratado de hacerlo hasta ahora. Voy a ejercer mi responsabilidad como Presidente del Gobierno hasta el final de la legislatura, hasta el último día y lo voy a hacer como hasta ahora: cumpliendo con los compromisos que asumí en el Parlamento ante los representantes de todos los ciudadanos. Desde el discurso de investidura hasta las sucesivas comparecencias que hemos tenido en el Congreso en la lucha contra la crisis.

Compañeros y compañeras. Ahora el partido se va a volcar, se debe volcar en las elecciones autonómicas y municipales. En ambas está en juego el día a día de nuestro estado social, el rigor en la gestión de las cuentas públicas, la sensibilidad de los servicios públicos y sus destinatarios y, además, la búsqueda de la cooperación entre administraciones para alcanzar la prestación más eficiente posible de esos servicios. Si os fijáis, esto es tanto como describir las cualidades políticas de los socialistas.

Son elecciones, pues, en las que debemos ir de cara al encuentro de los ciudadanos y a debatir con nuestros adversarios. Me alegro de que hayáis hecho esta oferta de debates de todos nuestros candidatos.

Estas son elecciones autonómicas y municipales y sería absurdo tratar de pervertir su significado, porque los ciudadanos saber perfectamente lo que votan el 22 de mayo. Pero sí quiero pediros que recordéis siempre a los ciudadanos que, ante la crisis, ha habido dos actitudes bien diferenciadas en nuestro país. El PP tomó una opción: apostar todo a que la crisis acabaría derrotando al Gobierno.

Her sido líder de la oposición durante cuatro años y siempre traté de evitar que las opciones políticas de mi partido dependieran que a mi país le fueran mal las cosas para que así le fuera mal al Gobierno y por este solo hecho se incrementaran nuestras posibilidades electorales.

Quiero, por todo ello, pediros que en los debates que mantengáis, si se suscitan cuestiones de política general, aprovechéis la oportunidad para explicar lo que hacemos desde el Gobierno de España, el sentido de nuestras medidas, el significado de las reformas, nuestra preocupación por la cohesión social, la distinta actitud ante la crisis de unos y de otros. Que lo hagáis mostrando con humildad nuestra preocupación porque lleguen cuanto antes el empleo, los resultados del esfuerzo que estamos haciendo, pero también con la defensa de cómo estamos librando la batalla los socialistas ante una crisis tan dura y compleja como la que aún sufrimos.

Compañeras y compañeros, a trabajar; el Gobierno a gobernar; los candidatos a defender su programa, el partido a apoyar a los candidatos y las reformas. Vamos a demostrar, una vez más, quiénes somos y cómo somos. Somos un proyecto profundamente enraizado en la sociedad española, en los trabajadores, en los que no tienen de todo, en las mujeres y los hombres que aspiran a la igualdad. Somos una formación política histórica y cargada de futuro. Una formación democrática que ama la libertad interna y el coraje. Una formación en la que nos reconocemos porque nos llamamos compañeros.

Eso, compañeros, muchas gracias.»

Zapatero ha anunciado que no será candidato, que agotará la legislatura y que habrá primarias tras las elecciones del 22.

Para hacer el anuncio ha elegido el mejor momento, con sorpresa y cargado de convicciones:

«y lo voy a hacer donde siempre pensé que debía, aquí ante vosotros» -dijo rememorando la despedida de Felipe González

Es una decisión coherente con su forma de entender la política. Primero el país, luego el PSOE y muy importante, también, su familia. Después todas esas otras consideraciones importantes y legítimas en la vida: el futuro, la incertidumbre personal, las ambiciones, etc..

Zapatero había manifestado a su familia ya hace mucho tiempo que solo estaría en el gobierno dos legislaturas, aunque lo condicionaba al bien del pais. Cumple así con su convicción y cumple con su visión sobre España y la soberanía popular.

En su discurso, Zapatero ha dado además el pistoletazo de salida a las primarias. Las primarias son, lejos de lo que pueda parecer, el mayor capital político que tiene el PSOE actualmente. Agitan la vida política, dan herramientas a los ciudadanos y permiten dar a conocer las propuestas de cada candidato. Pensar que son un peligro o una rémora es tener una mirada muy pobre de la democracia, como le ocurre al PP.

Las primarias, además, ayudarán muy probablemente a movilizar al electorado ante las próximas elecciones.

Ahora Rubalcaba y Chacón podrán enfrentarse en esas primarias. Ambos son excelentes candidatos. De un lado, Rubalcaba, heredero de la forma pragmática de entender la política de Felipe González, y de otro lado Carmen Chacón, la modernidad, heredera del Zapatero más social de la primera legislatura.

Al PP se le abre por su parte una etapa de desconcierto. No saben quién será su contrincante y en Génova son conscientes de que ahora el PSOE y sus movimientos internos marcarán la agenda política las próximas semanas. Un acierto, en términos políticos, por tanto.

La historia dirá que Zapatero ha sido un buen presidente, coherente, social y conciliador pero acosado por la situación global y acosado también por una oposición dura y marioneta de los medios mas radicales.

La historia hará justicia. Cosa que no pueden decir todos los expresidentes.

La porra de Berlín, ayer en hora 25. Ole.

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson-Washington. Si la opinión escrupulosamente estudiada y apasionadamente expuesta del legislador Newt Gingrich acerca de la intervención estadounidense en Libia no es de su agrado, no se apure. Los últimos precedentes sugieren que en cuestión de días va a decir todo lo contrario a lo que dice ahora.

Mi conjetura es que por el momento, al menos, Gingrich viene a apoyar la decisión del Presidente Obama de utilizar la fuerza militar contra el déspota libio Muammar Gadafi, o por lo menos espera que tenga éxito. Pero es difícil estar seguros. A tenor de Libia, el ex presidente de la Cámara ha demostrado tener la capacidad de estar a favor y en contra con idéntica certidumbre moral y arrogancia intelectual.

¿Por qué importa que un caballero famoso por ser un pirómano retórico vaya arrojando unas cuantas granadas contradictorias? Porque cuando Gingrich dijo en «Fox News Sunday» que espera anunciar su candidatura a presidente dentro de un mes, nadie se echó a reír. No hay un favorito claro a la candidatura Republicana, y es de esperar que pase cualquier cosa.

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Durante esa misma entrevista, Gingrich acababa de rematar una pirueta que habría recibido la nota perfecta en una competición olímpica de apnea – poniendo de relieve el motivo de que nunca jamás se le deba permitir acercarse al Despacho Oval.

Gingrich se tiró a la piscina el 7 de marzo, cuando la presentadora de Fox News Greta Van Susteren preguntó lo que haría él a raíz del uso por parte de Gadafi de armas pesadas y fuerza letal contra manifestantes pacíficos.

«Imponer una zona de exclusión aérea esta tarde», respondió. «Todo lo que tenemos que decir es que creemos que masacrar a tu propia población es inaceptable y que vamos a intervenir».

Su primer salto de trampolín se ejecutaba el 23 de marzo, días después de haber comenzado la intervención militar con autorización de las Naciones Unidas. Hubiera dicho que aplaudiría la operación — implantación por la fuerza de una zona de exclusión aérea y ataques a las columnas blindadas de Gadafi, todo en el seno de un intento de proteger a civiles de una masacre inminente — puesto que es lo que había sugerido él. Pero me equivocaría.

«Yo no habría intervenido», decía a Matt Lauer en la NBC. «Yo no habría utilizado fuerzas estadounidenses y europeas, bombardeando a árabes y a ese país». Al día siguiente argumentaba «No estamos en posición de ir por el mundo acudiendo cada vez que haya un problema local a intervenir», decía en Fox.

Pero luego el sábado, en un acto en Iowa, daba un giro radical hacia lo que parecía sospechosamente su postura original, argumentando que Estados Unidos y sus aliados deben «derrotar a Gadafi tan rápido como sea posible».

Gingrich parece estar manteniendo un debate particularmente acalorado consigo mismo en torno a todo el asunto de la «fuerza aérea». El 7 de marzo, el Newt a favor de la intervención afirmaba en público: «No hace falta enviar tropas. Todo lo que tenemos que hacer es abatir a la fuerza aérea (de Gadafi), cosa que podríamos hacer en cuestión de minutos». El 24 de marzo, el Newt contrario a la intervención se burlaba en Fox: «Si están decididos a proteger a los civiles, desde el aire no se puede hacer… Es un error garrafal, y creo que es el típico exceso de confianza de los políticos en la fuerza aérea». El 26 de marzo, el Newt del derrotemos pronto a Gadafi decía que vencer al dictador implicaría «utilizar la totalidad de la fuerza aérea occidental tan decisivamente como sea posible».

En un raro eufemismo, Gingrich reconocía el sábado que «existen contradicciones obviamente» entre sus diversas intervenciones. Típicamente, sin embargo, salía en defensa de todas.

El hecho de haber salido a tomar parte por tantos bandos en la materia, decía, era de alguna forma culpa de Obama. Igual que no intervenir era culpa de Obama, intervenir es culpa de Obama, y lo que quiera que hagan los aliados con la fuerza aérea es culpa de Obama.

Obama llegó dolorosamente a destinar fuerzas estadounidenses a la intervención en Libia, garantizando primero un mandato de la ONU, cierta dosis de apoyo de los países árabes y garantías de implicación significativa por parte de nuestros aliados europeos. ?l pensaba en el precedente que pueden sentar esta clase de acciones militares humanitarias. Trató de evaluar la forma en que el resto de autócratas de la región en problemas reaccionarían a la acción estadounidense o la ausencia de acción.

Deje a un lado, por el momento, si Obama tomó o no la decisión correcta. Por lo menos lo intentó. Gingrich, por el contrario, tira la piedra y reflexivamente esconde la mano. A tenor de cualquier cuestión que se le ocurra, siempre está dispuesto a hablar más de la cuenta. Está seguro de que su opinión es la totalmente correcta — hasta que decide que es la totalmente equivocada.

Me doy cuenta de que sus críticas a Obama desde todos los frentes de la cuestión de Libia obedecen fundamentalmente a una táctica política — pasar al ataque, meter un montón de ruido, llamar cierta atención. Pero su temeridad arrogante en torno a una cuestión de guerra y paz debería dar escalofríos a cualquiera que lea las palabras «Newt Gingrich» y «candidato presidencial» en la misma oración. Que Dios nos coja confesados.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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Sección en convenio con el Washington Post

Las palabras importan, como no; pero solamente en el contexto de los hechos.

Los hechos, sin embargo, importan más que cualquier otra cosa; permiten que las palabras pueden ser de cualquier forma.

Cuando las palabras no se distinguen de los hechos, todo lo malo se vuelve posible.

¿Cómo trasmitir esta idea ante el cinismo?

Maaike Homan, de los diarios Trouw y Het Financieele Dagblad se muestra en radiocable.com contraria a cambiar la ley para que la hipoteca en el banco se pueda saldar solo con la entrega de la vivienda. Cree que no sería bueno para la economía española. Aliviaría a algunos consumidores, pero provocaría una bajada general del precio de la vivienda y problemas de solvencia a las cajas de ahorros. Problemas, que segun la corresponsal, podrían incluso llevar al rescate de España.

Maaike Homan

Maaike Homan considera que «las cajas españolas ya tiene bastantes problemas con el sector inmobiliario», asi que no deben estar «muy contentas» con el debate sobre la posibilidad de saldar hipotecas con casas. Cree que aunque pudiera ser un «gran alivio» para quienes no pueden pagar, si se cambiara la ley, uno de los riesgos sería un gran descenso del valor de la vivienda.

Pero sobre todo cree que de hacerse «bastantes consumidores con problemas querrían devolver las llaves de sus casas, pero eso significaría que las cajas tendrían más viviendas en sus saldos. Y esta situación les puede provocar problemas de solvencia». Esto desembocaría en la petición de ayudas públicas y en «una segunda crisis bancaria que resultaría fatal para el destino económico de España ya que tendría que ser rescatada por la UE».

Cree en cualquier caso que el problema actual es responsabilidad tanto de los clientes y de las entidades. Los primeros cometieron un error y debían haber sabido cual era el precio máximo que podían pagar y las «cajas nunca deberían haber dado hipotecas tan altas a gentes con salarios no tan altos».

La corresponsal explica que en Holanda, que cuenta con una ley similar a la española en la que la deuda no se salda solo con la entrega de la vivienda, no ha habido demandas de cambio: «alli la crisis ha afectado de diferentes manera. Poca gente perdió su trabajo y ha tenido problemas para pagar la hipoteca». Pero sobre todo explica que la gran diferencia entre el mercado holandés y español son los precios de las viviendas: «hay economistas que dicen que el valor de las casas en España tendrían que ser un 40% menos que los actuales. Los precios están inflados».

Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Richard Cohen-Washington. En 1938, el Presidente Franklin D. Roosevelt propuso una conferencia internacional en Evian-les-Bains, Francia, con el fin de abordar el urgente problema de los refugiados judíos procedentes de la Alemania Nazi. Representantes de 32 países se reunieron durante nueve días, tratando de abordar una catástrofe humanitaria. Al final, sólo la República Dominicana accedió a admitir más refugiados judíos y Hitler, siguiendo el curso de las cosas desde Berlín, llegó a la conclusión de que el mundo le permitiría hacer con los judíos lo que quisiera. Asesinó a 6 millones de ellos.

La conferencia de Evian ya no se menciona más — aunque nunca debería ser olvidada. Fue un monumento a la apatía y la indiferencia internacionales, por no decir de atroz egoísmo — «dado que no tenemos ningún problema racial real, no estamos deseosos de importar uno», manifestó el delegado australiano. Los participantes se reunieron en el Hotel Royal, un refinado enclave a orillas del lago Ginebra, y resolvieron cruzarse de brazos solamente. Tenían sus razones.

Escuchamos parte de esas mismas valoraciones expresadas por los detractores de la intervención estadounidense en Libia. No comparo la situación allí con la inminencia del Holocausto, solamente el asombroso deseo de personas buenas de enmascarar su fría indiferencia con llamamientos a la prudencia fiscal o algo parecido. Columnista tras columnista, particular tras particular, me dicen que Estados Unidos no pinta nada interviniendo en Libia — que haría falta una estrategia de salida o el permiso del Congreso, y que si Estados Unidos no puede intervenir en todos lados (Newt Gingrich mencionaba Zimbabwe, prefabricando una guerra civil exclusivamente para la ocasión), entonces no podemos intervenir en ninguno. Esto, de alguna manera, se afirma públicamente igual que si fuera un principio lógico — no hagas nada a menos que se pueda hacer todo.

Tras redactar una columna instando a Estados Unidos a imponer una zona de exclusión aérea, un asesor presidencial puntual que me llamó la atención me agasajaba con la posibilidad de que las escuelas de América tuvieran que cerrar, todo a causa de que habían caído bombas sobre Libia. Otros adoptaron el mismo discurso. Cualquiera diría que las escuelas iban a cerrar por todo el país, un centro escolar por cada despegue de la base aérea de Aviano, Italia. Simplemente no podemos permitirnos una intervención así, se me dijo, incluso si las escuelas están financiadas por las administraciones locales.

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¿Cuánto va a costar la intervención libia? Nadie sabe decirlo. Tal vez 1.000 millones, tal vez menos. La zona de exclusión aérea se impuso casi al instante – en realidad Libia no tiene fuerza aérea — y parte de la factura ha corrido por cuenta de los aliados. La guerra es cara – un F-15 sale por alrededor de 10.000 dólares la hora de vuelo, pero parte de este vuelo se realiza de todas formas. El resumen es que Libia no es un revienta presupuestos.

Aún así, una pregunta mejor es: ¿Cuánto va a costar salvar vidas? Eso es, después de todo, de lo que va esta operación — la posibilidad de que Muammar Gaddafi se dedique a ajustar cuentas de la forma más horrorosa posible. Apoyándose en sus antecedentes y los indicios claros de que está mal de la cabeza, el baño de sangre es una posibilidad real. ¿Qué debería haber hecho el mundo? ¿Nada? ¿Presionar a Gadafi con sanciones, congelar sus cuentas suizas y clausurar judicialmente la exclusiva residencia londinense de su hijo? Ninguna de estas medidas habría surtido un efecto inmediato. Las sanciones son un veneno lento. Hacía falta una medida radical.

Esta impactante indiferencia a las consecuencias de no hacer nada, o de hacer algo tan lento que en la práctica es no hacer nada, flota de pronto en el aire — el denominado argumento realista. Tristemente, el mensaje procedía del sorprendentemente frío corazón del progresismo. La revista The Nation, la fiable voz de la izquierda estadounidense, lo decía con estas palabras: «Teniendo en cuenta nuestro masivo déficit presupuestario y el hinchado gasto del Pentágono, nunca ha habido un mejor momento para que América ponga fin a su papel de policía global en favor del multilateralismo económico y diplomático». En otras palabras, vaya por la otra ventanilla.

Se pueden hacer argumentos — argumentos razonables — en contra de la intervención libia. Puede que las cosas empeoren. Tal vez nos quedemos atascados y tengamos que permanecer años. Tal vez los rebeldes sean los malos de verdad.

Por otra parte, había vidas en juego claramente y algo había que hacer. El mundo no se podía cruzar de brazos y quedarse mirando mientras algún demente se despachaba con los suyos — en el fondo, una repetición de la conferencia de Evian. La intervención libia sienta un precedente: Existe algo llamado comunidad internacional y, tan incipiente como pueda ser, insistirá en determinados mínimos hasta para las dictaduras: Las poblaciones no están para matarlas.

Richard Cohen
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En efecto como venía a decir en el post de ayer, es una imprudencia dejar que el PP maneje secretos de estado, pues a la vista está que los utiliza a su antojo por razones electorales. A la irresponsabilidad de haber zarandeado el asunto del Bar Faisán, sin importarles dejar al descubierto a un infiltrado, o a la difusión de las actas de ETA, hay que sumar un componente de hipocresía lamentable.

Eso lo pone en evidencia muy claramente la portada del Diario de Sevilla que mostré ayer en Al Rojo vivo. Es una entrevista del año 2000 concedida por Mayor Oreja a ese periódico en la que no solo decía estar «dispuesto a sentarse con ETA» de nuevo, sino que el ex ministro del Interior y actual europarlamentario también defendía a Aznar por hablar de ETA como Movimiento de Liberación Nacional Vasco: ??La expresión MLNV es la precisa, la acertada. Yo la utilizo con frecuencia?…-dijo.

Aquí el momento en vídeo: