El periódico de Marruecos Al Bayane publica un artículo de Mohamed Boundi titulado: ??Africa vaciada de su materia gris. España detiene la fuga de cerebros?. El texto se refiere a la recien aprobada» ley de la ciencia». El autor encuentra que se trata de una forma de retener en nuestro país incluso a científicos de otras procedencias. El texto recuerda que hasta ahora, «la mayoría de los inmigrantes no comunitarios de España, altamente cualificados, entre ellos los marroquíes, son víctimas de una terrible marginación profesional al ser forzados a ejercer actividades por debajo de sus posibilidades y cobrar salarios generales asignados a obreros sin cualificación» :

??España que recibió, desde el comienzo de los años 90, a centenares de miles de trabajadores extranjeros altamente cualificados aprobó el pasado miércoles la ley de Ciencias, Tecnología e Innovación, cuyo principal objetivo es prevenir la fuga de cerebros. Es una ley que ha sido apoyada por la casi totalidad de los grupos parlamentarios, tras un año de negociaciones para alcanzar un consenso en las modificaciones a aportar al texto inicial presentado por el Gobierno?

Esta ley llega en un momento en que el tercer mundo sufre una fuerte hemorragia provocada por la salida imparable de sus investigadores más talentosos, en concreto los diplomados superiores. Sin embargo, la mayoría de los inmigrantes no comunitarios de España, altamente cualificados, entre ellos los marroquíes, son víctimas de una terrible marginación profesional al ser forzados a ejercer actividades por debajo de sus posibilidades y cobrar salarios generales asignados a obreros sin cualificación. Para evitar estos extremos, España ha recurrido a la aprobación de una ley que fija las condiciones de contratación para sus científicos. Esta ley pretende animar a los jóvenes titulados universitarios a integrarse en los diferentes departamentos de investigación científica y lograr sus aspiraciones en su propio país.?

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson-Washington. La energía nuclear empezaba a parecer la panacea — una forma de reducir nuestra dependencia del crudo, hacer más autosuficiente nuestro abastecimiento energético y paliar de forma significativa el calentamiento global, todo a la vez. Ahora parece más un pacto con el diablo.Ojalá no fuera así. En los últimos años, algunos de los ecologistas más respetados de la nación – incluyendo a Stewart Brand, fundador de la publicación Whole Earth Catalog – han terminado siendo defensores de la energía nuclear. Pero mientras los ingenieros nipones luchan frenéticamente por impedir que el desastre escale a la categoría de catástrofe, no podemos pasar por alto el hecho de que la fisión nuclear es una tecnología inherente e incomparablemente tóxica.

La secuencia encadenada de fallos de sistemas, fusiones parciales del núcleo y deflagraciones de hidrógeno en la central nuclear Fukushima Daiichi 1 fue provocada por un acontecimiento extraordinario: el terremoto más fuerte de la historia reciente de Japón, que provocó un tsunami de fuerza destructiva inimaginable. También es cierto que los reactores de Fukushima pertenecen a un diseño más antiguo, y que es posible construir plantas nucleares que nunca van a sufrir averías similares.

Pero también es cierto que sistemas a prueba de fallos no hay. Los imprevistos suceden.

La Tierra está llena de movimientos tectónicos, actividad volcánica, manifestaciones violentas del clima. Hacemos todo lo que podemos para predecir estos fenómenos, pero nuestros cálculos más fiables pertenecen a la probabilidad y son por tanto imprecisos. Tenemos ordenadores tan próximos a la infalibilidad como cabe imaginar, pero los datos que alumbran deben ser interpretados finalmente por la inteligencia humana. Cuando una crisis sí ocurre, los expertos tienen que tomar decisiones rápidas bajo presiones enormes; normalmente aciertan, a veces se equivocan.

El problema de la fisión nuclear es que los riesgos son increíblemente elevados. Sabemos diseñar centrales nucleares de forma que la probabilidad de un desastre de corte Chernobyl sea prácticamente nula. Pero no podemos eliminarla por completo — ni sabemos anticiparnos a cada clase de desastre potencial. Y en lo que respecta a los reactores de fisión, el peor de los casos es tan terrible como para resultar impensable.

Los ingenieros de la central de Fukushima luchan por evitar la liberación a gran escala de la mortal radiación, que es el riesgo inherente de cualquier reactor de fisión. En el incidente de Chernobyl, una nube de vapor y humo radiactivo extendió la contaminación a lo largo de cientos de kilómetros cuadrados; incluso después de 25 años, un radio de 20 millas alrededor de la central en ruinas permanece vetado y es inhabitable. Los estudios han calculado que la liberación de radiactividad de Chernobyl ha provocado al menos 6.000 casos de cáncer tiroideo adicionales, y los científicos esperan que se desarrollen más casos de cáncer los próximos años.

Parece poco probable que la crisis de Fukushima se convierta en otro Chernobyl, aunque sólo sea porque hay muchas probabilidades de que el sentido del viento arrastre al mar cualquier nube radiactiva. Las autoridades japonesas parecen estar tomando todas las decisiones correctas. Pero hasta en un país con estándares de seguridad y conocimientos tecnológicos punteros, mire a lo que se enfrentan — y el escaso margen de error del que disponen para trabajar.

Al principio, la atención se centró en el reactor de la Unidad 1 y la lucha por mantener sumergidas las barras de combustible — cosa imprescindible, en todo momento, para evitar la fusión total y la liberación catastrófica de la radiación. Bombear agua de mar a la cámara del reactor pareció estabilizar la situación, a pesar de una deflagración de hidrógeno — indicadora de una fusión parcial — que voló por los aires el techo del edificio de contención externa del reactor.

Pero entonces la atención se desplazó al reactor de la Unidad 3, que podría haber sufrido una fusión parcial más avanzada; también sufrió una deflagración de hidrógeno. Las autoridades dicen estar seguras de estar estabilizando el reactor pero reconocen que es difícil estar seguros. Mientras tanto, el que podría ser el fallo más importante de todos está teniendo lugar en el reactor de la Unidad 2, cuyas barras de combustible estaban totalmente expuestas al aire. Los científicos no tienen forma inmediata de saber la cantidad de combustible del reactor que se ha fundido — ni cuáles pueden ser las consecuencias.

El panorama más optimista es que los ingenieros japoneses dominen con el tiempo la central. Entonces, supongo, será posible concluir que en última instancia, el sistema funcionó. A medida que Presidente Obama y Congreso impulsen una nueva generación de centrales nucleares, los diseños de centrales nuevas serán vetados y tal vez modificados. Confiaremos en haber incorporado las lecciones de Fukushima.

Y nos estaremos engañando, porque una de las lecciones insalvables de Fukushima es que improbable no significa imposible. Los fallos improbables pueden combinarse entre sí para llevar cualquier fisión del reactor al borde del desastre. Puede suceder aquí.

© 2011, The Washington Post Writers Group

La web Xinhua-China.Org, que se edita desde China, publica un texto que sostiene que «España puede perder unos 200.000 turistas japoneses a causa del terremoto». El texto recoge datos españoles facilitados por la Confederación Española de Agencias de Viajes y Touroperadores que recalca que desde que se produjo el seísmo los viajes turísticos entre Japón y España son ??prácticamente inexistentes?? :

??La crisis nuclear de las centrales en Japón a causa del terremoto y el tsunami de la pasada semana en Japón ha provocado una ola de cancelaciones masivas en los viajes de los japoneses al exterior y en especial a España que puede originar la suspensión de unos 200.000 turistas, según la Confederación Española de Agencias de Viajes y Touroperadores (CEAVYT).

La misma fuente señala que en 2009 el número de japoneses que disfrutaron sus vacaciones en España rozó los 230.000 y desde que se produjo el seísmo los viajes turísticos entre Japón y España son ??prácticamente inexistentes??. Para el presidente de CEAVYT, José Manuel Maciñeiras, el turismo nipón tiene ??cierta importancia?? en el mercado español, ya que el japonés es un cliente que tiene un perfil ??muy atractivo?? que ??viene a hoteles de buen nivel, se mueve, hace circuitos y gasta en compras??. José Manuel Maciñeiras dijo que este descenso en el número de llegadas de turistas japonés a España puede ser largo a raíz del terremoto y perjudicial para España y su economía?.
??No obstante, el impacto para el turismo del turista japonés podría suplirse por la llegada de turistas de otros países tras las crisis que se viven en naciones árabes como Túnez, Egipto, Libia o Jordania, que están convirtiendo a España en destino seguro para visitantes de otros países, resaltan las citadas fuentes?.

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El periodista Mohamed Boundi publica un texto en el periódico de Marruecos Al Bayane titulado ??Seria preocupación en España por el peligro nuclear?.Según explica el periodista, «no paran de producirse reuniones al más alto nivel. Responsables políticos, científicos e ingenieros nucleares trabajan codo con codo para tranquilizar el nerviosismo de la población»:

??El fantasma de una contaminación radioactiva toma forma en España en donde el Gobierno ha tomado en serio cualquier tipo de eventualidad, incluida la revisión del programa de energía nuclear. Por ello no paran de producirse reuniones al más alto nivel. Responsables políticos, científicos e ingenieros nucleares trabajan codo con codo para tranquilizar el nerviosismo de la población por los riesgos de una eventual contaminación nuclear en España? Por este motivo, el Presidente del Gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero, decidió crear un ??grupo de seguimiento?? de la situación en Japón que le asesoraría en caso de necesitar tomar decisiones fundamentales según como se desarrollen los
acontecimientos en las centrales nucleares japonesas?.
?Socialistas y Populares han dejado de lado sus batallas políticas para apoyar el proyecto de ley que determina como responsables exclusivos a los titulares de la gestión de las centrales nucleares, el monto de las indemnizaciones por daño nuclear y el plazo de cobertura… Los socialistas afirman que van a respetar el plazo de ??vida útil?? de las centrales nucleares existentes en España y que el Gobierno se esfuerza en garantizar las instalaciones españolas para que cumplan con todos los parámetros de seguridad. Además, la opción de las energías renovables se mantiene??

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson-Washington. El objetivo más urgente de la crisis nuclear cada vez más alarmante de Japón es la amenaza procedente del combustible radioactivo que ya se ha consumido en los reactores de la central de Fukushima Daiichi y que aguarda su retirada. En Estados Unidos, la industria nuclear ha acumulado alrededor de 70.000 toneladas de dichos desechos potencialmente mortales — y no tenemos ningún sitio donde ponerlas.La evaluación cada vez más cruda que hacen los funcionarios estadounidenses de la situación en Japón se deriva en gran medida del hecho de que las barras de combustible consumidas — que se almacenaron en piscinas de agua para conservarlas frías — han quedado al parecer expuestas a la atmósfera. El material está «frío» sólo en sentido relativo: una vez expuestas a la atmósfera, las barras de combustible se calientan rápidamente y liberan grandes cantidades de radiación.

Se trata únicamente de uno de los numerosos fallos del sistema de la central de Fukushima, pero es el que reviste un riesgo más inmediato. Durante días, los funcionarios japoneses negaron que hubiera problema alguno en las piscinas de combustible consumido, ubicadas dentro de la misma estructura que alberga los reactores. El jueves, sin embargo, las autoridades reconocían la gravedad de la situación y empezaban a hacer todo lo que podían para abordarla.

Hasta utilizaron helicópteros para llenar contenedores de agua marina y tratar de liberarla sobre las barras de combustible en dos de los seis reactores de la central. Pero las barras estaban liberando tanta radiación que los pilotos del helicóptero, por su propia seguridad, tenían que liberar el agua desde una altura considerable. Casi toda ella se perdía, y los esfuerzos fueron detenidos tras realizar solamente cuatro pasadas.

El peligro planteado por la radiactividad del combustible consumido está obstaculizando los esfuerzos de los trabajadores por impedir que los reactores activos en Fukushima – repletos de combustible mucho más «caliente» – sufran una fusión. Parece evidente que esta clase de desechos deben ser retirados y eliminados, aunque sólo sirva para dar a los empleados de la central una cosa menos de la que preocuparse en medio de una situación de emergencia.

Pero en Estados Unidos, las centrales nucleares tienen que almacenar sus barras de combustible consumidas en las instalaciones, dentro de piscinas parecidas a las de la central de Fukushima. Una central típica genera más de 20 toneladas de tales desechos al año, según el Instituto de la Energía Nuclear. Las barras de combustible se vuelven paulatinamente menos radiactivas, pero tienen que ser aisladas finalmente del medio ambiente durante muchos miles de años.

Las autoridades estadounidenses han buscado durante mucho tiempo una solución permanente para almacenar los desechos nucleares más contaminantes. En el año 2002, tras una larga y amarga polémica, el Congreso eligió un enclave en Nevada, las instalaciones de Yucca Mountain, como almacén permanente de los desechos nucleares de la nación.

Esa parecía ser la respuesta. Las barras de combustible consumidas procedentes de las centrales nucleares del país se transportarían a las instalaciones de Yucca Mountain y quedarían almacenadas para siempre bajo tierra. El pasado año, sin embargo, la administración Obama presentó una iniciativa que retira la solicitud de licencia del Departamento de Energías a la Comisión de Regulación de la Energía Nuclear para crear realmente y hacer uso del silo de Yucca Mountain – lo que en la práctica devuelve toda la polémica al principio más o menos.

Como todos los políticos de Nevada prácticamente, de cualquiera de las formaciones, estarán impacientes por contarle, existen buenas razones para no elegir las instalaciones de Yucca Mountain. No son tan remotas como sería preferible — la zona habitada de Las Vegas se encuentra solamente a 160 kilómetros de distancia – y la zona se considera región activa sísmicamente. Aunque es cierto que los científicos están seguros de que las fallas cercanas nunca podrían dar lugar a un seísmo lo bastante importante para destruir un silo nuclear bien construido, también es cierto que los científicos estaban seguros de que la central de Fukushima nunca se vería afectada por un terremoto de magnitud 9,0 grados acompañado de un tsunami de proporciones bíblicas.

El Departamento de Energías, con la ayuda de una comisión de notables, está llevando a cabo un «examen integral» del problema de los desechos radiactivos y eventualmente propondrá un plan. Existen alternativas a meter toda la basura dentro de una montaña simplemente — la descontaminación, por ejemplo.

Pero una vía de acción que no tiene ningún sentido en absoluto es dejar que los desechos sigan apilándose simplemente en las más de 100 centrales nucleares ubicadas por todo el país. Las probabilidades de un accidente son bastante remotas; las consecuencias, sin embargos, son totalmente impensables.

?ste es el problema de la industria nuclear entera, que emplea una tecnología incomparablemente contaminante. El impacto de un error de cálculo puede sentirse durante una generación, una vida, hasta una eternidad.

La canciller alemana Angela Merkel lo pilla. Ella dijo a su parlamento que la crisis japonesa le había hecho darse cuenta de que Alemania debe llevar a cabo un «abandono comedido» de la energía nuclear y «entrar en la era de las energías renovables tan pronto como sea posible».

Merkel clausuró temporalmente siete de los reactores más antiguos de Alemania como primer paso. Después de lo de Japón, seguir «como si nada hubiera pasado» no es una opción, dijo.

Nadie en Washington parece estar prestando atención.

© 2011, The Washington Post Writers Group

Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Richard Cohen – Washington . El 21 de diciembre de 1988, Muamar Gadafi asesinaba a Theodora Cohen. Es una manera de decirlo. Cohen era una de los 259 pasajeros y tripulantes del vuelo 103 de la Pan Am. Me acuerdo de ella por motivos evidentes y también porque, parafraseando al escritor Erich María Remarque, la muerte de una mujer es una tragedia, la muerte de millones una estadística. Gadafi tiene sus estadísticas, pero es de una tragedia de lo que estamos hablando hoy. Vendrán muchas más.

Agentes de Gadafi también volaron por los aires la discoteca La Belle en lo que por entonces era Berlín Occidental. Era un lugar frecuentado por soldados estadounidenses. Gadafi apoyó otras actividades terroristas. Elogió la matanza de los atletas israelíes en las Olimpiadas de Múnich de 1972, así como el asesinato de Anwar Sadat. Mató a disidentes en Libia y envió agentes a matarlos en el extranjero también. Si gana la guerra civil en curso, va a matar a sus enemigos. Se avecina un baño de sangre.

¿Que cómo lo sé? No lo sé. Sólo puedo mirar al pasado – a lo que ha hecho Gadafi – y llegar a la conclusión de que hará lo mismo en el futuro. Se le puede detener, no obstante. Cuando el Presidente Reagan tomó represalias por el atentado contra la discoteca La Belle bombardeando a la propia Libia, Gadafi captó el mensaje y se tranquilizó. Cuando Gaddafi vio que América iba a por las (presuntas) armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, él se deshizo de las suyas. Hasta pagó compensaciones por el atentado del vuelo 103 de la Pan Am. Muammar Gaddafi es un demente, pero no un chiflado.

Al pedir la imposición de una zona de exclusión aérea sobre Libia, diversos políticos estadounidenses entre otras figuras han maridado sus metáforas históricas con el fin de defender su postura. Ellos citan la negativa de América a detener el genocidio en Ruanda y nuestra tardía respuesta a la masacre de civiles en los Balcanes. Sin embargo, Libia es – o ha sido – diferente. Es una guerra civil de algún tipo — la población contra el gobierno. No se ha ordenado ningún genocidio y no se ha perpetrado ningún genocidio. Libia no es Ruanda. Libia no son los Balcanes.

Pero podrían serlo. Y excluir esa posibilidad sería productivo si la administración Obama recuperara el juicio. Sus manifestaciones hasta el momento han sido el ajo de todas las salsas: Gadafi se tiene que ir… pero no si no quiere realmente. En una entrevista con el Washington Post, Ben Rhodes, del Consejo de Seguridad Nacional, proponía lo que The Wall Street Journal ha bautizado con razón «la Doctrina Obama». Dice así: Tú vas adelante.

Sorprendentemente, la Casa Blanca quiere aguardar a que todos los demás hagan lo que sea — las Naciones Unidas, la OTAN, las «organizaciones multilaterales y relaciones bilaterales», en palabras de Rhodes. Es la forma pomposa de decir que primero vamos a celebrar una reunión y luego convocaremos unas comisiones y a continuación nos volveremos a reunir aquí dentro de poco en algún momento… si Dios quiere.

Todo muy bonito — muy anti-George W. Bush, y esa es parte de la razón. Pero Obama ha interpretado la prudencia hasta el extremo de la dilación. La comunidad internacional nunca se pone de acuerdo en nada. Siempre recurre al liderazgo estadounidense. El Presidente galo Nicolás Sarkozy estableció relaciones diplomáticas formales con los rebeldes libios, pero el mundo casi no se dio cuenta ni le importó. Es Estados Unidos el que cuenta. Nosotros tenemos la pasta. Nosotros tenemos los conocimientos. Nosotros tenemos el ejército. Nosotros abrimos camino, ellos siguen. Puede no ser como tendría que ser. Es, sin embargo, como es.

Gadafi no es ningún paleto del desierto. Recibió entrenamiento militar en Gran Bretaña y Grecia. Sin duda le ha cogido la distancia a Obama y ha llegado a la conclusión de que es un incoherente. Gadafi en persona es todo lo contrario. Es audaz. Sólo tenía 27 años cuando se hizo cargo de su país. Está imbuido en megalomanía. Entre sus numerosos títulos nobiliarios está el de Rey de los Reyes del África. Lleva muchas coronas. Shakespeare conocía a los de su clase. El talento les precede.

No es demasiado tarde para que la OTAN imponga una zona de exclusión aérea sobre Libia. (Hasta la Liga Árabe la ha pedido). Una maniobra así no se terminaría yendo necesariamente de las manos. Ningún efectivo estadounidense fue a Bosnia hasta que se negoció la tregua. Llamar la atención de Gadafi y hacerles sabe que Estados Unidos no le va a permitir que masacre a su oposición como hizo Sadam con los chiítas y los kurdos — para eterna vergüenza del pasivo George H.W. Bush — sigue siendo apremiante.

Obama y Gaddafi constituyen una incongruencia. El presidente es un pensador; Gadafi es un asesino. A menos que Obama y Occidente hagan algo, se avecina un baño de sangre. Que se lo digan a los Cohen. Gadafi mató a su hija.

© 2011, The Washington Post Writers Group

Lo primero que tengo que decir es que soy contrario a toda intervención bélica por el mundo, así en genérico, y lo segundo que no. Libia no es lo mismo que Irak, aunque lo digan Pedro J, el ABC, La Razón, Intereconomía o La Gaceta.

Existen, sí, poderosas razones para oponerse a la intervención militar en Libia:

La principal es que las certezas en tiempos de guerra ocultan siempre mentiras para anestesiar a la opinión pública. La segunda es que ya ni siquiera sabemos quienes son los nuestros, si es que un día lo supimos, pues el blanco y el negro no suele ayudar a comprender el mundo. Ni siquiera sabemos si quienes encabezan la revolución armada hoy son los mismos que salieron a las calles ayer. La tercera es descubrir que ha sido el barril de Brent quien ha agitado conciencias que llevaban 42 años al servicio del sátrapa porque tampoco se nos olvida que en el mundo hay más de 30 conflictos en los que la población civil no goza de foco internacional. Así están en Zimbabwe, Camerún, en la República democrática del Congo, en Somalia, en Liberia, o en Costa de Marfil, donde sufren abusos igualmente atroces. Entonces ¿por qué allí sí y en otros lugares no?. Por último, una zona de exclusión aérea requiere bombardeos y por tanto es incompatible con el concepto quirúrjico que nos quieren colocar.

Existen poderosas razones también para apoyar una intervención militar.

Primero porque la comunidad internacional no puede llegar tan tarde como llegó a Ruanda, dejando a su suerte a la población civil, especialmente cuando las intenciones de Gadafi, de entrar a sangre y fuego, han sido anunciadas; Segundo porque la comunidad internacional no puede dejar que el ejército de Gadafi se lleve por delante a ciudadanos que solo pedían libertad, derechos y prosperidad frente a un sátrapa que les ha expoliado con nuestra complacencia. Tercero, porque el mensaje de que occidente apoya a los pueblos que piden democracia no se dirige solamente a esos ciudadanos -allí y fuera-, sino a los mandatarios de los paises que pueden venir después y que de lo contrario podrían dudar si utilizar el procedimiento Gadafi para acallarles. Por cierto, algunos, conscientes, se han sumado a la petición de intervención militar, para evitar paralelismos.

Y no, no es lo mismo que la guerra de Irak. En Irak unos tipos se inventaron una mentira, la de las armas de destrucción masiva, para justificar un expolio. Se hizo a espaldas de la legalidad internacional. Aquí tenemos a un satrapa como el anterior, sí, pero que está hoy atacando a la población civil ante los ojos impasibles del mundo.

Además, precisamente la losa de Irak pesa sobre la cabeza de los mandatarios internacionales lo que hace que sus decisiones sean diferentes per se. Por primera vez el mundo árabe apoya una intervención así y Barack Obama ya ha dicho que no habrá ocupación, que no habrá un solo soldado por tierra: «la operación será junto a nuestros aliados árabes» -dijo.

Así está la balanza pero como hay que añadirle unos gramos de pacifismo trasnochado, que diría el director de La Razón, pues lo siento mucho pero soy contrario a la intervención militar.

Sin embargo, en un alarde de creatividad y tratando de expiar sus culpas de apoyo al belicista Aznar, la prensa de derechas trata de fijar hoy semejanzas entre Zapatero, Aznar, Libia e Irak.

Pero ¿es lo mismo retratarse con Ban Ki-moon, líder de las Naciones Unidas, que hacerlo unilateralmente con Bush y con los otros de las Azores. Pues no. No es lo mismo.

 

Mark Fitzpatrick, ha trabajado en el Departamento de Estado de EEUU y actualmente es director del Programa de No Proliferación y Desarme del International Institute for Strategic Studies en Londres. En esta entrevista concedida a radiocable.com explica que el desastre de Fukushima «tendrá consecuencias inevitables para el futuro de la industria nuclear». Habla, además, de los peligros potenciales a los que las centrales en España pueden hacer frente y la seguridad de los programas nucleares que están desarrollando países como Irán, Vietnam o Indonesia.

Mark Fitzpatrick

Mark Fitzpatrick recuerda que los «accidentes de Chernobyl en Ucrania y Three Mile en Estados Unidos provocaron reflexiones sobre la industria nuclear»: »

«Gente por todo el mundo se volvió reacia a la energía y los proyectos nucleares. Creo que veremos un tipo similar de reacción ahora. Pero no será una reacción universal y no detendrá totalmente la energía nuclear, porque el mundo necesita energía».

Para este experto en nucleares, la industria está en «proceso de perder la batalla de la opinión pública», pero considera que «si las nucleares pueden demostrar que los problemas que han aparecido en Fukushima pueden superarse ??y afirma que probablemente puedan superarse-, entonces la necesidad de energía conllevará que lo nuclear siga formando parte del reparto energético»:

«Aunque creo que no copará una parte tan grande de la tarta como se estaba planeando. Por eso creo que el llamado ??renacimiento nuclear? se verá ralentizado o descarrilado. La energía nuclear seguirá con nosotros pero no jugará un papel tan importante como lo hubiera hecho sin el desastre de Fukushima».

Fitzpatrick explica que las centrales en otros países pueden no tener que enfrentarse a terremotos y tsunamis, pero asegura que hay «otros tipos de desastres naturales o causados por el hombre que pueden invalidar los sistemas de refrigeración, por ejemplo, un ataque terrorista que podría cortar toda la electricidad o una guerra. Este tipo de desastres también han de ser tenidos en cuenta. Las centrales nucleares pueden ser más seguras. Pero seguramente es imposible garantizar al 100% la seguridad».

Aunque puntualiza que otras fuentes de energía como el carbón, el pretroleo o el gas tampoco son 100% seguras.

Como conocedor de los programa nucleares de países como Indonesia, Vietnam o Iran advierte de los riesgos que esto puede suponer para el planeta. En concreto muestra su preocupación por los planes vietnamitas donde «no permiten grupos de protesta ciudadanos que puedan vigilar y hacer de contrapeso» y el iraní:

«Alli no permiten críticas al programa nuclear. A causa de la situación política, el programa nuclear se ve como el terreno en el que luchan Estados Unidos e Iran.  Pero creo que si los ciudadanos iraníes observan los aspectos de seguridad veran que su planta nuclear también se está desarrollando en una zona de terremotos y pueden tener problemas».

La comunidad autonoma que mejor nota recibe de los turistas extranjeros que visitan España es el Principado de Asturias, seguida por Navarra y Extremadura. Esto es al menos lo que afirma el Instituto de Estudios Turísticos de España (IET), un organismo dependiente del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Segun sus datos, los visitantes le dan a Asturias casi una matrícula de honor, un 9,4 sobre 10. y además repiten.

El Puente de Cangas de Onís
(Foto: Flickr/Agumal)

El baremo mide el grado de satisfacción con el destino que han elegido. La más valorada por los turistas es Asturias, pero también consiguen un sobresaliente Navarra y Extremadura. En cambio, las que menos gustan son Andalucía y Madrid, dos de las que absorben gran parte del mercado turístico extranjero. Son las menos valoradas, pero aun asi reciben puntuaciones superiores al 8.

Estos datos forman parte de un estudio del IET denominado Habitur, que mide los hábitos de los turistas internacionales. Entre otros aspectos, al margen del grado de satisfacción del cliente, mide la fidelidad del viajero internacional y las fuentes de información utilizadas para planificar sus vacaciones en España.

Además recoge que la buena mesa triunfa entre los extranjeros. La Rioja y Asturias lideran la escala parcial de la gastronomía. En cuanto al ??entorno turístico? que aglutina la belleza de los paisajes y los recursos que hay a disposición del visitante, de nuevo aparece el Principado con un 8,8 de nota. En cuanto a los alojamientos mejor valorados, se lleva el reconocimiento Cantabria, con 8,3 puntos.

Las comunidades compiten como destino, pero España suma a todos y cada uno de los viajeros que traspasan la frontera. Por eso, la media nacional del grado de satisfacción también es muy alta. En el caso de los que España fue su segunda opción, tras descartar otro viaje, la nota es de un 8,4. Los que se decantaron por España como primera opción le dieron un 8,5.

El estudio del IET también recoge que el extranjero es un cliente fiel. Casi la mitad de los turistas ingleses que viajan a España ya lo han hecho al menos en 10 ocasiones más. En el caso de los portugueses ese porcentaje se eleva hasta el 66% y los franceses, el 53,4%.

El Ministerio considera que el elevado grado de satisfacción del turismo es un elemento que garantiza el futuro del sector. Pero también quiere ver qué aspectos son los mejor valorados para seguir mejorándolos y para que aquellas comunidades que se están quedando atrás modifiquen sus políticas de gestión.[visto aqui]

Embajada de EEUU en España. Papel desvelado por wikileaks:

«el CNI realizó un informe en 2006 en el que indicó que el golpe más devastador que los yihadistas podrían asestar a España sería atacar una de las centrales nucleares».

Todo esto fue desvelado recientemente por el diario El Pais: El cable afirma que después del 11-M, España «redobló sus esfuerzos para asegurar sus instalaciones nucleares ante un ataque» y destaca que en 2004 aprobó un plan de respuesta ante un eventual incidente nuclear al que asignó 1.682 guardias civiles. Según la embajada, «el CNI realizó un informe en 2006 en el que indicó que el golpe más devastador que los yihadistas podrían asestar a España sería atacar una de las centrales nucleares».

La legación -explicaba El Pais- relata cómo en 2002 ecologistas de Greenpeace ascendieron a la cúpula de la nuclear de Zorita (Guadalajara, ya cerrada) y desplegaron una pancarta antinuclear. Después de aquello, el CSN recomendó que las eléctricas rodearan con un doble vallado las centrales. En 2007, además, Greenpeace llegó por el río hasta la nuclear de Almaraz (Cáceres) y otro la sobrevoló con un paramotor, tras lo cual pusieron alambre de espino en el tejado del edificio. Además, revela el enfado del CSN con el incidente de Juzbado. El responsable de la campaña nuclear de Greenpeace, Carlos Bravo, explica que tras la protesta en Almaraz el CSN les advirtió muy seriamente de que no lo repitieran: «Nos advirtieron con que peligraba nuestra seguridad».