Ayer en la tertulia de Al Rojo Vivo, en La Sexta 2, sucedió una cosa que me tiene inquieto. Resulta que defender la ley, su cumplimiento, la democracia y el estado de derecho le suena a algunos como un planteamiento «radical». No es la primera vez que lo observo, en contextos diferentes, con debates diferentes. Y fotografía la salud democrática de nuestro país.
La izquierda abertzale ha presentado un partido político que en apariencia cumple con la ley de partidos. Evidentemente, ni soy sospechoso ni tengo ningún interés especial en que acudan a las elecciones pero si cumplen la ley, la ley debe cumplir con ellos. Punto. A esto se le conoce como democracia. Y al respeto por las normas jurídicas, respeto por el estado de derecho.
Por primera vez, además, una formación de esta inclinación rechaza expresamente «la violencia o la amenaza en cualquier forma, de ETA» y ese rechazo al terrorismo de la banda figura en los estatutos tres o cuatro veces.
Por eso, si la fiscalía demuestra que se atienen a la ley, Batasuna debería poder presentarse a las elecciones. Porque puede, -como dicen los expertos-, que en el seno de esa formación se esté imponiendo la tesis de que las ideas solo pueden defenderse en democracia, y que con la violencia no es posible alcanzar objetivos.
Cabe, como no, la posibilidad de que se trate de una artimaña y de que «Sortu» no sea más que una excusa para colocar a ETA en los Ayuntamientos y obtener financiación para actividades terroristas. Si esto último es así, podrán volver a ser ilegalizados y reconoceremos una vez más que, a veces, los demócratas nos equivocamos, cosa que es más difícil de decir en ausencia de derecho.
El problema de haber instalado normas tan exigentes como la Ley de partidos, -toda una anomalía democrática- es que la complejidad del exámen se vuelve bidireccional. Examina a los partidos que bordean la ley, sí, pero si estos cumplen la norma, también nos examina a nosotros, a la democracia. ¿Está acaso planteando el PP un paréntesis, una cuarentena, en la democracia española?
Esta por ver que la Fiscalía acepte las listas y los estatutos de Sortu. Pero los demócratas no solo estamos obligados a aceptar las reglas del juego que hemos impuesto, sino que deberíamos defender su cumplimiento con pasión.
Porque quizá dentro de 10 años miremos atrás, recordando como empezó el principio del fin de la violencia. Y será porque alguien abrió un espacio de transición. Y de largas transiciones, de sociedades que tragaron con asesinos, este país sabe mucho. Es lo que tiene construir una democracia jóven.