Ricardo Limia tiene 94 años y es el último superviviente vivo de los miles de presos del franquismo que trabajaron practicamente en régimen de esclavitud en el Canal del Bajo Guadalquivir tras la Guerra Civil. El diario Público le dedica un artículo en el que recuerda la extrema dureza de esta vida. Al hilo de esta entrevista, radiocable.com ha buscado otros casos y testimonios de «esclavos del franquismo».
En la red, han recuperado un reportaje de Canal Sur que reconstruyó la historia del Canal en el que trabajó Limia, que de hecho era conocido como «de los Presos». Pedro Prieto fue otro de los trabajadores forzados en aquella obra.
Tras el fin de la guerra, el régimen franquista quisó facilitar el regadío de más de 50.000 hectáreas en Sevilla y Cádiz. Idearon el Canal del Bajo Guadalquivir y para su construcción recurrieron a la mano de obra esclava de campos de concentración como el de Los Merinales. De allí salieron para trabajar en condiciones extremas en esta infraestructura miles de personas entre 1940 a 1962.
Ricardo Limia, que había sido secretario general de las Juventudes Socialistas Unificadas de Riotinto fue condenado a cadena perpetua en 1937. Luego le conmutaron la pena por trabajos forzados y pronto fue a parar al Canal. «Los presos morían de hambre, enfermedades, palizas… No lo podéis imaginar. Como te desviaras una mijita, te castigaban. Más tarde o más temprano, caían sobre ti», recuerda Ricardo.
?l era encargado de llevar la contabilidad de la construcción y controlar los carburantes porque sabía leer y escribir. «No tuve que cargar piedras. Si no, no hubiera llegado a los 94 años», reflexiona. «Pero en el campo era uno más. Dormíamos todos en los barracones, en el suelo. Me podían mirar mejor o peor según el día, pero era un preso. Era un esclavo, como todos», recalca.
Pero no es el único esclavo del fascismo que ha podido contar su historia. «Desafectos» es un documental que retrata lo que vivieron más de 2.000 socialistas, anarquistas, comunistas o nacionalistas entre 1939 y 1941, obligados a construir una carretera entre Salazar y Roncal… a punta de pistola.
En Internet puede encontrarse más información sobre los «esclavos del franquismo en Los Pirineos». Existe una página web dedicada a difundir la realidad de los trabajos forzados durante la guerra civil y el franquismo. Incluso han montado una exposición itinerante sobre el tema. Y organizan homenajes a los presos que padecieron esta forma de esclavitud y han sobrevivido hasta nuestros días. Ellos rememoran detalles de sus viviencias.
La existencia de «esclavos» y de trabajos forzados nunca fue negada por el regimen de Franco. De hecho su existencia y vivencias se documentaron en miles de vales, informes y papeles que durante décadas han estado en poder del Tribunal de Cuentas. Alli se detallaban los movimientos en 132 campos de concentración y 541 batallones de prisioneros forzados a trabajar en obras militares o civiles.
El franquismo no solo no ocultaba el destino de estos hombres, sino que presumía de él. En un NODO de la época puede verse como el régimen consideraba que les estaba ofreciendo «la revalidación. La diginidad que tenían perdida. Si volaron un puente ahora lo reconstruyen, si derribaron una casa, la levantan ahora. Sus días de prisioneros estan consagrados al aprendizaje de unas labores que les convierten en seres útiles, redimiéndoles de su existencia de parias. Y los despojos humanos deberán a España, su regeneración.»