El periódico chileno El Mercurio publicó ayer un texto de Juan Manuel Cabrera, el Embajador de España en Chile titulado: ??Chile y España?. En el texto -que también se publica en el blog del diario- se ensalzan las relaciones entre ambos paises:

??Hoy, 12 de octubre, Día de la Fiesta Nacional de España, conmemoramos también el Día de la Hispanidad que representa el emblemático encuentro entre dos mundos. Chile y España comparten, entre otros valores, la promoción del multilateralismo, en el seno de los organismos internacionales en los que participan, y mantienen excelentes relaciones bilaterales, que se concretan en visitas e intercambios institucionales periódicos. España, presidencia de turno de la UE en el primer semestre de este año, ha hecho del impulso de las relaciones europeas con América Latina, y con Chile en particular, una de sus prioridades. Destacar, por último, que España aprecia la estabilidad y seguridad jurídica de Chile, y fruto de ello cuenta con una importantísima presencia empresarial, que la sitúa en segunda posición como inversor en Chile. La valoración de esta destacada presencia empresarial es muy positiva para ambos países y, por los sectores elegidos, por su magnitud y por su filosofía, se trata de una inversión que revela una confianza profunda en este país moderno y eficaz que es Chile?.

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La medición de audiencias de prensa, radio, tv o páginas web siempre ha suscitado polémica y dudas. Sin embargo por su propia dinámica, las redes sociales ofrecen una enorme transparencia en este ámbito. Asi resulta mucho más sencillo y fiable saber qué medios de comunicación españoles son los más seguidos en Twitter. El blog 233 grados ha realizado un ranking que muestra los 100 primeros. Y en el nº1 figura una revista: Muy Interesante.

Muy Interesante
(Foto: Flickr/YaPCi)

La medición de popularidad se hizo el pasado 4 de octubre y no se basa en estadísticas o encuestas, sino que refleja los seguidores (o followers) que cada medio tenía dados de alta ese día en su perfil en la red social de los 140 caracteres. La revista Muy Interesante aparece encabezando la lista con 302.951 seguidores. Destrás figuran los dos grandes diarios nacionales: El País con 261.650 seguidores y El Mundo con 154.190.

El top5 lo completan El Mundo Deportivo con 148.768 followers, y lainformacion.com, el primer medio puramento digital que aparece, con 120.756. Luego figuran Publico, Marca, As, Hola y Sport. Todos los que encabezan el ranking son medios impresos, a excepción de La Información. Hasta el puesto 12 no aparece la primera TV, La Sexta con 13.615, y hasta el 25 la primera radio, la Cadena SER con 6.314.

Entre los digitales, además del ya mencionado La Información, aparecen destacados SportYou en el puesto 16 con 9.270 seguidores, Cuarto Poder, el nº21 y 8.002 followers, El Confidencial Digital, un puesto por detrás con sus 7.915 seguidores y Periodismo humano en el nº 29 con 4.769.

Los datos de seguidores varían constantemente en Twitter, tanto en cuestión de altas como de bajas, pero son 100% transparentes. 233 grados tiene intención de elaborar este ranking de los 100 medios españoles más seguidos mensualmente, lo cual permitirá comprobar la evolución de cada uno.

Es la noticia del día que copa titulares de todo el mundo. El rescate de los 33 mineros atrapados en la mina de Copiapó está siendo restransmitido y comentado por todos los grandes medios de comunicación del planeta con despliegues solo reservados para macro-acontecimientos. En la blogosfera se celebra el éxito, pero muchos critican la cobertura mediática de toda la historia por excesiva, más propia de un reality show y ha permitido la manipulación política.

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Ramón Lobo en su blog Aguas internacionales compara el rescate con la película El Gran Carnaval: «más de 1.500 periodistas dispuestos a todo a cambio de un buen titular. De un tiempo a esta parte, la información se ha transformado en un plató sobre el que gira un trozo de la realidad. Afecta sobre todo a las televisiones, tan dadas al espectáculo.»

Marco Schwartz en Versión libre lamenta que la tragedia haya degenerado: «lo que se ha visto por parte de las autoridades chilenas, con la ayuda de las grandes cadenas de televisión, es un intento descarado por rentabilizar el caso, convirtiéndolo en una exhibición de fervor nacional mediante la utilización de la más rancia retórica patriotera.»

Jose A. Perez del blog Mi mesa cojea también recurre al simil del «Gran Carnaval» y comenta: «La primera acepción de la palabra prensa que contempla el diccionario de la RAE es «máquina que sirve para comprimir». Los 33 mineros de San José son los nuevos Beatles con fecha al dorso, un producto perecedero, ya casi caducado, precipitándose al vacío por el acantilado de la información. Telerrealidad radical.»

JR Mora en su blog critica tanto la cobertura del rescate: «la noticia se ha comido literalmente la programación de todos los medios. La mayoría  ha apostado por jugar con la cifra de los 33 en cuenta atrás. Todos muy cutres», como el circo y la manipulación anteriores«cuando la noticia está tan enterrada que ya no da para más, sólo queda exprimir conjeturas guapas y supuestos sugerentes.

Jorge Muzan en Hispanic LA critica la cobertura «La prensa chilena y el gobierno de Sebastián Piñera se han hecho un festín con la popularidad del suceso, armando y transmitiendo en directo al resto del país un masivo reality show… Las historias y las emociones de cada uno de ellos adornan día y noche las pantallas de los lacrimosos espectadores chilenos.»

En La tele que me parió hablan de «un triste reality» y critica a la TV y la prensa: «Que la tele siempre arrima el ascua a su sardina no es una novedad. No me extraña el tono que está adquiriendo el rescate de los mineros chilenos pero sí que lamento, y mucho, que se use para tapar la realidad más obvia y explotando la pobreza de estos trabajadores y sus familias.»

David Bollero en DB News critica la apropiación política de tantos ajenos:  «si Piñera quiere cumplir con su pueblo, si de verdad quiere hacerlo, que haga un buen repaso de inspecciones mineras a lo largo y ancho del país. Entonces sí, sí habrá cumplido, no sólo con su pueblo, sino con su trabajo.»

En el blog Memento Mori critican los excesos de los medios:  «La tragedia de los mineros se ha convertido en un simple show en que lo realmente importante no es el salvamento, sino la repercusión internacional que tiene lo que se hace en el entorno. A ellos tanto les da porque dependen totalmente de los de arriba, pero a los que hacen negocio impunemente a costa de su épica aventura, sí.»

Norelys Morales en su blog Islamía habla del reality show en que se ha convertido el campamento Esperanza: «Los familiares de los mineros ríen, conversan, cantan y hablan con la prensa mundial que ha llegado al desierto chileno. Son más de 700 periodistas de 166 medios de comunicación de todas partes del mundo. A ellos se suman miles de curiosos. «.

En Twitter, el rescate es uno de los temas del día y sobre la cobertura mediática pueden leerse estas reflexiones:

Javier Casal da los dos lados de la historia «esta es una historieta potente y muy emotiva. ¿Show? Sí, sin duda

Hugo Martínez Abarca incluye un matiz político en su crítica: «Lo de Piñera intentando sacar cacho del Carrusel Minero es de una obscenidad insuperable.»

Bob Pop ironiza sobre la retransmisión del rescate: «¡Acaba de salir el quinto!» Esto de los mineros por la tele es muy de Lotería de Navidad«

Ruben Regalado se declara harto del circo y recurre al sarcasmo «¿Hacemos ya la noticia de que chile es TT, de que hay mucho apoyo, de que hay grupos en #fb? o esperamos un poco»

Javier Sanchez concreta su critica: «Efectivamente…el contador de mineros restantes de @el_pais es como la casa de Gran Hermano y los concursantes restante.»

Adriano Morán desdramatiza toda la historia: «Igual me crucifican, pero para cualquier minero profesional lo de Chile (con comida, agua y sabiendo q hay salida) no es taaan dramatico«.

Ander Izaguirre llama la atención sobre otras tragedias: «Viva el rescate chileno. Ahora a ver si empezamos a sacar a estos: 13.000 menores bolivianos trabajan en la minería»,


El acuerdo de asociación alcanzado por el grupo hotelero español AC Hotels y la cadena norteamericana Marriott International que gestionará y franquiciará una nueva marca hotelera para Europa y Latinoamérica llamada «AC by Marriott» ha sido recogido por algunos de los principales medios anglosajones.

Un hotel AC
(Foto: Flickr/AChotels)

El Washington Post se hace eco del acuerdo y explica que Marriott «cree que sus perspectivas de crecimiento más brillantes están fuera de EEUU y el 70% de los establecimientos que tienen previsto abrir en el futuro estarán en suelo extranjero». De ahí su asociación con AC Hoteles para Europa y Latinoamérica. «Los más de 90 hoteles de AC en España, Italia y Portugal están programados para ser reconvertidos en la nueva marca una vez que el acuerdo se cierre a finales de año».

El Financial Times destaca que la Joint Venture supondrá «una inyección de capital bienvenida en una de las más conocidas cadenas urbanas de España, a la vez que desarrollará el perfil del operador norteamericano en el sur de Europa». También explica que la propiedad de los establecimientos seguirá en manos de «AC, sus afiliados y otras terceras partes», pero la gestión correrá a cargo de la nueva empresa conjunta.

The Independent habla de que «un gigante hotelero coge una marca española global». A niveles operacionales considera que «el movimiento probablemente coloque a AC Hotels, una de las marcas hoteleras españolas más conocidas, en el ámbito intercontinental pisando los talones de sus competidores nacionales -tanto Hoteles NH como Sol Meliá han desarrollado una presencia significativa en America Latina y Central-.

El Business Gazzette considera que la asociación de ambas marcas permitirá a «los clientes de Marriott acceder bajo el programa de Marriott Reward a una cartera de hoteles lider en España en el segmento de establecimientos de negocios y urbanos- placer, a la vez que supondrá para los clientes de AC ganar puntos para viajar a los hoteles de la marca Marriott.

El Washington Business Journal comenta que «AC by Marriott se centrará en convertirse en un líder de mercado en Europa y América Latina en la categoría de hotel urbano de cuatro estrellas. Incorporará el modelo conceptual y de negocios de productos AC Hotels que se caracteriza por una mezcla única de calidad, confort, diseño y tecnología, con sistemas mundiales de Marriott International, de distribución y plataformas de venta.»

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No es extraño que se haya producido esta expectación mundial ante el rescate de los mineros chilenos. La operación se ha convertido en toda una hazaña tecnológica y humana.

Es una acción de ingeniería minera sin precedentes en la historia, y una inyección de patriotismo para el nacionalismo chileno, que afianza la posición de potencia mundial minera de la que presume el pais.

En términos de marketing político, el empresario millonario y Presidente del gobierno, Sebastian Piñeira, ha aprovechado la ocasión para revestir de su mandato recién estrenado de un halo heróico que le está saliendo muy rentable:

«La popularidad del presidente chileno, Sebastián Piñera, subió 10 puntos, desde el 46 al 56%, en el mes de agosto por la buena evaluación de su desempeño en el accidente que dejó a 33 mineros atrapados en un yacimiento en el norte del país «

Piñeira conoce la vertiente mediática, su negocio, pues no en vano acaba de vender el canal de televisión Chilevisión, que era de su propiedad, a Time Warner.

La gesta del rescate, televisado en todo el planeta, tiene todos los componentes épicos, para el caldo de retórica que busca el presidente.

Se echa de menos, sin embargo, un debate profundo sobre las condiciones de trabajo de los mineros, cuando no son, eran, noticia. Falta por conocer por ejemplo, con precisión, como eran y en qué grado  afectará esta accidente a las medidas de seguridad de los miles de trabajadores que siguen día a día descendiendo a las profundidades de la tierra.

Piñeira ha avanzado que su Gobierno «ha emprendido una revisión de la normativa para la práctica de la minería en su país, a fin de garantizar seguridad a los trabajadores de ese sector […] porque un país que quiere ser desarrollado debe respetar a los derechos de sus trabajadores y trabajadoras».

Imagínense lo que se ha encontrado por allí.
Todo sea que no se vayan las cámaras y vuelva todo a la normalidad.

La primera elección del director Robert Zemeckis para el papel de Marty McFly en 1985 no fue Michael J. Fox, sino el actor Eric Stolz. Durante cinco semanas rodaron escenas del guión con él de protagonista. Hasta que Zemeckis se convenció de que era un error y lo sustituyó por Fox, cuyo trabajo lo convirtió a él en una gran estrella y a la película en un éxito supertaquillero.

Hasta ahora era una historia casi desconocida, pero en Internet han rescatado un video inédito que muestra escenas conocidas de «Regreso al futuro» con Stolz encarnando a Marty McFly. El propio Zemeckis ha explicado para The Hollywood Reporter por qué decidió el cambio. El material descartado y la entrevistas serán parte del contenido «extra» de la edición especial de un DVD para el 25 aniversario de la trilogia. (Fuente: Neatorama)

La corresponsal de la revista Cambio y el diario Rumbo explica en radiocable.com que en México el 12 de octubre ya no tiene apenas trascendencia, ni positiva ni negativa. Cristina Iliana Begné considera «normal» que España lo celebre, pero asegura que en su país y en general en Latinoamérica apenas tiene relevancia. Cree que el discurso antiespañol y de reivindicación de «lo indígena» está bastante apagado y la «relación contradictoria de amor-odio» se mantiene ahora con EEUU.

La plaza de Colon en ojo de pez
(Foto: Flickr/Vagamundos)

Cristina Begné recuerda que antes el 12 de octubre era fiesta nacional aunque se conmemoraba el Dia de la raza y se hacía «más bien defensa del tema indígena». Pero ahora ya es un día normal y no tiene ninguna importancia «ni fu, ni fa, realmente da igual en México». Y asegura que el rechazo a España «formó parte del discurso desde el poder» más en los años 60 0 70.

La corresponsal considera incluso que los festejos del Bicentenario de México más que «algo contra España son una necesidad de reivindicación y de encontrar una identidad».

José Alberto Gutiérrez conduce un camión de basura en Bogotá y desde hace casi una década recoge los libros que encuentra entre los desperdicios de los barrios nobles. Ha recuperado miles de textos y con ellos ha montado una biblioteca para la gente más necesitada de su comunidad. Su proyecto ha tenido tanto éxito que un programa de la televisión colombiana le ha dedicado un reportaje.

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Este lector empedernido organizó su biblioteca de libros recuperados de la basura en su propia casa. José Alberto Gutiérrez y su familia restauran los libros que encuentran en mal estado y los clasifican por temas. Ya tiene más de 8.000 títulos y allí acuden sobre todo niños, ya que no hay ninguna otra biblioteca pública en su barrio La Nueva Gloria, en la localidad de San Cristóbal Sur. Ha bautizado su proyecto como «La Fuerza de las Palabras».

En su biblioteca hecha de libros tirados por otros hay una colección de ocho tomos sobre la primera y segunda guerras mundiales, un par de enciclopedias completas de Salvat y Cumbre, y antologías exclusivas de obras de Borges y Cortázar. José Alberto explica que «lo único que me interesa es que se acabe la ignorancia en este planeta. Y cuando acabe la ignorancia, seguramente va a haber paz en el mundo». [visto aqui]

Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Richard Cohen – Washington. Aún monto en bicicleta. Hago 20 kilómetros, varios días a la semana, y mientras escucho música — el servicio Pandora de mi iPhone. He creado un canal temático de folk rock. ?ltimamente ha interpretado repetidamente el título de Neil Young ??Ohio?: «What if you knew her and found her dead on the ground?» En la bici, tengo que reprimir una lágrima.

??Ohio? cumple 40 años, y la he escuchado una y otra vez. Trata del asesinato en 1970 de cuatro estudiantes de la Kent State University durante una manifestación contra la Guerra de Vietnam. Los asesinos eran cuatro varones igualmente jóvenes de la Guardia Nacional de Ohio. Yo estuve en tiempos en la Guardias Nacional. ¿Cómo pasó esto? ??This summer I hear the drumming. Four dead in Ohio?.

Las colinas me obligan a bajar la marcha. Las supero, yendo tan despacio que cuando la canción entra puedo escuchar a propósito la letra. El trozo sobre la mujer muerta sobre el suelo golpea con fuerza de conmoción. Me parece que la conocía. Uno de los cuatro muertos era Allison Krause, e iba a clase en el Washington metropolitano. Su padre, Arthur Krause, me llamaba a veces. Arthur había consagrado su vida a buscar justicia para su hija. Tendría que haber sabido lo que le esperaba. Era un superviviente del Holocausto.

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El sábado, sobre la bici, escuché a base de bien: ??Tin soldiers and Nixon coming. We??re finally on our own. This summer I hear the drumming. Four dead in Ohio?.

Había sido periodista de crónica en la época en la que tuvieron lugar los crímenes y para mí fueron un notición. Anhelaba la oportunidad de cubrirlos, pero era joven y no tenía experiencia y los púgiles periodísticos salieron de la sala de prensa como alma que lleva el diablo, agarraron un taxi, se subieron de un salto al avión y redactaron la crónica — la crónica. La crónica que dará sentido.

Pero ya no es noticia y de esa forma, sobre la bici, el horror integral de ella salía a la luz: Dios mío, soldados estadounidenses habían abatido a estudiantes universitarios estadounidenses. Esto no era China, ni la Plaza de Tiananmen, y no es Irán y las concentraciones pro-democracia del año pasado — no es ninguno de esos sitios. Esto era América, apenas ayer (fíese de mí) y aún así había pasado. ¿Cómo? Pensé detenidamente y luego recordé. Las balas habían matado a esos chavales, claro — pero fueron alcanzados, en cierto sentido, desde la boca de los políticos.

El gobernador de Ohio, James Rhodes, demonizaba a los manifestantes. Ellos eran «peor que los milicianos Nazis y el elemento comunista… Vamos a utilizar la contundencia que sea necesaria para sacarlos de la Kent».

Así era el lenguaje de aquella época. Y ahora es el lenguaje de la nuestra. Es el idioma de Glenn Beck, que hace un fetiche de los izquierdistas y llama racista a Barack Obama. Es el idioma de la indignación que alimenta a gran parte del movimiento fiscal y es la suma total del mensaje de campaña entero de Carl Paladino en Nueva York. Es toda esta conversación de «recuperar América» (¿de quién?) y esta indignación rudimentaria dirigida contra los inmigrantes y, por supuesto, esta rabia sin refinar contra los musulmanes, amasada por políticos como Newt Gingrich y Rick Lazio, habiendo sido derrotado el segundo por Paladino por culpa de, entre otras cosas, no estar lo bastante indignado. «Voy a expulsarlos», prometía Paladino en una concentración del movimiento fiscal celebrada en Ithaca, N.Y.

Allá por la era de la Guerra de Vietnam, la izquierda también se valía del lenguaje desagradable y recurría a la violencia. Pero la derecha, como es costumbre, privaba de su ciudadanía al movimiento pacifista. Convertía la disidencia en traición que, en cierto sentido, era la peor traición de todas. Convertía a los disidentes en el «otro» famoso que no tenía nada que ver con el resto de nosotros. Ellos no eran oposición; eran el enemigo: Fire!

Sobre la bicicleta, recordaba aquellos días y me preguntaba si no habrían vuelto. Palos y piedras pueden romper huesos, pero las palabras — refutación monótona aparte — matan. Perdemos presidentes por palabras y líderes de los derechos civiles por palabras — también homosexuales e inmigrantes y médicos abortistas. Richard Nixon es mencionado en la canción porque era presidente en aquella época y porque sus palabras eran desagradables. Estaba fascinado por la dureza y la violencia.

Escucho la canción más clara ahora que nunca. Es el sonido distante de nuestro pasado no tan distante, pero una advertencia clara de nuestro futuro. Four dead in Ohio. No es sólo una canción. Una lección.

Richard Cohen
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E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington. Ha sido un curso político tan impredecible que es difícil tener confianza en alguno de los pronósticos de noviembre. ¿Cómo que impredecible? Bien, me gustaría conocer al tertuliano o estadístico que imaginó que una candidata de formación al Senado abriría un anuncio de campaña anunciando «No soy una bruja».

Problemas de hechicería de Christine O’Donnell aparte, hay algo que puedo decir con confianza acerca de las legislativas del mes que viene: los afroamericanos votarán de manera mayoritaria a los candidatos del Partido Demócrata en todas las casillas. Es el comportamiento político perfectamente racional — pero en muchos sentidos es una vergüenza.

No me entienda mal. Estoy plenamente convencido de que la agenda progresista defendida por los Demócratas es mucho mejor para los afroamericanos, y para la nación en conjunto, que la agenda conservadora escogida por los Republicanos. Pero también estoy seguro de que en política, como en los negocios, la competencia es buena. Los monopolios dan por seguros inevitablemente a su clientela.

Y esto, francamente, es lo que llevan haciendo décadas los Demócratas con el voto negro. En lo que a los afroamericanos se refiere, el único interrogante es si van a participar en cantidades importantes en los comicios legislativos. Nadie pone en duda el sentido de su voto.

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El apoyo afroamericano al Partido Demócrata ronda el 90%. Esto entra dentro de la definición de monolítico, incluso si los estadounidenses negros son cada vez más diversos — económica, social y cultural o geográficamente. Existen millones de hogares negros acomodados de barrios residenciales que encajan en el perfil demográfico de los independientes o de los Republicanos. Ha existido un influjo sin precedentes de inmigrantes negros procedentes de África y el Caribe que ven con nuevos ojos el panorama político. Los sondeos demuestran que en las cuestiones sociales más candentes, como el matrimonio homosexual, muchos afroamericanos son muy conservadores. Esperaría que por alguna parte, de alguna forma, el Partido Republicano hubiera logrado hacerse con un trozo.

El problema reside en que los Republicanos no lo han intentado — seriamente no, por lo menos. Y va a hacer falta mucho más que elegir a un testaferro como el secretario del partido Michael Steele, o nominar a un sorprendente candidato al Congreso como Tim Scott en Carolina del Sur, para superar décadas de indiferencia o antipatía.

La historia de alejamiento de los afroamericanos por parte del Partido Republicano es bien conocida. En 1960, Richard Nixon alcanzaba el 32% del voto negro. En 1964, Barry Goldwater — que se había opuesto a la histórica Ley de Discriminación — recibía apenas el 6% del voto negro. Este cambio dramático hizo posible la «estrategia sureña» de Nixon, que el estratega político Kevin Phillips explicaba al New York Times en 1970, valiéndose de una terminología arcaica:

«De ahora en adelante, los Republicanos nunca van a obtener más del 10 al 20% del voto negro y no van a necesitar mucho más», decía Phillips, «pero los Republicanos serán poco previsores si debilitan la implantación de la Ley de Discriminación. Contra más negros se afilien a los Demócratas en el Sur, antes abandonarán a los Demócratas los blancos negrófobos y se harán Republicanos. Ahí es donde están los votos. Sin ese estímulo de los negros, los blancos van a reincidir en sus antiguos acuerdos cómodos con los Demócratas locales».

En otras palabras, la idea consistía en capitalizar los temores y los agravios raciales de los blancos del Sur — dejando que los votos negros se alejen del Partido Republicano, y hasta alentándoles a marcharse.

La nuestra es una era diferente, y no estoy sugiriendo que la vieja estrategia sureña persista en alguna forma retrógrada. El predominio del Partido Republicano entre los blancos del Sur no se basa en el tipo de fanatismo racial crudo e inequívoco visto hace décadas.

Lo que estoy diciendo es que los Republicanos no han realizado ningún esfuerzo serio por apelar al voto negro. Una iniciativa así comenzaría con el reconocimiento de los problemas concretos a los que se enfrentan los afroamericanos — incluyendo la herencia de siglos de opresión y discriminación — y una propuesta de políticas para abordar esos problemas. Pero esto iría contra la postura dogmática Republicana de que el gobierno debe ser severamente contenido en sus ambiciones.

Los Demócratas, por lo menos, son mucho mejores a la hora de sacar a pasear el discurso. ¿Pero ofrece alguna idea nueva el Partido Demócrata — o la promesa de recursos significativos por lo menos — para eliminar la pobreza multigeneracional y la disfunción en la que demasiados afroamericanos se ven atrapados? ¿Están abordando los Demócratas la enorme brecha de riqueza entre los negros de clase media y sus homólogos blancos?

Teniendo en cuenta los riesgos, no veo otra opción real para los afroamericanos que acudir a las urnas en noviembre y ser fieles al Partido Demócrata, que por lo menos pide nuestro voto. Los Republicanos no han ofrecido alternativa. Ojalá lo hagan algún día.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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