Katheen Parker, articulista del Washington Post, se refiere a España en su última columna y aborda el debate suscitado en los EEUU sobre los costes del viaje de Michelle Obama. Resulta que, a pesar de que ha anunciado que los paga de su propio bolsillo -a excepción de los gastos de seguridad- los medios preguntan si su elección -hotel de 5 estrellas en el extranjero- era la más idónea en tiempos de crisis.

Katheen Parker apunta alguna explicación sobre la elección del destino:

[Sobre la] idea, relativa a las quejas de que gastó dinero del contribuyente en unas vacaciones extravagantes, alojándose en un hotel de cinco estrellas en España y volando en un avión militar con un aparato de seguridad que algunos considerarán extravagantes en estos momentos económicos de apretarse el cinturó. El hecho es que Michelle Obama no tiene voto en la forma en que es transportada de A a B. Todas las primeras damas viajan con seguridad significativa a bordo de un aparato y si, todas subsidiadas por el contribuyente. ¿Pero cuál es la alternativa? ¿En serio preferimos que la mujer del presidente no viaje nunca, o que sea expuesta al secuestro o a otro atentado?[…]

Lynn Sweet escribía en Politics Daily que la decisión de la señora Obama de desplazarse a España en esta tesitura particular estaba destinada a reconfortar a una amiga cuyo padre había fallecido recientemente y cuya hija, amiga de Sasha Obama de 9 años de edad, que acompañaba a su madre, tenía el deseo especial de celebrar su cumpleaños en España. [La propia Sweet lo explica también en esta entrevista de CBS News]

[…] Finalmente, las vacaciones estuvieron desastrosamente planificadas pero tampoco constituyen un delito que exija condena.  Puede que de mayor preocupación a largo plazo sea la oportunidad desperdiciada por parte de la primera dama de dar ejemplo de contención y hasta de generosidad. [Leela completa aquí]

 

 

Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Richard Cohen – Washington El domingo, The Washington Post y The New York Times reunían a más de una veintena de eruditos y les planteaban, en palabras del Times, «¿Cómo puede invertir Obama la tendencia?» Buena pregunta. No sólo seis de cada diez votantes «carecen de fe en que el presidente vaya a tomar las decisiones adecuadas para el país», según una encuesta Washington Post-ABC News, sino que Barack Obama ni siquiera se lleva el mérito de las decisiones correctas que ya ha tomado. El rescate bancario evitó el derrumbe financiero y el paquete de estímulo apartó a la economía del borde del abismo. Junto a la reforma del sector financiero y la sanidad, son logros importantes. Sólo discrepa el votante.¿Por qué? Algunas respuestas son evidentes. La economía sigue floja y el paro sigue siendo elevado. Los efectos de la reforma sanitaria aún están por verse y la tinta de la reforma financiera dista mucho de estar seca. Hasta que esas legislaciones se vuelvan populares, pueden ser manipuladas por los Republicanos entre otros malintencionados. Y en cuanto a la economía, impedir que las cosas empeoren no es lo mismo que hacer que mejoren. Si usted está en el paro, a duras penas le va a animar que la recesión visitara su domicilio y se saltara a su vecino. Lo que cuenta es su puesto de trabajo.

¿Qué se puede sacar pues de todo esto? Los expertos de los medios de referencia entre los medios de referencia rebosan ideas. «Nuevas formas de pensar» podrían salvar la situación, dice David Frum, y una renovada guerra contra el cáncer haría maravillas, según Elizabeth Edwards. La estratega Demócrata Catherine A. ??Kiki? McLean dice que Obama debe centrarse «en el empleo, el empleo y el empleo», mientras que Matthew Dowd, de ABC News él, sugiere al presidente «bajarse del tren partidista de campaña?. Donna Brazile insta a Obama a elevar el tono de su retórica, Bob Kerrey es partidario de «una campaña destinada a promover la innovación en el sector privado», Mark Penn propone duplicar el tamaño del programa espacial, Edward Rollins cree que a Obama le irían mejor las cosas si dejara de culpar de todo a su predecesor y a Robert Shrum le parece que «Obama sólo necesita ser él mismo». (¿Eso qué es?)

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Todas son sugerencias ingeniosas y algunas podrían suscitar realmente el debate estimulante en la Brookings. Pero el artificio de todas ellas se vuelve evidente en cuanto — como siempre pasa — Obama es equiparado con Ronald Reagan. (Shrum lo hace). Los parecidos son superficiales, y el más importante de ellos es el hecho de que Reagan también registró cifras de popularidad decepcionantes en esta tesitura de su presidencia — consecuencia de una acusada recesión. De hecho, los Republicanos perdieron escaños de la cámara en las legislativas de 1982, igual que los Demócratas están destinados a perder según todo bicho viviente político concebible. Reagan, por supuesto, prosiguió hasta lograr la reelección por un amplio margen y desde entonces se ha convertido en un icono Monte Rushmoriano. Que preparen los cinceles.

La comparación con Reagan puede alegrar a Obama, pero no son nada comparables. Porque hasta en los peores momentos de Reagan en los que, según Gallup, seis de cada 10 estadounidenses decían no gustarles la labor que desarrollaba, la friolera de seis de cada 10 decían no obstante que el caballero les caía bien. Era, por supuesto, fenomenalmente encantador, auténtico y curtido en incontables audiciones a la hora de dar esa imagen. Igual de importante era que la opinión pública tenía fe en la consistencia de sus principios, conviniera o no con ellos. Esto era la Paradoja Reagan y ayudó a poner mejor cara a su presidencia.

Nadie acusa a Obama de ser normalito. No es desagradable, pero carece de la calidez de Reagan (o de Bill Clinton). Es más, su carrera ha sido breve. No encabezó ningún movimiento, no fue portavoz de ninguna ideología, e hizo una campaña sacada de los anuncios de Nike — poniendo cambio en lugar del zas del anuncio. Parece distante. No suscita bromas irlandesas. Para el votante medio, es lejano.

Reagan, en contraste, está presente desde siempre. No se definía únicamente a través de cuidados anuncios de campaña sino de un sinnúmero de discursos, dos legislaturas agitadas y muy polémicas como gobernador de California y una candidatura anterior a la presidencia. Nunca hubo una duda en torno a quién era Reagan y lo que defendía. Nada que ver con Obama. Lo único que comparte con Reagan hasta la fecha son los bajos índices de popularidad.

Lo que se ha venido en llamar la Paradoja Obama no es ninguna paradoja en absoluto. Los votantes carecen de fe en que vaya a tomar las decisiones económicas acertadas porque, en lo que a ellos respecta, no lo ha hecho. Se decantó por la reforma sanitaria, no por la creación de empleo. Apoyaba la opción pública, y luego no la apoyaba. Se ha mostrado frío con el israelí Binyamin Netanyahu y luego no deja de hacerle la pelota. Los estadounidenses saben que Obama no es tonto. Pero siguen sin saber quién es él. Para que los estadounidenses puedan reconocer los méritos de lo que ha hecho tienen que saber quién es. Estamos impacientes.

Richard Cohen
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E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington. Ya es Navidad para los demagogos. El laudo que pone freno a las disposiciones más polémicas de la nueva ley de inmigración anti-latina de Arizona es un regalo bien presentado para aquellos que disfrutan convirtiendo la verdad, la justicia y el estilo americano en ventajas políticas.Como ciertamente todo hijo de vecino sabe a estas alturas, la magistrada de distrito Susan Bolton decretaba el miércoles una medida cautelar extraordinaria que impide al estado implantar secciones del código que parecen patentemente inconstitucionales. Las consecuencias políticas están muy claras: a corto plazo por lo menos, los Republicanos ganan y los Demócratas pierden.

A un plazo mayor, el impacto de la cuestión de la inmigración sobre las esperanzas de los principales partidos es al revés. Pero el acento se pone ahora en ganar en noviembre, y el Partido Republicano se frota las manos.

Los críticos tienen otro arma más que utilizar contra la administración Obama, porque fue el Departamento de Justicia del Presidente Obama el que llevó a la justicia el código de Arizona. El fiscal general Eric Holder elegía un argumento relativamente discreto: que la draconiana legislación supone una usurpación flagrante de la obligación del gobierno federal de establecer e implantar las leyes de inmigración.

Bolton convenía, y prohibía temporalmente las disposiciones de la medida que se aventuran en terreno federal. El Departamento de Justicia no le solicitó que abordara el otro gran problema de la ley, que es que se reduce a una receta de fichado racial a una escala que no se veía en este país desde los días de las leyes de segregación en el Sur. Pero Bolton se metió de todas formas.

Si la policía local recibe órdenes de comprobar la situación de cualquiera que detenga o interrogue, existe una «probabilidad sustancial» de que un criterio tan indiscriminado incluya a extranjeros residentes legales, turistas extranjeros con visados válidos, y hasta ciudadanos estadounidenses — en otras palabras, cualquiera que tenga aspecto más o menos mexicano.

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Al margen del comisario del Condado de Maricopa Joe Arpaio — un grandilocuente truco publicitario que ya llega a poner en escena operaciones contra la inmigración ilegal ante las cámaras de televisión — virtualmente todo funcionario destacado de las fuerzas del orden de ese estado es contrario a la ley. Argumentan que sobrecarga sus recursos, pone a sus agentes en peligro potencial y, lo más importante de todo, hace mucho más difícil investigar los delitos. Imagine que hay dos caballeros dentro de un vehículo que están esperando casualmente a que cambie el semáforo cuando tiene lugar ante sus ojos un robo con agravante brutal. Si el nuevo código está en vigor, y uno de los testigos se encuentra aquí ilegalmente, ¿qué probabilidades hay de que acuda a decir a la policía lo que vio?

No escucharemos tales sutilezas ni molestias a los Republicanos este otoño, no obstante. Vamos a escuchar atronadoras alegaciones de que la administración Obama — la enorme y malísima administración federal — ha conspirado con una funcionaria federal de justicia no electa para impedir que el estado de Arizona implante una ley que aspira solamente a expulsar del país a un puñado de personas que no tienen derecho a estar aquí.

Vamos a escuchar a los candidatos Republicanos decir que Arizona tenía que actuar porque la administración federal se niega a «garantizar la integridad de la frontera». El hecho es que el Presidente Obama ha incrementado de forma acusada la seguridad fronteriza y las deportaciones; que el influjo de inmigrantes en situación irregular se reduce enormemente con respecto al que fue durante la administración Bush. Pero ahí quiero ver a Obama otra vez, tratando de encontrar un rumbo de acción cuerdo y moderado. Como es de esperar, está recibiendo por todos los lados — el colectivo anti-inmigración que afirma que no está haciendo lo suficiente, y el colectivo pro-inmigración que se queja de que hace demasiado.

La inmigración no fue siempre una cuestión de partidismos, pero eso es en lo que se ha convertido; hasta John McCain, defensor convencido en tiempos de la reforma integral, se alinea ahora con los xenófobos. Es un problema enorme a largo plazo para los Republicanos, que se arriesgan a colgarse el sambenito de partido anti-latino — y empujar a la minoría más grande y de mayor crecimiento del país a los brazos del Partido Demócrata durante una generación o más.

Los estrategas inteligentes del Partido Republicano como Karl Rove comprenden este riesgo y han hecho sonar las alarmas. Pero sus voces son ahogadas por aquellos que exigen que las autoridades hagan de alguna forma un seguimiento, capturen y expulsen a los alrededor de 12 millones de personas que están aquí en situación irregular, la gran mayoría de las cuales respetan la ley y son productivas. Cualquier cosa que no sea un pogromo a gran escala se tilda de «amnistía» — el tipo de rendición abierta escogida por incondicionales de la izquierda tales como Ronald Reagan y George W. Bush.

«No a la inmigración ilegal» es un eslogan simple que hará ganar votos a algunos candidatos Republicanos. Los Demócratas terminan atascados con términos que funcionan mejor como título cinematográfico que como eslogan de campaña: «Hacer lo correcto».

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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Gracias a un mensaje que me dejó en facebook Jesús Lozano, he llegado a esta entrevista que La Vanguardia realizó a José Luis Parise, un «psicólogo y psicoanalista, y estudioso de los caminos iniciáticos». Se podría catalogar dentro de lo que ahora denominamos como autoayuda.

Estas formas de pensar y actuar me resultan fascinantes, aunque me confieso completamente al margen de ese mundo,  pero  si las miramos sin prejuicios nos muestran que hay muchas formas diferentes de enfrentarse a la realidad y a la vida cotidiana. Suelen contener, además, verdades muy sencillas, que empujan a la gente a no renunciar a sus sueños.

Para conseguir algo en la vida la primera pregunta del occidental es cómo, y si no hallamos respuesta cerramos el tema: «No se cómo hacerlo». Pero hay dos preguntas antes que si respondes el sufismo dice que el universo te premia, del cómo ya no tienes que ocuparte tú.

[…]

Primera pregunta: ¿desde dónde vas a hacerlo?, ¿desde qué paradigma? Si vas a hacer algo desde un paradigma que te dice que no se puede, no podrás. Entonces no renuncies, cambia el paradigma.

[…]

No se trata de lo que tienes que alcanzar sino de lo que tienes que vaciarte. Hay algo que te obstaculiza a nivel mental y que no te permite alcanzar el resultado que quieres. Pero para saber desde dónde, necesitas saber adónde te diriges.

[…] Cuando sabes adónde te diriges, debes aprender a trabajar con tu energía – que es lo contrario al esfuerzo-para alcanzarlo. El séptimo verbo es casualizar, aprender a generar casualidades: si logras soñar tu realidad la logras realizar.

¿En sentido onírico o imaginativo?

No divida su energía: en ambos. En tus sueños está lo que vas a lograr. Hay que aprender a entrar en los sueños. Octavo: aprender a negociar con la realidad y negociar la realidad. Esto se aprende en las escuelas samuráis.

[…]

Si dices «mañana voy a ir a buscar trabajo» el objetivo es buscar, no encontrar. Se trata de un estado de presencia superior. La realidad con la que chocamos viene de dentro.

[lee la entrevista completa aquí]  [Fuente Original]

Ayer, José Alcántara y David de Ugarte firmaron en El País un artículo titulado Una pésima idea como comentario a ¿Quién quiere acabar con la neutralidad en la red? de Rosa Jiménez Cano.

Rinzewind hace un pequeño resumen en el blog de escolar y yo hago este remix:

Imaginen que gracias a que su conexión la proporciona Telefónica, acceder a Keteke es más rápido que acceder a Tuenti. O que cierto buscador es aparentemente más rápido que otro en virtud de acuerdos económicos entre la operadora y el buscador. O que los blogs de WordPress tardasen menos en cargar que los alojados en ya.com, o incluso que los primeros necesitasen de un abono extra mensual para poder leerse. O que a alguien se le ocurre montar una empresa porque ha tenido una buena idea, de ésas que tanto escasean, y automáticamente parte con la desventaja del acceso de sus potenciales usuarios. O que a los proveedores les da por pensar que Rapidshare y Megaupload deberían ser sitios a los que solamente se puede acceder contratando las tarifas de acceso más caras.

[…] Es decir, tras pagar los ya nada despreciables 40 euros que ahora supone nuestra tarifa plana, tendríamos que pagar una suscripción adicional para acceder a cada sitio web diferente como YouTube, Gmail, Facebook, o incluso nuestro propio blog  [..]

Hay multitud de sitios en los que se pueden comprobar efectos reales de la ruptura de esta política; aquí, por ejemplo.

Esta va a ser una de las batallas más difíciles que vamos a tener que librar los consumidores en los próximos años. Rinzewind recuerda que la Comisión Europea puso en marcha una consulta pública sobre este asunto. El plazo de presentación de comentarios finaliza el 30 de septiembre. Hay que descargarse este PDF,  y enviar la réplica que se considere oportuna a la dirección de correo electrónico que aparece al final. Se hace mención explícita a 15 preguntas.

Se les llama «Business Angels» (Angeles de los negocios) y teniendo en cuenta la dificultad del acceso a la financiación bancaria, para muchas pymes o emprendedores pueden ser la auténtica tabla de salvación. Son inversores privados que buscan proyectos en donde colocar su dinero. Diez de estos «Business Angels» han explicado a la revista Emprendedores por qué negocios están apostando y en qué se fijan.

Red de Business Angels
(Foto: Flickr/Maura Claramunt)

En concreto han preguntado a BAN Madrid, BCN Bussines Angels, Banc, Cabiedes & Partners, Dad, Keiretsu Forum, Red de inversores privados, Inventa Internet, Goban, Alvaro Sancho. Y destacan un aspecto agudizado por la crisis: ahora, estos inversores además de una participación activa en el negocio y una salida fácil, piden que los plazos de rentabilidad sean en un periodo de tiempo cada vez más corto. Y hay tres sectores que salen especialmente beneficiados con el cambio de actitud: comercio electrónico, salud y Tecnologías de la Información.

Más concretamente se mencionan áreas como redes sociales, cloud computing, biotecnología, coches electricos, ordenadores para el coche, diagnostico médico, protección de terminales para los padres, geolocalización, distribucion de patentes, pago por movil, negocios que fomenten el ahorro, inteligencia artificial, etc.

Y en cuanto a los criterios que se premian a la hora de invertir, los «Business Angels» destacan el equipo que lleva el proyecto, que algunos cifran como responsable del 80% de la decisión de invertir, y la escalabilidad y globalidad.  [visto aqui]

Se pide comprensión y se nos prometen fuertes réditos. De nuevo, sin embargo, los españolitos miramos, apelotonados y sin rechistar, como se abren las puertas giratorias de nuestra democracia y de nuestros impuestos, bordeando leyes, cerrando establecimientos públicos y destinando el dinero de todos, que no tenemos, a su comodidad y seguridad.

Puede que esté justificado pero a mí, qué queréis que os diga, en el fondo, fondo, me produce un inevitable zumbido en la cabeza.

Por cierto, y por si se presta a la interpretación maliciosa: Con estos posts no estaba precisamente pensando ni en Andalucía ni en los andaluces, que solo faltaba hacer de esto un problema regional. Este, lamentablemente, es un asunto que trasciende fronteras y personas. Que marionetas, somos muchos -y más en agosto-, y estamos repartidos por todas las playas.

Demarcación de Costas autoriza el cierre de 45 metros de playa para que las Obama puedan bañarse alejadas de los curiosos. Alejadas, no a salvo.

El Ayuntamiento de Estepona otorga ‘in extremis’ un permiso especial para que pueda funcionar el club de playa del hotel Villa Padierna durante la estancia ya que esta instalación carece de licencia.

Además, «se han quitado piedras que había dentro del agua, se ha limpiado la arena y se han mejorado los servicios», según explicó la concejala de Playas del Ayuntamiento de Estepona, Carmen Ocaña. «Esto incluye el arreglo de los accesos a la playa, la colocación de zonas verdes y oasis dentro de la arena y el adecentamiento de los módulos. Estos trabajos han coincidido también con la conexión de estos servicios a la red de distribución de agua potable y a los pozos de la red de saneamiento integral.  […] Pero como el destino juega en su propio tablero:  «No sabemos si va a querer ir a otra playa», dijo la concejala de Playas -antes del baño presidencial-, aseguró que para estar prevenidos ante sorpresas de última hora, el Ayuntamiento y la Demarcación de Costas han trabajado en el resto del litoral. «Hemos limpiado las playas de los alrededores y las de otras zonas por si sorprende con un cambio de planes»»

Cierran la Alhambra para su visita. Pero a la presidenta del Patronato de la Alhambra y Generalife, María del Mar Villafranca, no se le permite participar en la misma, a pesar de estar previsto, por las excepcionales medidas de seguridad. Y tampoco se permite una foto de la visita que, por lo menos, dejaría testimonio, en el futuro, para los turistas.

No fue lo único que se cerró. Se cortó el tráfico a su paso por la ciudad, y se desalojó la heladería Los Italianos, para un fresquito helado.

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E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington. Para Roman Polanski, la larga e indescriptible pesadilla de verse confinado a su chalet de tres plantas en Gstaad, el balneario de lujo de los Alpes suizos, ha terminado por fin. El director prófugo vuelve a ser libre de pasear por la ciudad, darse un homenaje culinario y tal vez hacer unas compras en la delegación local de Cartier, o las boutiques de Hermés o Louis Vuitton.O podría salir corriendo como una rata a buscar refugio en Francia o Polonia, los dos países de los que tiene la ciudadanía — y donde las autoridades tienen un largo historial de actuar como si la fama y el talento de Polanski negaran de algún modo sus vejaciones sexuales a una menor de 13 años de edad.

Apuesto por la opción del roedor, incluso si las autoridades suizas se están empleando a fondo por convencer a Polanski de que puede relajarse y disfrutar de la fondue sin tener que responder nunca por sus delitos. Después de todo, sí le obligaron a llevar un brazalete electrónico en el tobillo durante varios meses completos. Qué horror. Qué horror. Después de que las autoridades anunciaran el lunes que negaban la petición estadounidense de extradición de Polanski, uno de los abogados del conocido auteur consideraba la decisión «un enorme motivo de satisfacción y un gran alivio tras el dolor sufrido por Roman Polanski y su familia». Esas declaraciones deberían aparecer como el ejemplo definitivo de manual de comportamiento inaceptable.

Cualquiera que se sienta tentado de compadecer a Polanski debe examinar detenidamente los cargos. En 1977, cuando tenía 43 años, Polanski condujo a una menor de 13 años de edad hasta un domicilio en las colinas de Hollywood propiedad de Jack Nicholson — el actor no se encontraba en la casa en ese momento — y la manipuló con drogas y champán antes de mantener relaciones sexuales con ella.

Polanski y sus abogados afirman que la relación fue consentida. Como defensa legal es absurda, puesto que la menor era demasiado joven para dar su consentimiento. Pero el testimonio de la menor ante el gran jurado deja claro que no se trató de ningún aquí te pillo y aquí te mato. Bajo juramento declaró que Polanski, con el ardid de hacerle fotos y querer convertirla en una estrella, la convenció de posar desnuda y a continuación la atacó.

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Bajo juramento declaró que Polanski la violó y la sodomizó, contra su voluntad, y que estaba alterada antes, durante y después de la relación. El director fue declarado culpable de seis cargos imputados, incluyendo el de violación con estupefacientes y abuso de menores, pero en virtud de un acuerdo con la fiscalía se declaró culpable de un único cargo de relación sexual ilícita. Polanski, que pasó en la cárcel alrededor de mes y medio, pensó haber llegado a un acuerdo que le pondría en la calle con un máximo de 90 días en arresto domiciliario bajo supervisión psiquiátrica. Pero cuando el magistrado pensó mejor la idea de tolerar un acuerdo tan permisivo, Polanski huyó del país. Lleva prófugo de la justicia desde entonces.

Polanski es un gran cineasta, y sus amigos y defensores de Hollywood han adoptado en tromba la postura de que su genio supera a sus delitos. Whoopi Goldberg opinaba el año pasado que lo sucedido entre Polanski y la menor «no fue violación en toda regla». Más de un centenar de lumbreras de los estudios — incluyendo a Martin Scorsese, Mike Nichols, Harvey Weinstein y sí, el inapropiadamente libidinoso Woody Allen — firmaban una petición solicitando a las autoridades suizas la liberación de Polanski. Espero que estén contentos ahora que sus oraciones han sido escuchadas.

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La decisión por parte de Suiza de liberar al artista de su arresto domiciliario en jaula de oro se basó en un tecnicismo. La cuestión «no tiene nada que ver con decidir si es culpable o no culpable», declaraba la Ministra de Justicia Eveline Widmer-Schlumpf. Tiene toda la razón; Polanski es culpable según su propia declaración. Lo que los suizos han decidido es que a pesar de que ha admitido sus delitos y ser prófugo de la justicia estadounidense, Polanski no va a ser castigado nunca.

Es relevante que Polanski nunca haya manifestado arrepentimiento. Durante una entrevista en 1979 dijo ser acosado porque «todo hijo de vecino quiere (mantener relaciones sexuales) con jovencitas». Es irrelevante que la víctima, una mujer de mediana edad hoy, no tenga el menor interés en el caso y volver a vivir un episodio traumático. Lo que importa es que Polanski admitió causárselo hace 33 años — y el hecho de que Polanski decidió abandonar el país en lugar de afrontar las consecuencias.

Las autoridades suizas observaban lo evidente: que Polanski nunca habría entrado en Suiza si hubiera creído que corría peligro legal. Puesto que no es un candidato legítimo al secuestro o la extradición a través de la CIA, ahora es un hombre libre — a menos que cometa otro error de alguna forma. Siempre tendrá que vigilar sus espaldas.

?se es un castigo toledano, pero no basta en absoluto. A ver esto: ¿qué tal mantenernos alejados de sus películas mientras él se mantenga alejado de la justicia estadounidense?

Eugene Robinson
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Richard Cohen

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Richard Cohen – Washington . «Los hechos son enemigo de la verdad» tuiteaba Don Quijote no hace tanto — y como quien quiere demostrar su idea, el Partido Demócrata liberaba en toda su chabacana gloria una andanada de datos en dirección al astutamente genial Michael Steele, secretario del Comité Nacional Republicano y casi con seguridad titular algún día del puesto que tiene reservado en el firmamento conservador de la televisión por cable. Al decir que la guerra en Afganistán es «una guerra elegida por Obama», durante un breve y brillante momento, estaba afirmando la verdad absoluta.Ese momento ha expirado. Steele ha rebajado el tono de sus críticas. Estas dudas nada características acompañaban a los mortificantes interrogantes en torno a su Republicanismo interior planteados por, entre otros, el Senador John McCain, el irritable Geppetto de Sarah Palin, que la creó a base de retales de principios y oportunismo rabioso. Steele tiene, sin embargo, sus propios principios, y anunciaba que no va a dimitir. «No me voy a ningún lado», decía. Y no se ha ido.

Por supuesto, Steele tenía razón desde el principio. Su verdad era la real, la que dice que ha transcurrido el tiempo suficiente para que la guerra de Afganistán pueda considerarse la guerra de Barack Obama. Empezó, como todos sabemos, bajo el ilustre George W. Bush, que a continuación se distrajo con todas esas armas de destrucción masiva en Irak y se perdió en un desvío hacia Bagdad. Pero éstos son simples detalles, escurridizos datos de los que no nos hace falta ocuparnos. La verdad es que Obama se encontró esta guerra en su puerta, la recogió, la cuidó y a continuación la escaló y la envolvió con su propia ropa: más efectivos, y aún más de camino.

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Se puede apreciar que Steele pilló mal sus «datos». Es la forma en que la titularidad de la Guerra de Vietnam pasó de Lyndon Johnson a Richard Nixon, incluso si los dos carecían de cualquier fe en la causa – cualquiera que empezara siendo exactamente. Nixon, en la práctica, llegó a contar con un plan secreto para poner fin al conflicto y estaba des-escalando rabiosamente, vietnamizando a toda prisa y tratando ferozmente de distanciarse él y a la nación de la guerra. Aun así, cuando los manifestantes se congregaron en los exteriores de la Casa Blanca no fue para elogiar sus esfuerzos de paz, sino para denunciarle por belicista. La norma en todos estos casos parece bastante evidente: o se pone fin a la guerra o se asume como propia.

Como intuía Steele, Obama es titular hoy a regañadientes de la guerra de Afganistán. La ha apoyado con todo el entusiasmo del padre de la novia durante una boda de penalti. El presidente no es guerrero feliz – no tiene mucho de guerrero después de todo, siendo francos al respecto — por lo que sus colegas Demócratas han recurrido a la demagogia barata para devolver a patadas el conflicto a donde comenzó, la administración del súbitamente valorado George W. Bush. Con este objetivo, Brad Woodhouse, el portavoz del Partido Demócrata, acusaba a Steele de «apostar contra nuestras tropas y hacer causa por el fracaso en Afganistán» — una desagradable difamación por la que mi colega E.J. Dionne Jr. ya ha administrado un merecido correctivo.

Pero el despreciable Woodhouse es la prueba principal de la acusación en lo que, al echar la vista atrás, será considerado el exceso propagandístico de este conflicto concreto. La mención misma de las tropas, como las invocaciones de la palabra hueca «hincha» por parte de los artistas del timo del deporte profesional, es prueba de que se cuece algo desagradable. Una guerra que es correcta en sí misma, que es digna de forma incuestionable de las vidas de los estadounidenses, no tiene que ser promocionada o defendida de una forma tan miserable. Hubo incluso un poco de bombo en el testimonio del General David Petraeus durante su reciente turno estelar ante el Comité de las Fuerzas Armadas del Senado. Tras afirmar que al-Qaeda se ha retirado a «las zonas tribales de Pakistán», explicaba que sin embargo tenemos que seguir luchando en Afganistán, donde, parafraseando al General, al-Qaeda ya no está. Su testimonio no fue gramaticalmente consistente. La realidad es que luchamos porque venimos luchando.

Steele ha pasado página. Había introducido verdad a traición entre el balbuceo partidista – lo que no es solamente un pecado, sino una maniobra profesional verdaderamente negativa. Sólo un secretario del Partido Republicano ha prosperado hasta alcanzar la Casa Blanca y ése fue George H. W. Bush, el funcionario público pluriempleado (presidente, vicepresidente, congresista, director de la CIA). Los tiempos han cambiado un horror; los medios anhelan su dosis de citas de casi todo el mundo, y Steele está impaciente por complacerles. Durante la vigencia de la información en el cable él entendió Afganistán como Dios manda y entonces, castigado por datos desfasados, se retractó. Una gloriosa carrera como trol de la red conservadora pendía de un hilo. Acertó de lleno con Afganistán, pero prefiere ser rico.

Richard Cohen
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Llevamos una temporada con la música de que las Instituciones Financieras tienen que tener una relación diferente con los Estados democraticos a otras Industrias de la Economía.

No puedo negar que para este ciudadano de a pié sea, cuando menos, la música de una película de intriga, aunque tambien podría ser del género terror.

Las implicaciones de esta Industria en el conjunto de la Sociedad (refiriéndome a la Sociedad Global) son de una naturaleza sistemica como ninguna otra, pues su objeto no es otro que el dinero mismo; el lenguaje mismo de la Economía es su Producto.

Sus intereses son determinantes en nuestra capacidad Política, como ninguna otra Industria, en la Sociedad Global. Por exagerarlo de forma gráfica, solamente tendría comparación con la Iglesia medieval.

En los tiempos que corren, en los que el nuevo catecismo deben ser los Derechos Humanos, plantearse una relación nueva, complementaria a la actual pero también a los intereses Políticos de la Sociedad de forma sostenible, parece muy pertinente.

Ya sabíamos que la Globalizacion plantearíaba el problema en términos de lograr la Sociedad Global de la Democracia, es decir sostenible en terminos de Derechos Humanos.

Ahora sabemos que eso pasa también por lidiar con una Sociedad Global Financiera. Hacerlo rápido y bien es importante. La música suena a verdaderamente prioritario.

El riesgo de que se enquiste el problema y nos pase como con el Calentamiento Global nos traerá nuevos desastres, nuevamente en versión Global. Es decir, un enorme sufrimiento para muchos.

Fascinante intriga. Cercana al terror. Porque ¿quién le va a poner el cascabel al gato cuando el único lenguaje verdaderamente Global en el dinero?