Desde que se supo que en los atentados de Nueva York, Madrid o Londres habían participado inmigrantes musulmanes que parecían plenamente integrados, una pregunta conmociona a las sociedades occidentales: ¿Cómo y por qué varones jóvenes pueden llegar a convertirse en individuos dispuestos a asesinar a personas inocentes en los países donde han sido acogidos? Un estudio del Instituto Elcano trata de responder a esta cuestión y apunta a una idea: el radicalismo en la diaspora.
(Foto: Flickr/Clive Power)
La investigación es de Peter Waldmann, catedrático emérito de Sociología política de la Universidad de Augsburgo que pretende establecer no tanto una teoría general global, sino más bien un marco de rango medio que ayude a echar algo de luz sobre el fenómeno del terrorismo ??endógeno? en Occidente. Y su tesis es que los conceptos de radicalismo en el exilio y/o en la diáspora pueden servir para entender este comportamiento.
La diáspora se define en el estudio como «aquellos grupos de personas que viven en un país extranjero pero mantienen una estrecha relación con sus países de origen». Algo que puede aplicarse a buena parte de la inmigración musulmana a Europa o EEUU.
Y en esa relación con sus países de origen y su cultura cobra especial importancia la religión, segun Waldmann: «Una religión distinta a la de la sociedad de acogida no es necesariamente una característica de las comunidades en la diáspora. Sin embargo, cuando la situación de diáspora de un grupo coincide con una determinada religión distinta, esa religión adquiere una importancia crucial en la relación de los inmigrantes con la sociedad que los recibe».
El estudio establece luego varios motivos que van radicalizando las posturas de los inmigrantes: conflictos de identidad, discriminación, falta de reconocimiento y aceptación por parte de la sociedad de acogida, sentimiento de culpa por beneficiarse de un sistema que desprecian…
Algunos se convierten en fanáticos nacionalistas. «optan por su país de origen en una situación en la que tienen que enfrentarse a dos identidades y culturas nacionales. Ensalzan dicho país, se identifican con él y se distancian de la sociedad que los acoge en un plano espiritual. Sin embargo, los jóvenes que se convierten en fanáticos religiosos se posicionan más allá de cualquier sociedad o cultura en particular. En su caso, el hecho de estar divididos entre dos países y culturas distintos se convierte en el punto de partida para avanzar hacia un nivel superior, más general, de adhesión e identificación.»
Y cuando la radicalización tiene como objetivo el país de acogida puede presentar dos orientaciones: «Si los inmigrantes reconocen el orden político y social básico del país de acogida, sus protestas y otras formas de actividad radical estarán destinadas normalmente a obtener la plena ciudadanía. La otra posibilidad es que los radicales ataquen frontalmente al país de acogida, su orden y sus instituciones y traten de destruirlos.» Este segundo caso es el que genera individuos susceptibles de participar en atentados como los del 11M o 7J.
El estudio termina explicando los dos distintos tipos de radicalización en la religión musulmana: los yihadistas de orientación nacional y los de orientación mundial: «Los islamistas militantes que defienden un determinado territorio o lo reivindican para su grupo étnico-religioso no están aislados socialmente ni mucho menos. En su mayoría forman parte de una comunidad radical que les apoya y que respalda sus ataques armados, pero al mismo tiempo les impide actuar arbitrariamente.»
«Sin embargo, los yihadistas que no están vinculados a ningún territorio o población sino que siguen sus ideas y principios religiosos abstractos no tienen limitaciones de este tipo. No sienten que tengan que rendir cuentas a nadie; la única responsabilidad que aceptan es de cara a su propio proyecto fundamentalista, lo que les impulsa a no hacer concesiones de ningún tipo. Discuten sus planes exclusivamente con camaradas que comparten su actitud intransigente y su versión dicotómica del mundo. ?ste es uno de los motivos por los que la red de yihadistas mundiales resulta particularmente peligrosa.»