Eugene Robinson – Washington . Rebajar drásticamente los salarios, las bonificaciones y las primas de los ejecutivos de las siete empresas rescatadas que se dieron un festín con gula en el pesebre público resulta emocionalmente satisfactorio, pero no debería ser así. Es como detener a los peatones imprudentes ignorando el atraco al banco que se desarrolla a plena luz del día al final de la manzana.
No me malinterprete. El ??zar de los salarios de ejecutivos? que tiene la administración Obama, Kenneth Feinberg, tienen razón al poner el límite en las indemnizaciones de las Siete nada magníficas: Citigroup, Bank of America, General Motors, Chrysler, GMAC, Chrysler Financial, y la inolvidable AIG. Veinticinco de los que más ganan en cada una de esas empresas verán recortada su remuneración aproximadamente a la mitad, y la mayor parte de esa compensación vendrá en forma de opciones limitadas sobre acciones de la compañía, no como salario. Esto significa que lo que en última instancia cosechen, cuando se les permita vender las acciones, dependerá de lo bien que vaya la empresa – lo cual dependerá de lo bien que los ejecutivos hagan su trabajo.
Vincular el salario a los resultados: qué gran concepto.
Feinberg llegó a obligar al consejero delegado saliente del Bank of America Kenneth Lewis a no aceptar ninguna remuneración ni bonificación por su trabajo este año. Pero Lewis aún tendrá un paquete de compensación estimado en 70 millones de dólares que le impedirá tocar la realidad, así que guárdese sus lágrimas de compasión.
Es bueno saber que habrá por fuerza más de un pomposo en el Bank of America, Citigroup o AIG que tendrá que vivir sin el nuevo Porsche Panamera de 90.000 dólares que tenía previsto comprarse. Pero el recurso imperial de Feinberg no se extiende más allá de las siete empresas, y el resto de Wall Street no da ninguna indicación de entender ni remotamente que los acuerdos alcanzados tienen todo que ver con la remuneración. Goldman Sachs, por ejemplo, tiene una bonificación este año a repartir de al menos 16.000 millones y quizá hasta 23.000 millones.
Pero todo esto son sólo los entrantes. El acto principal es la tentativa limitada y muy modesta de la administración Obama y el Congreso por frenar las prácticas irresponsables de Wall Street que llevaron a la crisis financiera ?? y que, si no se tratan, llevarán inexorablemente a la próxima crisis.
La desregulación permitió que el mercado financiero de Wall Street evolucionara de institución que sirve a la economía global – mediante la asignación del capital de la forma más eficiente a las empresas capaces de sacarle el mayor rendimiento – en una institución cuya misión principal era forrarse.
El enorme cambio descubierto en forma de instrumentos conocidos como derivados, cuyo valor nominal ronda la friolera de 500 billones de dólares, es en gran medida un acto de fe. Las empresas realizaron inversiones con un fuerte endeudamiento en títulos exóticos cuyo valor real es opaco. A continuación cubrieron esas inversiones adquirieron seguros contra posibles pérdidas, aunque la aseguradora no tiene ni una fracción del dinero que tendría que tener para cumplir su póliza.
Toda esta inversión y cobertura genera enormes gastos de transacción y grandes beneficios, que pueden ser retirados cada año. Todo va bien, hasta que haya alguna alteración de la economía real ?? una caída del mercado inmobiliario, por ejemplo. Si la perturbación es lo suficientemente grave, la red entera de acuerdos dudosos se desmorona. Punto en el cual el gobierno interviene y rescata a todo el mundo.
La Casa Blanca y el Tesoro han propuesto reformas que pueden mejorar, pero no eliminar, este ciclo ridículo. Lo que la administración no va a hacer es prohibir algunos tipos de productos derivados o transacciones; los funcionarios dicen que si adoptaran esa vía, siempre irían un paso por detrás de la inventiva y la codicia de Wall Street. Yo creo que vale la pena intentarlo.
La administración sí ha propuesto que las operaciones con instrumentos financieros derivados pasen por instituciones de control y se lleven a cabo en mercados transparentes y regulados. Pero a medida que la legislación de reforma empieza a superar el trámite del Congreso, las empresas de Wall Street ?? hasta las que recibieron fondos de rescates – han aumentado su gasto en donaciones y presión política.
Como resultado, la legislación aprobada el miércoles por el Comité de Agricultura de la Cámara – que tiene jurisdicción sobre el mercado de futuros – eximiría hasta el 30 por ciento de las operaciones con derivados de las nuevas regulaciones. Un proyecto de ley aprobado el jueves por el Comité de Servicios Financieros de la Cámara que crearía una nueva Agencia de Protección del Consumidor Financiero, sobre la firme oposición de la mayoría de las lumbreras de de Wall Street, fue modificado en la Comisión para excluir a las hipotecarias, las aseguradoras de crédito, los contables, los abogados y demás.
Los bancos, por su parte, están cargando las comisiones todo lo que pueden y creando nuevos tipos de comisión en las tarjetas antes de que se implanten los nuevos límites. Oye, hacen bien mientras puedan.
Limitar salarios y primas está muy bien. Pero tenemos que prestar atención a los chicos del pasamontañas que llevan sacas de dinero al hombro. Están a punto de meterse en el vehículo de huida.
Eugene Robinson
© 2009, Washington Post Writers Group
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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