Eugene Robinson – Washington. ¿No ha sufrido lo suficiente Roman Polanski? ¿No soportó todos esos fríos, grises y lluviosos inviernos parisinos? ¿No se vio obligado – bueno, obligado no, más bien fuertemente atraído – a subsistir todos esos años de caro servicio de altivos camareros en restaurantes de estrellas Michelín? ¿Acaso no sobrevivió durante décadas con vacaciones limitadas, esencialmente, a la monotonía triste del Sur de Francia?
Tengo una pregunta mejor: ¿No deberían dejarnos de tomar el pelo Polanski y sus muchos apologistas?
Soy un gran fan del trabajo de Polanski. «Chinatown» es una de mis películas favoritas de siempre, «El bebé de Rosemary » es una obra maestra, y se merecía de sobras el ?scar que ganó como mejor director por «El pianista». Es un artista consumado. Tal vez su próxima película sea una de prisiones.
Brillante o no como director, Polanski lleva siendo prófugo de la justicia estadounidense desde 1978. Y el crimen cuya autoría reconoce no tiene el menor mérito artístico: Durante una sesión fotográfica en la residencia en Los Ángeles de su amigo y estrella de «Chinatown» Jack Nicholson, Polanski atiborró de champán y drogas a una menor de 13 años y mantuvo relaciones con ella.
Eso es grotesco. En general, estoy de acuerdo con la visión europea de que los estadounidenses tienden a ser mojigatos e hipócritas con el sexo. ¿Pero un adulto que droga y viola a una menor de 13 años? Eso no es una decisión ni remotamente difícil. Es perverso en cualquier universo moral – y merece un castigo más severo que tres décadas de exilio dorado.
Polanski huyó de la justicia tras declararse culpable del delito. Tenía un acuerdo con la fiscalía bajo el cual esencialmente abandonaría la sala siendo un hombre libre – pasó 42 días de cárcel sometido a evaluación psiquiátrica, y el acuerdo consistía en que iba a ser condenado al tiempo cumplido. Pero Polanski se enteró de que el juez de la causa, que se rumoreaba era adicto a la publicidad, iba a negarse a cumplir el acuerdo y en su lugar iba a dictar una pena de prisión. Así que al director se lo tragó la tierra y apareció en Francia, donde las autoridades dictaminaron que su delito no estaba tipificado en los tratados de extradición con Estados Unidos.
Fue detenido el domingo en Zúrich, a donde había viajado para recibir un premio – y donde el tratado de extradición se aplica a su delito. Suponiendo que Polanski plante cara legal, podrían pasar meses o incluso años antes de que sea enviado de nuevo a Estados Unidos.
El Departamento de Justicia hizo bien en echar el guante a Polanski en el aeropuerto de Zúrich y debería seguir adelante con el caso. Hemos esperado tanto tiempo que podemos esperar un poco más.
Polanski tiene la doble nacionalidad franco-polaca, y los funcionarios de París y Varsovia están indignados. Lo que me indigna. ¿Qué bicho les ha picado? ¿Que Polanski tiene 76? ¿Que hace grandes películas? ¿Que sólo huyó para escapar de lo que bien podría haber sido una sentencia injusta? Lo sentimos, mes amis , pero nada de esto importa. Si usted decide convertirse en fugitivo, acepta el riesgo de que algún día le puedan cazar.
Se ha hablado mucho del hecho de que la víctima de Polanski, de 45 años hoy, dijo que ya no siente ninguna ira hacia él y que no quiere verle entre rejas. Pero es irrelevante lo que la víctima piense y sienta como mujer adulta. Lo importante es lo que pensaba y sentía a los 13 años, cuando se cometió el delito. Quienes sostienen que la detención de Polanski tiene algo de injusto esencialmente aceptan su argumento de que es posible que un niño de 13 años de edad, bajo la influencia del alcohol y las drogas, «consienta» mantener relaciones con un adulto de unos 40 años. O tal vez sus defensores digan que drogar y violar a un niño simplemente no es tan escandaloso.
En lo que a mí respecta, es un escándalo enorme. Hasta en Francia, debería ser un gran escándalo. No se trata de un genio que esté siendo acosado por burlarse de las convenciones retrógradas de la sociedad. Se trata de un hombre rico y poderoso, que utilizó su fama y posición para asaltar – en todos los sentidos, para violar ?? a un niño inocente.
Y se trata de un hombre que escapó en lugar de enfrentar las consecuencias de sus acciones. Antes de que pudiera imponerse cualquier pena, se fugó como una comadreja a vivir una vida principesca en Francia.
Ese es el tipo de protagonista, un gran director como Polanski debe darse cuenta, que no merece un final feliz.
Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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