Ellen Goodman – Boston. Me alegran como a todos los signos de recuperación económica. Pero confieso tener opiniones confusas en torno a la reaparición de la industria de los chalados.Ahora tenemos a los «birthers» que inventan mitos de que el Presidente Obama no nació en Estados Unidos y por tanto encabeza ilegalmente la administración. Estos productos llegan a mi bandeja de entrada con más rapidez de la que puedo presionar el «bloquear al remitente.»
Simplemente están siguiendo el plan de aquellos primeros pioneros que vendían la idea de que Obama había matado a su abuela. Considere el escriba virtual propenso al miedo que redactó la memorable línea: «Obama vuela a Hawái a visitar a su abuela y apenas unos días después la diña. ¿Coincidencia?»
Pero ahora la industria ha saltado de acusar a Obama de matar a su abuela a acusarle de tratar de matar a su abuela.
La campaña del momento se basa en una pequeña provisión del proyecto de ley de atención sanitaria que autorizaría a Medicare a compensar a los médicos por el tiempo de consulta dedicado a los pacientes para tratar las opciones terminales que tienen.
Esta modesta idea era distorsionada a propósito por personas como Betsy McCaughey, la ex teniente de la gobernación en Nueva York, que decía que la ley «obligaría incondicionalmente» a recibir consejo sobre cuidados terminales «que consistirá en que los desconecten cuando antes.» El líder Republicano John Boehner ofrecía el mismo producto cojo, diciendo: «Esta disposición puede despejar el traicionero camino hacia la eutanasia auspiciada por el gobierno.»
Sus opiniones también fueron distribuidas por las franquicias de la derecha. Laura Ingraham advirtió que los burócratas del gobierno «se presentarán en las casas de los ancianos» – sí, visitas a domicilio – para tener siniestras conversaciones acerca de la muerte. En analista de Fox News Peter Johnson lo llamaba «una especie de ‘Un mundo feliz’ versión 2009″. Y Randall Terry, el camaleón del movimiento antiabortista, decía que era un intento de «liquidar a la abuelita.»
El pánico es su producto más importante. El proyecto de ley no promulga realmente nada parecido. Simplemente garantiza que la planificación anticipada de la atención estará cubierta en el caso de los pacientes y las familias que así lo soliciten. Como dijo Obama a una mujer en un foro de la asociación del jubilado AARP, «Me sorprende que esa sea una cosa sensata pendiente.» ¿Pero quién confiaría en alguien que liquidó a su abuela?
En resumidas cuentas, Fanáticos S.A. juega con la noción de que las directivas de planificación son una forma astuta de reducir los costes mediante la reducción de la vida.
Bueno, esto es lo que sabemos: La cuarta parte de todas las pensiones de Medicare se consumen en el último año de vida, la mayoría en el último mes. No sabemos todavía si va a costar menos (y cuánto menos) que los pacientes elijan los cuidados paliativos punteros. Seguramente no será barato atajar la espiral de gasto sanitario.
Sin embargo, tenemos algunas otras sugerencias. En un estudio realizado con pacientes terminales de cáncer del Instituto Oncológico Dana-Farber de Boston, aquellos que tuvieron conversaciones acerca de la atención a terminales consumieron una tercera parte menos en su última semana que los que no hablaron. Y tuvieron una mejor calidad de vida y de muerte.
Sí, los que no hablaron de opciones llevaban tratamientos más agresivos. Acabaron en cuidados intensivos y / o con respiración artificial o fueron reanimados. No sólo tuvieron una peor calidad de muerte se mire por donde se mire, dejaron a sus familias con más dificultades, y esta es la diferencia clave: No vivieron más tiempo por eso.
Como decía la autora del estudio, Holly Prigerson, «Por lo general el ahorro de dinero pasa factura a la sociedad o al paciente y su familia. En este caso parece no perder nadie». Los pacientes que recibieron tratamiento más caro, añadió, «no adquirían nada que deseara un consumidor informado.»
Las conversaciones sobre la muerte nunca son fáciles.
Las familias pueden pensar que si no están haciendo «todo lo posible», es como si no hicieran nada. Los pacientes pueden entender la alternativa a la atención médica como no tener atención.
Confundimos los cuidados que alargan la esperanza de vida con los tratamientos que prolongan el sufrimiento. No siempre oímos hablar de cuidados paliativos y unidades de atención. Esta es precisamente la razón de que tengamos que alentar a tener estas conversaciones.
Algunas personas eligen «todo.» Otras eligen la atención cómoda. Pero si formamos y compensamos a los profesionales en concepto del refinado arte del diálogo, tomaremos una decisión con base. Y eso es lo que hace esta minúscula cláusula del gran debate sanitario. Pone los medios para que la abuela y el abuelo y nosotros digamos cómo queremos morir.
¿Podemos por tanto declarar zanjado el asunto del susto?
Oh, no, ¿qué es lo que veo en el horizonte? «El Obamacare regulará por ley el cambio de sexo gratuito.» Hala, más chaladuras.
Ellen Goodman
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