Eugene Robinson – Washington. El discurso del Presidente Obama conmemorando el jueves el centenario de la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color fue recogido ampliamente como «un correctivo disciplinario» dirigido a la América negra. «He notado que cuando hablo de responsabilidad personal dentro de la comunidad afroamericana, eso es destacado,» decía Obama durante una entrevista el viernes. «Pero entonces la otra mitad del discurso, en la que hablo de la responsabilidad pública… de alguna manera eso no es noticia.»
Estoy de acuerdo, pero pasa por alto la idea. La verdadera noticia no residía en el contenido sino en el continente: la principal organización negra de defensa de los derechos civiles de la nación estaba siendo interpelada por el primer presidente negro de la nación. Obama podría haber leído una nana y el acontecimiento seguiría teniendo relevancia.
Durante estos seis meses en el cargo, Obama ha aprovechado pocas ocasiones de abordar el tema de la raza de frente. Este momento era indefectible. Pero sus palabras acerca de las deficiencias que siguen castigando a la América negra se pronunciaron en una estancia llena de compromisarios de la NAACP que, de manera mayoritaria, recibieron una educación superior y tienen el riñón bien cubierto — hombres y mujeres que ya tienen elevadas expectativas de sus hijos y que saben cómo pedir cuentas a sus funcionarios electos. Totalmente ausente estuvo el segmento mayoritario de la comunidad negra que se ha quedado atrás.
«No subestimes el grado al que un discurso como el que pronuncié ayer se magnifica por toda la comunidad afroamericana,» me decía Obama en el Despacho Oval, donde un busto del reverendo Martín Luther King Jr. recorre la estancia con la vista en silenciosa advertencia. «La gente corriente va por ahí el viernes y se corta el pelo, se prepara para el fin de semana, están sentados en la silla del barbero y alguien dice ‘¿vísteis lo que dijo Obama ayer?’ Ello desata una conversación…. Y parte de mi objetivo en esto es asegurarme de que estoy dando mucha libertad a la gente para hablar de cosas de las que pueden haber hablado durante la cena pero que no se manifiestan en público.»
Hace un siglo, cuando se fundó la NAACP, la América negra estaba bajo asedio — los linchamientos eran frecuentes, los disturbios raciales habían sacudido las principales ciudades y la segregación de Jim Crow se estaba oficializando por todo el Sur. Hoy, todo eso es historia que pasa al olvido. Algunos críticos han dudado de que siga habiendo un hueco todavía para una organización como la NAACP. Obama dice que sí — no sólo a título de representación política sino también dentro de los esfuerzos a nivel local por orientar a los jóvenes y mejorar los centros educativos con resultados desastrosos.
Obama representa dos tendencias que han vuelto cada vez más diversa a la comunidad afroamericana. ?l es hijo de un inmigrante de Kenia — en un momento en que gente procedente de África y el Caribe con educación superior viene a este país en cantidades récord. Y es bi-racial — el vástago de un tipo de relación que en muchos estados era ilegal hace tiempo.
«Creo que yo añadiría un tercer elemento… que es el relevo generacional,» decía Obama. «Si no hemos llegado ya a este punto estamos muy cerca, (el punto) en el que hay más afroamericanos que nunca han sufrido nada remotamente parecido a Jim Crow que afroamericanos que vivieron bajo las leyes de Jim Crow en este país. Eso, evidentemente, cambia la forma de ver las cosas.»
Un impacto de estos cambios, estoy seguro, ha sido hacer totalmente imposible identificar una única «agenda negra» o registrar un camino claro hacia el progreso futuro, la forma en que los fundadores de la NAACP entendieron el futuro. Pero tenemos que aceptar esta nueva realidad, porque no puedo discrepar con Obama cuando dice que la creciente diversidad de la América negra «es totalmente positiva.»
«Una de las formas en que pienso que el movimiento de los derechos civiles… se debilitó a sí mismo fue imponer una única forma de ser negro — ser negro auténtico. Y, como consecuencia, hubo todo un colectivo de jóvenes negros — y caí presa de esto durante un tiempo cuando fui adolescente — que pensó que para ser aceptado realmente había que ser de una manera concreta. Y la mayor parte de las veces era siendo anti-algo. Te definías siendo contrario a cosas en contraste con lo que defendías. Y creo que los jóvenes se dan cuenta ahora, ya ve, de que ser afroamericano puede significar todo un abanico de cosas. Hay todo un abanico de posibilidades ahí fuera de formas de vivir la vida, de valores que se quiere expresar, con quién se elige interactuar.»
Nadie podría argumentar en contra de las posibilidades. Pero hubo un tiempo en que nadie tenía que preguntar lo que se suponía que hacía la NAACP — cuando los estadounidenses negros, conviviendo con los obstáculos corrientes de la discriminación flagrante, tenían un objetivo común acuciante y evidente.
Obama decía: «Estoy convencido de que es importante que la comunidad afroamericana, en su diversidad, permanezca fiel a un único aspecto central de la experiencia afroamericana, que es saber cómo es estar fuera.
«Si olvidamos eso alguna vez, entonces creo que tendremos problemas. Entonces es cuando creo que habremos perdido nuestro rumbo.»
Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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