Como nueva alegoría de la crísis, la empresa que hacía el Hummer, ese inmenso camión propio de desaprensivos que consume 20 litros y contamina como una chimenea de carbón, ha quebrado. Parece increible y, si no fuese por lo tragico para las más de 20.000 personas que perderán de forma directa sus puestos de trabajo, hasta secrétamente reconfortante.

Todavía habrá quién empeñado en escamotear su responsabilidad, insistirá en que la solidaridad es un valor de mariquitas y pusilánimes. Todavía habrá quién les crea… y si no, veamos qué pasa el domingo con las elecciones europeas.

En los últimos tiempos y ante las dificultades económicas de numerosas empresas occidentales se ha conocido el interés de China por adquirirlas o entrar en el accionariado en posición ventajosa. Esta estrategia ha motivado especulaciones. ¿Está el gigante asiático intentando ayudar o se están aprovechando de la crisis? Un artículo de Safe Democracy considera que China está desplegando una estrategia para lograr posiciones de influencia de cara a fijar su papel en el futuro orden financiero internacional más que debilitar a las economías desarrolladas.

La bandera china
(Foto: Flickr/Tipani)

La compañía minera Rio Tinto o la australiana Oz Mineral han sido dos de los últimos casos. También ha habido acuerdos en Brasil y Rusia. Y además el presidente chino Wen Jiabao ha anunciado una nueva misión comercial por Europa. Según el analista Xulio Ríos, los líderes chinos se han dado cuenta que la supremacía occidental en economía está en entredicho y quieren aprovechar la coyuntura de crisis global para ganar influencia estratégica.

Al igual que sucede con el tema de la cooperación en Africa, Occidente muestra cierto recelo ante estas iniciativas chinas, pero según Safe Democracy, «China procurará manejar su proyección con exquisito cuidado, tratando de evitar riesgos propiamente económicos, pero también políticos, exhibiendo responsabilidad frente a las debilidades de las economías occidentales pero también preocupándose de adquirir una mejor comprensión y aprendizaje de las claves de las finanzas mundiales para no repetir errores»

Desde Pekin se plantean las misiones comerciales como operaciones económicas, pero también de imagen. Quieren que el mundo destaque su contribución a la dinamización del consumo y el empleo y además hacer gala de su responsabilidad ante el delicado momento actual. Por eso se fijarán especialmente en aquellos sectores estratégicos necesitados de dinero fresco y que coinciden con sus necesidades más apremiantes (energía y recursos minerales).

Utilizando la técnica ??time-lapse?? con imágenes de satélite, un video que circula por la red permite comprobar en poco más de 10 segundos el desmesurado ritmo de construcciónque ha transformado el emirato de Dubai. El caso quizás más espectacular es la construcción de las islas artificiales con forma de palmera.

 

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Este ejemplo ha sido incluído en un artículo de la revista Wired que muestra, con ayuda de otros videos «time-lapse», algunos de los cambios más radicales que están afectando a la Tierra. La deforestación en Brasil, la desaparición del mar Aral, la sequia en Utah…

Deporte, cine, música, terrorismo y crisis. Esas son las cinco áreas informativas de nuestro país que más repercursión tienen en la prensa extranjera.

Para alguien como yo, -un ignorante absoluto en términos deportivos-, es una sorpresa descubrir la enorme repercusión que tiene el fútbol español en la prensa internacional. El deporte se ha convertido en el gran embajador de nuestro país. En algunos lugares de África nadie sabe situar a España, hasta que escuchan las palabras «Real Madrid».

El impacto global de estas noticias es indiscutible.  Florentino Pérez -que hoy vuelve a la Presidencia del Real Madrid- tiene un hueco en innumerables periódicos de la prensa mundial. En Alemania, en Francia, EEUU; o en el Reino Unido,  se refieren aEspaña, al deporte, y al Real Madrid con gran despliegue (BBC, The Times, Ansa, Telegraph,The Sun, FrancePresse:

» Real Madrid confirmed last night that Florentino Pérez has returned as club president. Pérez, who held the post for six highly eventful years from 2000 to 2006, will officially be sworn in today»

Hoy, sin duda, es una noticia que trasciende al ámbito deportivo. Incluso el programa de televisión 59 segundos, que dirige Ana Pastor y que generalmente debate asuntos  políticos, tiene programada una edición especial con periodistas deportivos y en la que participará el propio Florentino Pérez.

La repercusión es todo un síntoma de nuestro tiempo, de la globalización, del espectáculo, y del deporte. Un fenómeno que más allá del interés que despierte en cada uno el tema, tiene gran calado antropológico.

Tan sólo lleva en el cargo cuatro meses, pero Robert Gibbs ya ha conseguido generar mejor ambiente y más risas entre los corresponsales acreditados en la Casa Blanca, que todos los portavoces de Bush juntos. En The Politico han repasado sus intervenciones o briefings y aseguran que ha habido más de 600 momentos cómicos en este tiempo. Lo que supone que pese a que le toca transmitir información de gran relevancia y contestar preguntas incómodas, Gibbs también consigue generar, de media, 10 carcajadas por día.

Robert Gibbs
(Foto: Flickr/Empty netters)

El secretario de prensa es la imagen de la presidencia y quien da la cara en encuentros periódicos con los periodistas. Sus ruedas de prensa se transcriben íntegras y cuando se dice algo gracioso o alguien ríe, queda reflejado como [risas]. Desde el 20 de enero en que el Obama juró su cargo y Gibbs pasó a ser su portavoz, ha habido más de 600 risas registradas. En el mismo periodo de tiempo, su antecesora, la última secretaria de prensa de Bush, Dana Perino, apenas logró 57 momentos distendidos. Y Scott McLelland, el anterior portavoz, 66.

Un poco mejor le fue a Tony Snow con 217, aunque lejos de los «número» del portavoz de Obama. Un comentarista conservador cree que esto puede deberse tanto al sentido del humor de Gibbs como a que los periodistas acreditados en la Casa Blanca sienten más afinidad política con esta administración que con la de Bush y por tanto el ambiente es más distendido y favorable. Pero otros creen que se debe a que el portavoz se siente a gusto en los briefings, entiende bien a la prensa y siempre está dispuesto a reirse de algun periodista o de sí mismo.

Una de las ruedas de prensa más «cómicas», fue en la que apareció el propio Obama por sorpresa para hablar de la renuncia del Juez Scouter y donde según las transcripciones hubo hasta 30 momentos de risas.

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Y otro de los momentos estelares de Robert Gibbs fue a principios de este mes de mayo, cuando «cansado» de ser interrumpido por el teléfono móvil de John Gizzi uno de los periodistas presentes en la Sala Brady, le «confiscó» el aparato.

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Claro que si ha habido una portavoz de la Casa Blanca que ha hecho reir al mundo y con la que Gibbs tiene dificil competir esa es C. J. Cregg. Bien es cierto que es un personaje de ficción y que sus frases estaban guionizadas por Aaron Sorkin, el creador de la mítica serie El Ala Oeste de la Casa Blanca. Pero las apariciones y reacciones de C.J en la sala de prensa -y fuera de ella- son antológicas.

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Schumacher-Matos

Empresario y Periodista de EEUU, de origen colombiano. Ha sido editor fundador del Wall Street Journal Américas y formó parte del equipo de Philadelphia Inquirer que recibió el Pulitzer.

 

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Edward Schumacher-Matos – Boston. A pesar de todo el alboroto causado por la idea de legalizar a los inmigrantes sin papeles residentes en Estados Unidos, los economistas han entendido desde hace tiempo que no hay solución viable a largo plazo para el desaguisado migratorio de la nación sin un programa de trabajador temporal.

Durante la era de los derechos civiles de la década de los años 60, pusimos fin al programa de trabajador invitado «bracero» con México en lugar de corregir los abusos cometidos de sus trabajadores. Un resultado imprevisto fue que creamos el entorno de la inmigración ilegal de hoy día dado que los trabajadores siguieron viniendo. La amnistía de 1986 no puso fin al influjo, en gran parte porque no había disposición legal para enviar mano de obra a cubrir la nueva demanda laboral.

Este es el motivo de que un reciente acuerdo entre las dos principales confederaciones sindicales — AFL-CIO y Change to Win — encaminado a aceptar un programa de trabajador temporal sea importante, incluso impresionante. Los sindicatos, junto a muchas iglesias y coaliciones izquierdistas, se han venido oponiendo a los programas desde hace tiempo, acusándolos de robar puestos de trabajo estadounidenses al tiempo que se crea una clase desfavorecida de trabajadores en régimen de servidumbre con escasos derechos.

El acuerdo sitúa a los sindicatos tras una idea que está cobrando fuerza en los círculos de los laboratorios de ideas — constituir una comisión nacional encargada de fijar los niveles de inmigración. De la misma forma que el Banco de la Reserva Federal regula la masa monetaria, la comisión ayudaría a regular la oferta de mano de obra inmigrante. Una ampliación de los derechos del trabajador temporal pondría coto a los abusos.

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El apogeo de una recesión puede no parecer el momento de centrarse en la inmigración, pero los sindicatos reconocen lo obvio: el terreno de nadie en el que están los inmigrantes ilegales no va a desaparecer por las buenas. A pesar de un menor número de puestos de trabajo y una implementación endurecida de la ley que condujo a la deportación de 350.000 inmigrantes sin papeles el año pasado, la cifra de los aún en el país — alrededor de 12 millones — sólo parece haber descendido ligeramente, según el Pew Hispanic Center. Menos vienen, como se constata en las capturas fronterizas y las encuestas mexicanas, pero muy pocos de los que están aquí vuelven a casa. La prueba anecdótica es que se mueven hacia el interior en busca de empleo.

El presidente Obama, cumpliendo las promesas de campaña realizadas a los electores hispanos, ha puesto sobre la mesa la reforma integral de la inmigración. La Federación Americana del Trabajo ayudó a tumbar el conato de reforma de la administración Bush en el año 2007, pero la Federación se arriesga ahora a condenarse al ostracismo si no se une al presidente y a los sindicatos de los empleados de servicios de Change to Win que consideran a los inmigrantes latinos sin especialización como futuros miembros a sindicarse.

El país, en la práctica, ya tiene un buen número de programas de trabajo temporal para inmigrantes. Según el Departamento de Estado, el año pasado se extendieron casi 485.000 visados de trabajo. Esto incluye más de 130.000 trabajadores y profesionales de elevada especialización y 64.000 trabajadores del campo. No obstante, la demanda de empleo fue tal que alrededor de 500.000 trabajadores entraron ilegalmente el año pasado, según Pew.

Una vez que la recesión finalice, esa cifra podría volver al nivel que se daba de 800.000 ilegales entrando cada año. La eficacia de la implementación más estricta de la ley podría evitar esto, aunque casi ningún experto piensa que la aplicación de la ley por sí sola vaya a poner fin a la inmigración ilegal.

La idea de una comisión para fijar niveles realistas de mano de obra invitada se propuso por primera vez hace tres años por el Instituto de Política Migratoria bipartidista. Según el plan del Instituto la comisión hacia recomendaciones al Congreso, mientras el sindicato exigiría al Congreso la ratificación de las recomendaciones de la comisión. De cualquier forma, un panel de expertos reduce la política seguida ahora a niveles fijados. Como indica Ana Avendaño, del AFL-CIO: «La inmigración nunca es examinada a través de un prisma racional. Estamos eliminando la parte emotiva, con un modelo de cifras y cálculos.?

Dicho eso, es seguro que estallarán reyertas por la elección de los miembros de la comisión, fijando la metodología y, más tarde, presionando ante la comisión. El Instituto es partidario de una comisión que incluya representantes de los departamentos del Tesoro, Comercio y Trabajo entre otros, y que utilice fórmulas para examinar lo que mejor revierte en interés de la economía de la nación en conjunto. Los sindicatos han proporcionado detalles, pero el arquitecto de su propuesta, Ray Marshall, secretario de trabajo bajo la administración Carter, apuesta claramente por un estudio reciente de fórmulas del Departamento de Trabajo, «Inmigración para una prosperidad compartida.»

El temor a la propuesta de Marshall inquieta a la Cámara de Comercio estadounidense. De hecho, Los registros laborales del gobierno son miopes y pasan por alto las tendencias económicas nacionales e internacionales. «En el mejor de los casos, todo dependerá de quien sea elegido, un ‘juego de azar’ peligroso para patronos, inmigrantes y sus familias,» decía en una circular la National Foundation for American Policy.

Las objeciones de la Cámara parecen fáciles de resolver conforme se desarrollen las negociaciones este año. Ciertamente, el cambio de los sindicatos en el principio de temporalidad de los trabajadores y en la Comisión plantea la esperanza más prometedora en cuestión de décadas de levantar un sistema de inmigración que sea mejor para el país. Hasta podría funcionar y todo.

Edward Schumacher-Matos
© 2009, Washington Post Writers Group

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E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington.  La candidata del Presidente Obama a ocupar la vacante del Tribunal Supremo, la magistrada Sonia Sotomayor, es una mujer latina orgullosa y competente. Este hecho aparentemente está empujando a algunos destacados Republicanos a farfullar incoherencias envenenadas.»Un candidato varón blanco racista sería obligado a retirarse. Una mujer latina racista también debería retirarse,? se despachaba el ex presidente de la Cámara Newt Gingrich el miércoles en Twitter. Mi primera reacción fue que los políticos a partir de una determinada edad nunca deberían recorrer en solitario los parajes flanqueados de peligros de una red social. Mi duda fue: Oye, Newt, ¿qué me estás contando ?

Rush Limbaugh también — como era de esperar — divagó sin parar acerca de cómo Sotomayor es «una racista al revés,» y de cómo Obama también lo es. Pero al contrario que Gingrich, Limbaugh no pide que se le tome en serio. Simplemente espera que se le pague.

El arrebato de Gingrich fue la reacción a un comentario ampliamente difundido y sacado de contexto de un discurso del año 2002 en el que Sotomayor reflexionaba acerca de cómo su identidad afectaría o no afectaría a sus veredictos como juez federal. Lejos de ser alguna especie de perorata «racista,» el discurso se trataba en realidad de una meditación en torno a la experiencia de una verdad universal por parte de Sotomayor: quienes somos va a influenciar inevitablemente lo que hacemos.

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Cada uno de nosotros arrastra por la vida un conjunto único de experiencias. Las de Sotomayor resultan ser las experiencias de una mujer latina brillante y dinámica — una  neoyortina que creció en los complejos sociales del Bronx, se licenció con matrícula de honor en Princeton, dirigió el Yale Law Journal, trabajó como fiscal en Manhattan y abogado corporativo, y ocupó un puesto durante 17 años en la magistratura federal y como juez de apelaciones.

Teniendo en cuenta la clase de trayectoria impoluta — y teniendo en cuenta que, según el asesor presidencial David Axelrod, tiene más experiencia en el estrado federal que ningún candidato a ocupar un puesto del Supremo en 100 años por lo menos — es comprensible que los críticos Republicanos tengan que agarrarse a clavos ardiendo.

La acusación de que es «una activista judicial» no encuentra sustento en su voluminosa trayectoria. Sus críticos han aprovechado un veredicto de un caso que instruyó llamado Ricci contra DeStefano, que implica la demanda por discriminación inversa de un grupo de bomberos blancos de New Haven, Conn. Pero la acción de Sotomayor en ese caso es entendida más adecuadamente como ejemplo de contención judicial.

Lo que sucedió fue que el consistorio convocó unas oposiciones para bomberos y ningún afroamericano — y sólo un hispano — las aprobaron. Temiendo perder apoyos en su iniciativa por diversificar la dirección del parque de bomberos, y temiendo la demanda de los grupos de derechos civiles, el ayuntamiento canceló las oposiciones. Los bomberos que aprobaron no obtuvieron el ascenso que esperaban. El juez del distrito dictaminó que el consistorio había actuado en el marco de la ley, y un panel de jueces de distrito de apelaciones de Nueva York — que incluía a Sotomayor — ratificó la sentencia.

Los atacantes de Sotomayor no comprenden o no reconocen que el asunto ante la justicia no era si el consistorio de New Haven había actuado con justicia o no al anular los resultados de las oposiciones, sino si había actuado o no dentro de la legalidad. Había bastantes precedentes que apuntaban a que la acción era, en la práctica, legal. Yo pensaba que toda la teoría de la contención judicial consistía en que no queríamos que jueces que no han sido elegidos democráticamente fueran diciendo lo que tenían que hacer a nuestros gobernantes electos. Pensaba que la idea conservadora era que se suponía que los jueces sólo debían «juzgar el partido» — lo cual es precisamente lo que hicieron Sotomayor y sus colegas.

Ah, pero siempre hay segundas lecturas. Al igual que con el discurso de 2001 de Sotomayor, el caso de New Haven giraba realmente en torno a pertenencia a minorías — y el poder. En ambos casos, como interpretaron los críticos de Sotomayor, las minorías reclamaban u obtenían una especie de ventaja sobre los varones blancos. No importa que esta percepción carezca de cualquier base. El concepto mismo parecía ser suficiente para iniciar una reacción termonuclear.

A pesar de los mejores esfuerzos por parte de Gingrich y Limbaugh entre otros, probablemente el proceso de confirmación no va a girar en torno a la raza. Sus cualificaciones son impecables, su trayectoria es moderada y, según sus colegas, su personalidad es ganadora. Durante las vistas de su confirmación, tendrá oportunidad de aportar el contexto ausente en cualquier comentario que se le reproche. En ausencia de alguna sorpresa de última hora, no puedo imaginar alguna forma en que sus detractores en el Senado pudieran desencaminar su nombramiento.

Tampoco puedo imaginar que vaya a simular ser alguien diferente a quien es. Sonia Sotomayor ha dejado claro que está orgullosa de su identidad, y ofrece ese orgullo no como una afrenta, sino como un ejemplo — no es blanca, no es un varón, no es sajona, no se inclina a pedir perdón. Ella es la nueva cara de América, y tiene una sonrisa deslumbrante.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.

 

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Os invito a la presentación de mi nuevo libro, «El hombre mojado no teme la lluvia. Voces de Oriente Medio«.

Será el día 11 de junio, a las 13:00 horas, en la Feria del Libro de Madrid, Paseo de Coches del parque del Retiro, pabellón Carmen Martín Gaite. La presentación correrá a cargo de Maruja Torres y Juan José Millás.

Los protagonistas de «El hombre mojado no teme la lluvia« son hombres y mujeres que he ido conociendo en mis estancias en Irak, Israel, los Territorios Ocupados palestinos, Líbano, Siria, Egipto y Afganistán. Sus historias no suelen estar en los grandes titulares de los periódicos, pero sin embargo ofrecen claves y detalles fundamentales para comprender cómo es y qué pasa en Oriente Medio.

Sus vidas son una prueba de cómo esa región sigue siendo víctima del colonialismo político que operó a finales del siglo XIX y en la primera mitad del XX y que posteriormente derivó en un neocolonialismo; son un ejemplo claro de cómo la tierra, el poder y los beneficios económicos están por encima de los propios seres humanos.

EL TÍTULO:

Uno de los protagonistas del libro es Yaser Alí, un iraquí al que conocí en Bagdad hace años y que ha participado en la resistencia armada contra las tropas extranjeras. Cuando empecé a escribir el libro le pregunté si prefería que ocultara su identidad. Se quedó pensativo unos segundos y después contestó:

«Como dice el refrán iraquí, el hombre mojado no teme la lluvia. Ya no tengo nada que perder. No me preocupa que aparezca mi nombre, y si quieres, con fotos».

Enseguida supe que ese sería el título del libro. En Oriente Medio hay muchos hombres y mujeres mojados como Yaser, que sienten que ya no tienen nada que perder. Sus vidas, su forma de pensar y de sentir, sus biografías son mapas en los que se puede leer la Historia de sus países y comprender el presente de sus sociedades y gobiernos.

«El hombre mojado no teme la lluvia» nació con ese propósito:  poner nombre, voz y rostro a gente que normalmente es presentada tan solo como integrante de una gran masa a la que llamamos los árabes, los musulmanes o los judíos.

LOS PROTAGONISTAS:

A través de «El hombre mojado no teme la lluvia» podeis conocer, entre otros, a Yamila, una iraquí torturada en la cárcel de Abu Ghraib en el Irak ocupado;

a Layla, una kurda iraquí volcada en la lucha contra la discriminación de las mujeres;

a los Elhanan, una familia judía de Jerusalén que perdió a su hija en un atentado suicida;

a Sergio, un israelí judío antisionista que trabaja por los derechos de los palestinos;

a Yehuda, un colono judío religioso;

a Ibrahim, un palestino que vio morir a sus amigos en ejecuciones extrajudiciales israelíes y que vivió el encierro en la iglesia de la Natividad de Belén;

a Shadi, víctima del crecimiento de los asentamientos judíos ilegales;

a Omar, un médico palestino que sufrió las cárceles israelíes;

a Fahed, un chií libanés cuyas ilusiones se vieron truncadas por la larga guerra civil de su país;

a Sahar, una libanesa seguidora de Hezbolá;

a Lina, una palestina del campo de refugiados de Chatila (Líbano);

a Tony, un cristiano libanés integrante de las Falanges;

a Mona, una actriz siria repudiada por su familia;

a Kareem, un sindicalista pluriempleado egipcio que no renunica a soñar mientras trabaja todas las horas del reloj;

 a Zahraa, una egipcia hija de uno de los líderes de los Hermanos Musulmanes;

a Abdul, un refugiado afgano exiliado en su propio país, o a Massuda, primera mujer candidata a unas elecciones en su país.

  Las vidas de la mayor parte de ellos, así como los grandes acontecimientos de la región, han estado condicionadas por la voracidad de las potencias occidentales que han aupado y derrocado gobiernos y explotado materias primas sin importarles la opresión de las poblaciones y el despojo de la riqueza natural de esos países de Oriente Medio.

 Buena parte de los protagonistas de «El hombre mojado no teme la lluvia» son doblemente víctimas: no solo sufren la violencia, la opresión y el abuso, sino que además son silenciadas, porque son la constatación de que nada es como debería.

Padecen su condición de víctimas y su condición de individuos molestos, que recuerdan que el planeta necesita urgentemente replantearse su funcionamiento.

Con sus historias personales he querido acercarme a esa realidad global que nos permite conocer mejor no solo Oriente Medio, sino también aquello que llamamos Occidente. Porque a través de los otros podemos descubrir aspectos de nosotros mismos.

 

Ellen Goodman

Premio Pulitzer al comentario periodístico.

 

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Ellen Goodman – Boston – Así que nos enfrentamos a la adivinanza del anciano sabio, la anciana sabia y el sabio.

Sonia Sotomayor, una «neoyortina» educada en el Bronx y formada en las ocho antiguas, ha sido nominada para ocupar la vacante del Tribunal Supremo. Toda una diferencia desde que Ronald Reagan tuviera que echar mano de un tribunal de apelaciones para encontrar su «primer.? El candidato más experimentado hoy es el candidato de la diversidad.

Incapaces de atacar sus credenciales, sus detractores señalaron instantáneamente un comentario sacado de un sesudo discurso acerca de la vida como latina y magistrada. ??Esperaría,? dijo, ??que una mujer latina sabia con la riqueza de sus experiencias alcanzara mejores conclusiones que un varón blanco que no ha llevado esa vida.?

«¡Discriminación inversa!» berreó Rush Limbaugh. ??¡Política de minorías!? se quejaron los detractores enarbolando esta prueba de que su origen era su prejuicio hacia, por supuesto, los hombres blancos. Habrían hecho mejor en leer la meditación entera acerca de lo que la experiencia vital enriquece el estrado. Pero esas cosas no pasan en la política de los eslóganes.

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En la práctica, Sotomayor estaba sopesando una frase que han repetido tanto la juez O’Connor como Ginsburg: ??Al tener todo en cuenta, un anciano sabio y una anciana sabia llegan al mismo veredicto.?

Ninguna de las dos magistradas estaba negando la importancia de tener a más mujeres en el tribunal. O’Connor, después de todo, estaba elogiando a su sucesor, John Roberts, al decir, «Es bueno en todos los sentidos, excepto que no es una mujer.? La juez Ginsburg no ha hecho ningún secreto de la soledad de ser la única jueza del estrado. Simplemente plantearon la posibilidad de que la sabiduría sea — o pueda ser — un talento al que pueden optar ambos sexos. Una persona sabia.

Sin embargo, esta atronadora polémica a cuenta de la tercera mujer y la primera latina en el tribunal plantea una vieja duda acerca de cuánta diferencia supone la diversidad. O debería suponer.

El juez Scalia, por ejemplo, ha insistido en que su ascendencia religiosa no tiene nada que ver con sus opiniones legales: ??Igual que no se conoce una forma ‘católica’ de preparar una hamburguesa,» decía que no hay veredicto legal condimentado con sus experiencias vitales. ¿Es verdad o se estaba engañando? El juez Roberts, descrito como ??el implacable defensor del oprimido» puede verse como el parangón de la imparcialidad. Son sólo los recién llegados los que son cuestionados en calidad de agentes de cambio.

Sabemos que no existe un único «punto de vista femenino.? O’Connor y Ginsburg no eran réplicas ideológicas. Aun así, recuerdo el caso de acoso sexual escolar en el que la jueza O’Connor se pronunció en defensa de la pequeña Jane al tiempo que su colega y compañero de clase el juez Kennedy habló por el pequeño Johnny. Más recientemente, se dio el caso de una escolar de 13 años que fue cacheada para consternación (única) de la juez Ginsburg. Y cuando Lilly Ledbetter acudió a los tribunales, había escasez de hombres sabios.

Un estudio de los jueces de tribunales de apelación realizado por tres investigadores universitarios demuestra que el sexo de los jueces no supone ninguna diferencia en la forma en que se pronuncian la mayor parte del tiempo. Pero en los casos de discriminación sexual, las juezas tenían una probabilidad un 10% mayor de decantarse por la demandante. Más intrigantamente, cuando hombres y mujeres deliberaban juntos tales casos, (BEG ITAL)los hombres(END ITAL) eran un 15% o más dados a decantarse por la demandante que cuando deliberaban sólo con hombres. ¿Esas mujeres aportaron algo a la suma total de sabiduría?

La experiencia vital no es sólo un asunto de sexo o etnia, ni de generación. Sotomayor aporta al estrado su experiencia como niña pobre, como diabética, hasta como (huff) hincha de los Yankees. Tampoco se puede predecir siempre cómo importa la experiencia: «Simplemente desconozco cuál será la diferencia en mi forma de administrar justicia,» reconocía honestamente Sotomayor. «Pero acepto que se basará en cierta medida en mi sexo y mi herencia latina.?

Bien, recordará que Ginsburg y O’Connor decían que ??(BEG ITAL)Al tener todo en cuenta(END ITAL),? el anciano sabio y la anciana sabia decidirán en el mismo sentido. No decían en qué momento. O cómo se llega a ese punto. Puede que nunca haya una sabiduría universal o una experiencia no sexista. Pero ciertamente existe la posibilidad de que podamos ver a través del prisma del otro.

O’Connor, en su elogio del primer juez afroamericano, Thurgood Marshall, hablaba acerca de cómo sus experiencias «muy poco a poco pudieron alterar la forma en que veo el mundo.? Tenerle en la sala cambiaba las cosas. También una anciana sabia y un anciano sabio pueden llegar a la misma conclusión estando en la misma estancia deliberando sobre el mismo caso.

Una vez más, planteamos el acertijo: ¿Cuántas mujeres sabias más se necesitan para tener un sabio en el Tribunal Supremo? Sonia Sotomayor y contando.

Ellen Goodman
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Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Richard Cohen- Washington. «El mundo está saturado de nosotros,? escribió el poeta William Wordsworth — y eso, por supuesto, fue antes de que Elizabeth Edwards publicara su libro y apareciera en televisión para promocionarlo, sorteando las preguntas acerca del hijo ilegítimo que su marido podría haber tenido con otra mujer, pero respondiendo a las demás preguntas acerca de la infidelidad conyugal y el sufrimiento del cáncer todo el tiempo. ¿Qué hacer? ¿Qué pensar? ¿Qué juicios podemos hacer?

No quiero a Elizabeth Edwards en mi vida. Pero no puedo evitarla. Me persigue. Su rostro angelical aparece en cada pantalla de televisión con la que me cruzo. ?ltimamente he pasado tiempo en hospitales visitando a un ser querido. Elizabeth Edwards ocupa todas las camas que me encuentro. Está en la sala de espera, en la recepción — hasta en los quirófanos. Aparece en los informativos de la noche y en ??Charlie Rose? y ??Larry King? y ??Oprah? y, por supuesto, ??The View,? el único programa de tertulia verdaderamente esencial de la televisión. Edwards, Edwards, Edwards hasta en la sopa.

¿Qué pensar? ¿Por qué escribió este libro? ¿Qué efecto tendrá para sus hijos? ¿Qué efecto tendrá sobre mí? ¿Por qué no se divorció de John? (¿Por qué lo llamo John?) ¿Por qué no le abandonó simplemente? ¿Por qué aguantó toda la charada?

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¡Espera! ¿Puedo opinar de ella? Ella tiene cáncer, anunciado a los cuatro vientos. Su marido le puso los cuernos mientras se postulaba a presidente. Sólo fue un desliz, dijo. Un rollo de una noche, le dijo. Cuando su cáncer estaba remitiendo, le dijo. ¿Eso lo hace aceptable? ¿Mejora las cosas? ¿Hace que sea asunto mío?

Conozco personalmente a John y Elizabeth Edwards — no mucho, sólo un poco. He estado en su casa — la antigua residencia, la casa de Washington. Desayunaba con ellos. Ella me parecía inteligente y agradable. Nunca tuve una opinión clara de él. Alguien más falso que un billete de tres dólares, sospeché siempre. Ella me llevaba en coche adonde era imposible coger un taxi. Hablábamos. ¿Sobre qué? No lo recuerdo. Ahora esto. ¿Qué pensar?

Sucede lo mismo con Nadya Suleman, la mujer que dio a luz a octillizos y ya tenía otros hijos y que ahora tiene, hasta donde sé, 23 hijos y ninguna forma realista de mantenerlos. Evadí esa noticia, desde el primer momento en que sus doctores posaron juntos para las fotografías, demasiado ingenuos para saber que habían participado en un desastre — un Katrina con piernas de mujer. Pero nunca pude esquivarla. Una y otra vez, cada periódico, cada aparato de televisión, cada blog y todo lo que veía o escuchaba giraba en torno a ella y sus hijos.

Resultaba adictiva. ¿Qué hacer con ella? Lo que hizo fue propio de una demente, pero en todas esas entrevistas no sonaba como si estuviera loca. Estaba decidido pasar página. Tengo otras cosas de las que preocuparme.

No obstante, me detenía y la miraba a los ojos. Los conocía — los ojos de esa mujer a la que no te acercas en un bar. Entonces su madre apareció en escena y denunció públicamente a su hija y después no denunció a su hija y el padre salió de alguna parte — ¿Irak? ¿Palestina? ¿El centro de Los Ángeles? — y dijo cosas parecidas. ¿Qué se supone que debía pensar? No quería saber nada de ninguno de ellos, pero después me preocupaban los hijos. ¿Quién iba a cuidarlos? ¿Tenía ella recursos?

De alguna manera, pasado un tiempo, terminé pensando en los hijos como responsabilidad mía. Sentía que tenía que hacer algo. Nadya y su prole rompieron la barrera, la membrana que separa la noticia — algo sucedido en la tierra del Demócrata Wolf Blitzer — de algo más, una parte de tu vida, algo real. ¡Los bebés! ¡Los bebés! ¿Debo enviar un cheque? ¿Qué hará ella con el dinero? ¿Una operación estética para las bolsas de los ojos? ¿Tendría más bebés? ¿Entonces qué? ¿Qué haría con los bebés adicionales? Me imaginaba la casa por la noche, los lamentos, los gritos — los pañales por camiones.

¿De qué hablaba Wordsworth? ?l tenía suerte, recorriendo el norte rural de Inglaterra con su copiloto Samuel Taylor Coleridge, quejándose sin parar los dos del mundo moderno y de cómo se les estaba imponiendo. ¡Vaya broma!

Es el mundo quien me ha saturado. Soy yo quien tiene que soportar a Nadya y sus hijos y a Elizabeth y su marido. No quiero tener que ver a ninguno de ellos. Me conformo con Pakistán y sus inseguras bombas nucleares. Ah, qué paz.

 Richard Cohen

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