Ellen Goodman – Boston. Nunca he estado segura de porqué la Justicia lleva una venda como parte de su uniforme. Sí, se supone que es símbolo de imparcialidad. Pero limita un poco su visión.
De manera que estoy siguiendo los preliminares de la nominación de un nuevo juez del Supremo con los ojos bien abiertos. Ya hemos sufrido ataques preventivos contra tres mujeres en la corta lista de los medios. Elena Kagan, Diane Wood y Sonia Sotomayor están recibiendo el siniestro trato radical sin tan siquiera haber sido escogidas.
Más extrañamente, tenemos una desenfadada campaña contra cualquier candidata que pudiera tener un oscuro secreto enterrado en lo profundo de su currículum. Puede que tenga, glups, empatía.
El presidente viene hablando desde hace mucho de «ese rasgo de empatía… ingrediente tan esencial para llegar a resultados y veredictos justos.? En la descripción de los rasgos para su primera elección, decía, «Buscaré a alguien que entienda que la justicia no guarda relación con alguna teoría legal abstracta…. También tiene relación con la forma en que nuestras leyes afectan a la realidad cotidiana de la vida de la gente.?
¿Quién iba a decir que estaba agitando una bandera roja delante de los Republicanos? Ahora, una falange de horrorizados conservadores ha entrado al trapo, insistiendo en que la empatía es simplemente un eufemismo para el prejuicio sentimentaloide progre en favor de los oprimidos por encima del Constitución.
El nunca combativo Karl Rove despreciaba la empatía como el santo y seña secretos que denotan el activismo progre. John Yoo, el hombre que justificaba la tortura para la administración Bush, se burlaba despreciativamente de la idea de un «Gran Empatizante.? Wendy Long, de Judicial Confirmation Network, insistía en que ??El referente del Sr. Obama es lo diametralmente opuesto a la imparcialidad.? Conduciría a que los jueces decidieran el veredicto en función de sus simples «debilidades.?
Se podría decir que tuvieron una respuesta abiertamente emotiva a la emoción. De hecho, se podría describir el apasionado asalto como ataque avanzado a cualquier candidata esperada. Justicia al margen, la tradición entiende la ley como dura, racional y masculina, al tiempo que la empatía es blanda, emotiva, femenina y en general dada a la lágrima.
Pero recordemos que la empatía no es simpatía. No nos exige tomar parte. Tampoco es un atajo emocional que prescinda de todo razonamiento legal para declarar un ganador por las buenas.
La empatía es en su lugar la capacidad de ponerse imaginativamente en el lugar de los otros. Como dice la profesora de Derecho de Harvard Carol Steiker, «Pensamos en esto como algo capital para el razonamiento moral de cualquier clase.?¿Cómo más comprender asuntos morales básicos como la enseñanza bíblica de cómo tratar a los demás?
La capacidad de reconocer la realidad de otra persona no es solamente progresista. El jurista conservador Richard Posner ha descrito la empatía como un importante instrumento del arsenal de un juez. No se impone a la razón, informa a la razón.
Podría ser más fácil tener empatía con alguien así, ya se trate de una colegiala o del consejero delegado de una empresa. Tras la reciente e incompasiva vista de un caso que gira en torno a una niña que fue cacheada en busca de ibuprofeno, la juez Ruth Bader Ginsburg comentaba que era la única del estrado que sabía cómo es ser una niña de 13 años de primera mano. Pero la biografía no es ninguna garantía de empatía. Ni de su ausencia.
La ironía del ataque a la empatía es que el candidato derrotado más dramático fue Robert Bork. La opinión pública así como el Senado se revolvieron contra Bork precisamente porque parecía calificar al Supremo de poco más que un tablero intelectual de ajedrez en el que se juega con peones, no con personas. Desde entonces, los conservadores se han esforzado por describir sus elecciones como personas que entienden al tipo corriente tanto como la Constitución.
Mucho se exageró el paso de John Roberts por unos altos hornos como si eso le fuera a dar solidaridad con los trabajadores. Samuel Alito era descrito como hijo de inmigrantes de clase obrera. Y los incansables partidarios de Clarence Thomas nos aseguraban que su experiencia con la discriminación racial significaba que entendería al resto que estaba en el mismo barco. Marque Falso en su hoja de respuestas.
La verdad es que queremos jueces que «entiendan.? El mito de la justicia como asunto de puro razonamiento objetivo que podría ser zanjado mediante un ordenador es simplemente eso, un mito. Compruebe todos los veredictos por mayoría simple. Parte de «entender,» dice Susan Bandes, autora de «Pasiones de la ley,» es «la capacidad de saber lo que todos los litigantes se juegan.? En fin, empatía.
Finalmente, al desarrollarse el debate, vale la pena preguntar qué aspecto tendría exactamente un juez sin empatía. Bandes ofrece un nombre sacado directamente de Star Trek: ??Spock.?
¿Juez Spock? ¿Ciencia ficción vs. la ley? Quítese la venda.
© 2009, Washington Post Writers Group