Grandes, pequeños, tristes, felices, amantes, soñadores, solitarios, los de la memoria y los desmemoriados. Y los viejos que siempre lo fueron, y los jóvenes mayores de edad.

Levantemos todas las copas. A ver si con una dosis de familiaridad recuperamos  la cordura.
Feliz solsticio!!
 
Un besazo a todos y a todas!!

PD un besazo fuerte tambien para los que celebran la navidad.

 

E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

Sobre Robinson

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Eugene Robinson – Washington.  A medida que la tentativa por aprobar una reforma sanitaria significativa tropieza escurridiza camino de la base, habiendo pasado por alto una o dos por el camino, el difícil no repetir el célebre lamento de Casey Stengel acerca de los desafortunados Mets en 1962: «Repasas el banquillo arriba y abajo y tienes que preguntarte, ‘¿es que nadie sabe jugar?'»
La respuesta es que unos saben y otros no.
Nancy Pelosi sabe jugar. Frente a la oposición numantina de los Republicanos, las exhortaciones radicales de los progresistas y el equívoco remoloneo de los Demócratas conservadores, la presidenta todavía lograba sacar del trámite un proyecto que incluye casi todo lo que quería el Presidente Obama, incluyendo una opción pública de salud.
Siempre me sorprende escuchar a la gente llamar a Pelosi «progre de San Francisco», porque si bien la descripción es cierta objetivamente, sugiere un cierto matiz de delicadeza. De hecho, Pelosi nació y se crió en el curtido mundo de la maquinaria política de la gran ciudad — su padre fue Tommy D’Alesandro, el legendario alcalde de Baltimore. Sabe cómo se cuentan los votos, y sabe cómo conservarlos contados.
Pelosi también sabe cómo y cuándo ejercer sus muchas prerrogativas. Vimos un ejemplo el miércoles, cuando llevó al estrado varias medidas delicadas: subida del techo fiscal, un proyecto de ley de defensa trufado de añadidos como una ampliación de la prestación por desempleo, y un nuevo paquete de estímulo de 154.000 millones de dólares a financiarse con el dinero del rescate financiero al que no se ha dado uso. Normalmente, cada una de estas medidas habría despertado un debate encarnizado — pero no el último día antes del receso navideño, cuando todo el mundo está impaciente por abandonar la ciudad. Así es como se hacen las cosas.
Los líderes Republicanos tanto de la Cámara como del Senado también saben jugar. En este punto, transcurridos 11 meses desde que Obama fuera investido, es sorprendente el éxito que han tenido los Republicanos a la hora de presentar un frente unido contra virtualmente todo lo que el presidente y las mayorías Demócratas en las cámaras intentan llevar a cabo.
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Tengo mis dudas con esta estrategia, a largo plazo. Estoy convencido de que aunque los Republicanos puedan estar causando considerables daños políticos a los Demócratas, no se están haciendo ningún favor político. Con la reforma sanitaria en concreto, la sólida oposición Republicana ha logrado suscitar las dudas en torno a las propuestas de los Demócratas. Pero los electores no están convencidos de que el sistema esté bien tal como está, y eso es lo que se percibe que defienden los Republicanos.
A corto plazo, sin embargo, la unidad Republicana ha empujado a los Demócratas del Senado a la posición de no ser capaces de lograr nada sin hacer uso de cada uno de sus 60 votos. Esto significa que cualquier miembro del caucus Demócrata puede secuestrar la legislación sanitaria imponiendo demandas desproporcionadas como rescate.
Los Senadores Byron Dorgan, D-N.D.; Mary Landrieu, D-La.; Ben Nelson, D-Neb.; y especialmente Joe Lieberman, el independiente de Connecticut, saben cómo se juega. Dorgan y Landrieu vienen sacando concesiones a los colegas de su partido. Nelson tiene en vilo al Senado con el aborto. Y Lieberman ha logrado establecerse, por ahora, como el jugador clave de todo el debate.
Lieberman no quiere que se incluya una opción pública en el proyecto del Senado, y está descartada. Decidió que no le gustaba la idea de dejar que aquellos mayores de 55 años se afiliaran al programa Medicare — incluso si había apoyado específicamente la idea en el pasado — y por tanto eso queda descartado también. A estas alturas, casi parece estar haciendo exigencias sólo por darse el capricho.
¿Quién no sabe jugar a este juego? Hay que señalar al secretario de la mayoría en el Senado Harry Reid. De acuerdo, se encuentra en una posición casi imposible, precisando de una mayoría de tres quintas partes para hacer lo que sea, pero ha agravado una situación mala. Anunció que el proyecto del Senado incluiría una opción pública, pero no tenía los votos. Durante unos cuantos días entusiasmó a todo el mundo con la idea de la afiliación a Medicare, hasta que fue tumbada. Y sus comentarios comparando el debate de la sanidad con la épica batalla contra la esclavitud fueron un grotesco motivo de vergüenza.
¿Qué hay del Presidente Obama y el jefe de su gabinete, Rahm Emanuel? Se me ocurre otro aforismo Stengel: «El secreto para salir adelante es alejar a los tipos que te odian de los indecisos». La Casa Blanca no ha conseguido abrir una brecha lo bastante profunda entre los Republicanos del Senado, que bajo ninguna circunstancia van a votar a favor de la reforma, y el caucus Demócrata. Se ha permitido que indecisos y oportunistas tomen el control.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
© 2009, Washington Post Writers Group
Derechos de Internet para España reservados por radiocable.com

Sección en convenio con el Washington Post

La prensa y las agencias de noticias llevan hoy diversas informaciones que apuntan a nuestro país. Un alijo capturado por la policía británica con intervención de la policía española, noticias deportivas,  La suspensión de licencia de Air Comet en el Financial Times y la Lotería. France Presse ha emitido una nota precisamente sobre esto, sobre la caida de ventas de El Gordo:

«La venta de boletos para la lotería de España anual de Navidad, una de las más ricas del mundo en cuanto al volúmen del premio, que fue jugada el martes cayó por segundo año consecutivo debido a la recesión.

Las ventas de «El Gordo», cayeron alrededor del 3,0% respecto al año pasado -en unos 2,7 millones de euros-, pero el dinero del premio total se mantuvo en 2.32 millones de euros, la agencia de la lotería estatal.  «

Ángeles González-Sinde, la Ministra de cultura española, compareció ayer en el Congreso de los Diputados modificando en buena parte su discurso. Sinde afirmó que se debe crear un modelo de regulación «diseñado a la medida de nuestra sociedad». La Ministra aseguró ahora ser consciente de que «la Red española puede asumir una posición de liderazgo» y que está entre «las más activas» del mundo. El Ministerio, dijo, está «trabajando para buscar un acuerdo entre todos»:  «el debate está abierto, aunque queramos ir deprisa».

Por ello, González-Sinde insistió en que «No se cerrará ninguna página web sin intervención de un juez». La Ministra añadió: «Podríamos haber copiado los modelos de otros países» de nuestro alrededor «que por cierto ofrecen menos garantías para los usuarios de la Red».

Lejos de tranquilizar a los Internautas la posición del Ministerio parece más difusa que nunca. Ángeles González-Sinde no ha aclarado si esa nueva postura de Cultura servirá para modifica/anular la Disposición de Ley que provocó el manifiesto, o por el contrario, simplemente quedará recogida en la regulación o reglamento posterior.

Ángeles González-Sinde recordó al PP que fue el Gobierno de Aznar el que en 2002 decidió que una autoridad administrativa pudiera «solicitar» la desconexión de la red, el cierre o la retirada de contenidos. Y añadió «Hay escándalos que parecen selectivos». El PP, por su parte, también hizo incapié en que debe ser «imprescindible» la intervención judicial, «porque -a su juicio- es una cuestión de garantías constitucionales» y destacó la importancia de llegar a un acuerdo. Según la oposición, «el éxito o el fracaso con el que abordemos este tema repercutirá directamente en el éxito o en el fracaso de España como potencia cultural».

Guia para no perderse en la Revuelta de Internet

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Gerardo Díaz Ferrán no es un buen empresario. Se puede decir objetivamente, sin miedo.

Hace unos días, ahogado por las informaciones sobre sus negocios, puso su cargo de Presidente de la Patronal a disposición de los órganos de dirección.  Díaz Ferrán recibió el apoyo unánime del resto de los empresarios. Mala política. Ay, las unanimidades…

El suyo, no es un ejemplo muy edificante para la clase empresarial: Deudas con la Seguridad Social, trabajadores que llevan meses sin cobrar, créditos impagados…Ese es Díaz Ferrán, el Presidente de la CEOE -órgano de interlocución de los empresarios ante sindicatos y gobierno-.

Hoy el Ministerio de Fomento ha comunicado a la dirección de Air Comet, su línea aérea, la retirada de la licencia de vuelo debido a «su situación de insolvencia».  Ayer ya se produjo un aviso. Hoy José Blanco el Ministro, ha revelado que Air Comet rechazó una propuesta del banco con el que negocia su refinanciación alegando que la «compañía no tenía dinero ni para combustible«.. El gobierno, con dinero de todos los españoles, tendrá que acudir al rescate para garantizar vuelos a los pasajeros afectados:

Spain’s Development Ministry said Tuesday it had withdrawn the flying license for debt-stricken Air Comet, leaving thousands of Christmas travelers to Latin American destinations stranded at Madrid’s airport. [more]

La noticia ha saltado a toda la prensa, tanto nacional como internacional. Lo lleva Bloomberg,  La Agencia AP, el Wall Street Journal, BuenosAiresHerald, LatinAmericanHeraldTribune

Pero ahí le tienen. Ahí sigue el hombre que exigía «medidas eficaces ante la inoperancia del diálogo social». Dirigiendo los destinos de los empresarios españoles.

Imagen de previsualización de YouTube

Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Hubiera sido un milagro. Hubiera sido un milagro que el mismo pensamiento que no ha sabido cuidar el presente se hubiera preocupado del futuro. Si tras el desplome financiero mundial se hubiesen puesto en cuestión los dogmas económicos y morales que lo produjeron, entonces sí… entonces, la Cumbre del Clima de Copenhague hubiera podido tener éxito. Pero es pueril pensar que si no se desactiva el principio del crecimiento económico incesante, pueda cambiarse algo en serio.

Y el principio del crecimiento económico incesante sigue tan vivito y coleando como antes del crash: crecer y crecer, mas y mas. Así hasta el infinito, cerrando los ojos a la evidencia, y haciendo imposible cualquier futuro. Es la locura de un capitalismo desenfrenado que ha terminado por alucinarnos a todos.

Pero en eso estábamos y en eso seguimos estando. Y así ocurre que una cumbre trascendental, en torno a un problema trascendental, el cambio climático, se convierte en un mercado de compra-venta de derechos de emisión, con criterios puramente nacionales o regionales.

Poco mas. Copenhague ha sido un fracaso y un triunfo para los que querían que fracasara. Y se ha puesto de relieve nuevamente que nuestras democracias son mas débiles que los grupos de presión no democráticos. Que son los que mandan de verdad y están diseñando el mundo a su medida.

Las izquierdas deberían estar oponiéndoles severa resistencia, pero, al parecer, no están para esos trotes. En España, desde luego, la energía de la izquierda se consume en el cuerpo a cuerpo cotidiano con sus rivales electorales. De forma que empieza a vislumbrarse algo muy notable: los partidos de izquierda quedarán reservados para gestionar y para analizar demoscopias. Es decir, para ganar o perder, dentro del actual statu quo.

Pero para los asuntos de fondo, como el cambio climático, o para desafiar un orden mundial injusto, tendremos que confiar en el impulso de los movimientos sociales, como los movimientos antiglobalización, que están acreditando claridad de ideas, coraje y determinación. Lo de copenhague ha sido una decepción. Otra.»

Las aperturas del informativo de Iñaki Gabilondo, cada día

 

Ellen Goodman

Premio Pulitzer al comentario periodístico.

 

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Ellen Goodman – Boston Con las cosas como están, me entusiasma que algún periódico esté contratando plantilla. Y cuando alguien aterriza en un puesto de periodismo, estoy dispuesta a descorchar el champán. Pero encuentro amargo el trago de que el New York Post haya contratado a Ashley Dupre.

Dupre, recordará usted, es la prostituta del escándalo que tumbó al Gobernador de Nueva York Eliot Spitzer y arrojó a los lobos a otra esposa pasando el trago. En aquella época, el Post publicó un titular de una sola palabra: «Hooked» — sorprendido con una prostituta. Ahora ellos han contratado a la prostituta para ser columnista de consejos. Es igual que contratar a Bernie Madoff como columnista de consejo financiero.

En un video de presentación con voz de niña, resuena «Hola, me llamo Ashley Dupre. Solía ocupar la portada del New York Post, ahora trabajo en él». ¿Eso haces cariño? «¿Sigue su hija el camino de la perdición? ¿Hay alguna señal que indica que su marido no está contento con su matrimonio? Disparad, lectores. Confiad en mi, alguien que en el pasado hubiera agradecido algún consejo: No hay como aprender de las experiencias de otro».

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Puede que sea una cínica, pero de alguna manera creo que el Post no estaba motivado por el deseo de devolver al buen camino a una señorita (de compañía) con el arroz algo pasado. La nueva vida de Dupre no es una reforma. Es la confirmación, por si nos hacía falta, de que no queda vergüenza en el juego.

«Qué vergüenza» no es el tipo de frase que me haga sellar la boca. Todavía no soy una dama entrada en años con zapatos deportivos manejando mi sombrilla bajo el ocaso de la decencia. Los estándares de contratación del Post no quedan muy lejos de los de la Universidad de Harvard, cuyo centro de ética invitaba a Spitzer a dar una conferencia.
Además, en realidad no es éste el escándalo del momento. El ganador de ese trofeo es Tiger Woods, y la cifra creciente de mujeres en su marcador. Hemos visto a paparazzo sacando primeros planos del dedo de Elin sin el anillo de casada. Hemos visto a columnistas escribir sobre algo de lo que no deberían estar escribiendo. Hemos visto a lectores echando pestes de los fanáticos del cotilleo al tiempo que manifiestan un conocimiento enciclopédico del palo que rompió el parabrisas del Escalade.

Pero mientras que Tiger está recluido en su domicilio haciendo recopilación de sus mensajes de texto y contemplando cómo se vapulea su imagen, «las otras» no han pagado ningún precio. En la práctica, a algunas se les está pagando un precio. No están preocupadas por su anonimato. Ni el de muchas partes de su cuerpo.

Si, como dicen los antropólogos, la vergüenza procede de la violación de las normas culturales, parece que hemos encontrado una nueva norma cultural: la fama. La notoriedad ya no es tan notoria. Si Hester Prynne estuviera viva, no sería motivo de una novela, sería autora de unas memorias con fotografías de un encuentro con Arthur Dimmesdale tomadas con el teléfono móvil.

Pero basta de sexo y descaro. ¿Hablamos de dinero? Mientras Dupre hacía su debut, la atención se centraba en los banqueros de Wall Street. Como decía el Presidente Obama en «60 Minutes», «No me presenté a las elecciones para ayudar a un puñado de banqueros industriales». Los banqueros que eran demasiado importantes para permitir su quiebra cogieron su dinero público del rescate y huyeron, y después devolvieron gran parte para poder volver a sus generosas costumbres de remuneración. Ellos son la última encarnación de los ejecutivos que son pagados por no hacer nada y de los amos del universo convencidos de merecer estar en el lado bueno de la diferencia salarial.
Cuando una docena de banqueros fueron invitados a la Casa Blanca el lunes, 3 no asistieron. El mal tiempo aplazó sus vuelos. Bueno, yo tengo una palabra para esos banqueros: tren.

Sí, el adulterio es más entretenido que la deuda intercambiable. Tiger Woods, Eliot Spitzer y John Edwards son más famosos que Lloyd Blankfein, John Mack y Richard Parsons (¡a Google!). Pero he aquí otra palabra para los niños del rescate: vergüenza.
La vergüenza, nos dicen, es una emoción autoconsciente. Pero el dinero va a la par de la fama como escudo protector. No soy una remilgada, pero si alguna norma cultural queda en pie, es que no se progresa a base de herir a los demás.

Durante un tiempo, recibimos un torrente de «frases vergonzosas» de los jueves. Uno condenó a un padre abusivo a dormir en una perrera. Otro obligó a un adolescente a llevar una camiseta con el lema «Soy un delincuente juvenil». Pero hoy tenemos a una pareja que se cuela en la Casa Blanca para salir en la tele y un desfile de «otras» en el candelero presumiendo de tener a Tiger cogido por sálvese la parte.

Y por supuesto, tenemos a nuestra amiga confidente Ashley Dupre ofreciendo su talento como, bueno, acompañante desde su sección cultural. Estimado director: ¿no es esto lo que se dice para echarse a llorar?

Ellen Goodman
© 2009, Washington Post Writers Group
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E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

Sobre Robinson

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Eugene Robinson  – Washington.  Cuando no quede nada por decir o hacer – y sí, queda un poco más de decir o hacer que aguantar, lo que significa que puede pasar cualquier cosa — la legislación de reforma sanitaria que parece probable que apruebe el Presidente Obama, aunque un desagradable desastre, será recordada como un hito.

El proyecto que supera el trámite del Senado por el más ajustado de los márgenes es imperfecto, por decirlo suavemente. Pero antes de enumerar sus muchos defectos, consideremos la gran virtud de la medida legislativa: por primera vez, vamos a consagrar el principio de que todos los estadounidenses merecen tener acceso a la atención médica con independencia de su capacidad para pagarla. Ya no será la política y la práctica de nuestra nación racionar la salud en función del poder adquisitivo.

Cuando se aparta toda la paja, esa era la motivación de esta lucha. El proyecto del Senado carece de una opción pública de protección sanitaria, el proyecto de la Cámara está lastrado por restricciones gratuitas al aborto, y el proyecto final de una conferencia Cámara-Senado probablemente incluya ambos errores. Pero una vez que sea aprobada la idea de la sanidad universal, será imposible de eliminar. A lo largo del tiempo, esa idea se convertirá en realidad.

Los flecos que quedan por cortar son tantos y tan variados que, en la práctica, probablemente sea necesario volver a examinar el asunto de la sanidad dentro de poco. Incluso si se tardan años en enderezarlo, eventualmente es mejor que nunca. La historia sugiere que las nuevas iniciativas sociales importantes tienen que ser perfeccionadas con el tiempo — y que los derechos sociales básicos, una vez implantados, pocas veces son desestimados.

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Los progresistas partidarios de tumbar el proyecto del Senado y empezar de cero deberían explicar su postura a los 30 millones de estadounidenses sin seguro médico que estarán cubiertos bajo esta legislación insuficientemente progresista. Ellos deberían recordar que cuando Obama y la dirección Demócrata del Congreso iniciaron esta cruzada, la opinión pública era firmemente partidaria de la reforma. Con las encuestas plasmando ya importantes reservas, habiendo confundido y asustado los Republicanos a muchos votantes que ya tienen una protección sanitaria adecuada, ¿por qué iba alguien a pensar que partir de cero probablemente de lugar a un resultado más progresista?

Seguramente no lo haría. Para cualquiera que crea que es vergonzoso que la nación más rica y poderosa del mundo se preocupe tan poco por la salud y bienestar de su ciudadanía, este es el momento. Debería aprovecharse, no desperdiciarse.

¿Es ridículo que el proyecto del Senado esencialmente soborne al Senador Ben Nelson con compensaciones especiales en Medicaid destinadas sólo a Nebraska? Sí. ¿Es irritante que la opción pública y la idea de una ampliación de Medicare sean víctimas del capricho del Senador Joe Lieberman? Supinamente. Pero deberíamos conservar la vista puesta en el premio.

El proyecto ha sido descrito como un regalo a las aseguradoras puesto que les proporciona 30 millones de clientes nuevos y ninguna competencia de un plan público. Yo no creo que sea una coincidencia que el precio de las acciones de las aseguradoras se esté disparando en bolsa. Pero tampoco creo que la principal motivación de este ejercicio sea castigar a las aseguradoras, por muy satisfactorio que pueda ser.

Algún día, tal vez, afrontaremos la perversidad de tener empresas de salud pública. Los ejecutivos de esas empresas tienen el deber de maximizar la rentabilidad para sus accionistas, lo que les da el incentivo para portarse mal — rechazar a los que más necesitan atención médica, negar reclamaciones razonables, subir el precio de las pólizas en cuanto es posible. Si la sanidad es un derecho fundamental y un bien social, entonces ¿por qué su distribución debe realizarse a través del sector privado? Pero éste no es el debate que acabamos de tener.

Con el tiempo probablemente nos hagamos esa pregunta. Mientras que el paquete de reforma casi terminado reduce el ritmo de crecimiento del gasto sanitario, va a ser necesaria una mayor reducción. Desafortunadamente, vamos a tener que echar un vistazo más fundamental a la forma en que se estructura la industria sanitaria.

Así que éste no es el final de un proceso que conduce a un sistema sanitario racional, sostenible y más eficaz. Es el principio. Pero cuando un proyecto de reforma sea aprobado, como ahora parece probable, Obama y los líderes del Congreso habrán logrado un objetivo que los progresistas llevan décadas persiguiendo. Habrán establecido la idea de que la atención médica de calidad debería ser para todos, no sólo para aquellos que se la pueden permitir.

Ahora tenemos un sistema en el que los estadounidenses se arruinan intentando pagar a médicos y hospitales para que les conserven con vida. Cuando llega la oportunidad de cambiar esto, se aprovecha — incluso si ello significa ganar por la mínima.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
© 2009, Washington Post Writers Group
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Pocos son los negocios que cargan contra sus clientes…Lo dice Arcadi Espada.

Así que me repensaré lo de hablar del sector taxi.

Miles de perfiles en facebook
muestran la foto de López de Uralde

Una marea imparable de solidaridad ha sacudido facebook. En algo menos de 48 horas, más de 10.000 personas se han movilizado para pedir, a través de Facebook, twitter y otras redes sociales, la liberación «inmediata» de Juan López de Uralde, el director de Greenpeace España y el resto de los activistas detenidos.

Solo en Facebook, el grupo creado para pedir la liberación del director de Greenpeace España ha superado los 7400 miembros. Sumando todas las iniciativas en la red Greenpeace ha calculado que unas 10.000 personas secundaron la movilización en las primeras 24 horas.

De forma virtual además, se están convocando también diversas acciones entre las que se incluyen concentraciones pacíficas frente a la embajada de Dinamarca.

Las acciones de protesta se están dando por toda la blogosfera. Radiocable.com también ha participado sustituyendo la columna de la izquierda por el cuadro de la iniciativa. También «diarioresponsable.com«, «Nohaytiempoqueperder«, Escolar.net, entre otras tantas páginas y blogs que se han sumado…

Radiocable.com introdujo en la columna
de la izquierda el cuadro de la iniciativa

Pero la protesta no se ha limitado solamente a los blogs y webs. Más de 500 medios de comunicación españoles han denunciado ya la detención: Rtvela CadenaSer, La Sexta20minutos… Y no solo en España, El HeraldSun, el francés LePoint, la TF1, TagesspiegelLe Parisien, e incluso InfoMaroc, lo han llevado a sus páginas.