Ellen Goodman – Boston. Me intrigó escuchar que la industria aseguradora está empezando a comenzar a ponerse a pensar en eliminar las trabas que ponía a las enfermedades desarrolladas con anterioridad a la firma de una póliza, que impedían acceder a la cobertura sanitaria a un nutrido grupo de estadounidenses. Esto siempre ha ocupado el centro de un sistema bastante anómalo.Pero hay un cuadro médico anterior a la firma de la póliza que no ha reunido tanta atención ni de lejos dentro del debate de la sanidad. Es la condición que todos compartimos: la de ser seres humanos. En contraste con ser, digamos, un organismo especializado dividido en piezas y repartido por todo el abanico de especialidades médicas desde neurología a podología.
La reforma sanitaria se ha centrado, con bastante acierto, en los 50 millones de estadounidenses que no tienen protección sanitaria. Los reformistas se guían por los precios que cuelgan de las pólizas (médicas). Se nos habla de historiales médicos informatizados y soluciones financieras que marcarán la diferencia, en el presupuesto por lo menos.
Pero hablando como el consejero delegado de una sociedad limitada, no creo yo que estemos hablando lo bastante de la atención de la atención médica.
Piense en uno de los historiales médicos menos secretos del país: el desgaste que sufren los profesionales de la atención primaria. Hace medio siglo, teníamos cantidades idénticas de médicos de medicina general y médicos especializados. Hoy hay dos especialistas por cada internista.
Con previsión decidida y a toda la velocidad posible, desarrollamos un sistema que recompensa la especialización a expensas de la atención primaria. Como señala tajante el analista Robert Blendon, ??Está absolutamente claro que el mecanismo salarial ha sido administrado para recompensar el tiempo de las especialidades y el uso de equipos.? Los incentivos se inclinan del lado de esa clase de medicina practicada con manos, herramientas y tecnología en lugar de la medicina que se practica con los ojos, los oídos y la intuición.
El internista medio gana hoy un 55% menos que el especialista medio. Muchos estudiantes solicitan el ingreso en las facultades de medicina para tratar y asistir a los enfermos. Gradualmente se convierten en lo que un médico llama áridamente ??operacionistas.? Ingresan con el firme deseo de cuidar de las familias y salen con un vale para radiografías de fémur.
Fue este modelo de negocio el que produjo tanto los costes astronómicos como el descontento. Ahora nos informan de que un modelo de negocio lo puede arreglar. Pero no está claro en absoluto.
Como escribían los Drs. Jerome Groopman y Pamela Hartzband en un exhaustivo ensayo publicado en el New England Journal of Medicine acerca de la cambiante cultura de su profesión, en medicina la prosodia no lo es todo. Es una ??relación de mercado? en la que usted cambia bienes por servicios, y a la vez es una «relación comunitaria,» levantada sobre un modelo de familia en el que se espera que los médicos ayuden cuando es necesaria la ayuda, sin importar el dinero.
«Asignar un valor monetario a cada faceta del tiempo y los esfuerzos de un profesional de la medicina,» escriben, «podría reducir realmente la productividad, fomentar las diferencias en la calidad de la actuación y por tanto llegar a incrementar los gastos.? Todo esto al mismo tiempo que se está minando la relación comunitaria. En el asunto esencial, los modelos de negocio no entran en el problema básico de un sistema parcheado que favorece las exploraciones tomográficas frente al contacto humano.
??El intercambio verdaderamente difícil de abordar no se está desarrollando,? dice Groopman hablando acerca de la reforma de la sanidad. ??El debate difícil implica lo que valoramos como sociedad y lo que se traduce en el tipo de atención que todos queremos.? El «tipo de atención que todos queremos» incluye a un médico que nos es familiar y que sabe diagnosticar, proceder, coordinar y reconfortar.
Esto es especialmente importante en una sociedad que envejece. ??No puedo atender a un hombre de 88 años en 15 minutos y descubrir lo que tiene,? dice Groopman. ?l compara la diferencia entre medicina tecnológica y «medicina cognitiva» con la diferencia entre CSI y Sherlock Holmes. Dedicar tiempo a un paciente «no es tomarse una cerveza juntos. Es examinar un historial y configurar el tratamiento que tiene sentido.?
No hay nada nuevo en el descontento de médicos y pacientes, el abandono de la relación personal, y el número cada vez más reducido de profesionales de la atención primaria. Se ha recogido en debates y comisiones que se remontan hasta Richard Nixon nada menos. Pero aún así el asunto ha proliferado a sus anchas.
El Presidente Obama pasó fugazmente por el problema durante su reciente conferencia de prensa cuando decía, «Gratifiquemos según la mejora de la calidad, en contraste con el número de procedimientos que estemos practicando simplemente.? Reconstruir la cultura de la medicina y reclutar nuevas filas de médicos de atención primaria son, en sí mismos, parte de la mejora de la calidad.
Hablando de mi condición previa a la firma de la póliza de ser un ser humano, son los médicos de familia, los médicos de la atención primaria, los que ponen la atención en las palabras atención médica. Pero nosotros hablamos de finanzas y eficiencia, y el superhéroe de la historia es el servidor de los historiales médicos informatizados. ¿Vamos a poner nuestras esperanzas en eso? Tómese dos aspirinas y llame a su ordenador por la mañana.
Ellen Goodman
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