Eugene Robinson – Washington. Permítanme que interrumpa el flujo constante de noticias inquietantes en torno a presupuestos, rescates y quiebras para celebrar la vuelta de Tiger Woods a la competición y a la atención pública. Será un momento estupendo para que el atleta más seguible del mundo vuelva a hacer lo que hace mejor, que es sorprender de tal manera que lo humanamente imposible parece de pronto al alcance de la mano. Tendríamos motivos para creer en milagros.
La cuestión de si el término «atleta» se puede utilizar o no para describir a alguien que se gana la vida jugando al golf debería quedar definitivamente zanjada. Los resultados de Woods el pasado junio ganando el U.S. Open, cojeando por el campo a consecuencia de una pierna rota, fue gloria en estado puro. Un deporte despreciado en tiempos por estéril era descubierto capaz de exigir, y producir, verdadero heroísmo.
Tras esa victoria -su decimocuarto título importante, sólo por detrás del récord de 18 de Jack Nicklaus- Woods se retiró durante 18 meses para someterse a cirugía para suturar un ligamento cruzado anterior rasgado de su rodilla izquierda, y después la penosa rehabilitación.
La audiencia televisiva del golf se desplomó, comprensiblemente. Un torneo sin Woods era, bueno, simplemente un torneo de golf -un puñado de tíos vestidos con ropa fea, mucha intriga entre los anunciantes, una imagen panorámica de lo que parecía un cielo azul despejado mientras la cámara intentaba seguir una reducida pelota completamente invisible a la luz del día.
Para los demás golfistas profesionales, fueron días felices: por fin tenían ocasión de ganar, para variar. Antes de su convalecencia, Woods había ganado 10 de los 13 torneos previos a los que había llegado. Era el favorito claro cada vez que ponía un pie en el green de cualquier parte del mundo.
Con Woods apartado, los talentos inferiores tenían oportunidad de brillar -Anthony Kim, el joven impetuoso; Padraig Harrington, el irlandés locuaz; así como Vijay Singh, Phil Mickelson, Camilo Villegas y los demás que podrían haber dominado la disciplina si no fuera por la desgracia de jugar durante la Era del Tigre.
Para celebrar la vuelta a la competición de su imagen más conocida y mejor remunerada, Nike produjo un divertido anuncio en el que los demás golfistas imagen de Nike disfrutan de los placeres de la ausencia de Woods -trofeos amistosos, limusinas, champán a raudales, fiestas en piscinas con modelos en bikini. Al final, Woods entra en los vestuarios. ??Bienvenido otra vez,» le dicen, con sombría ironía.
Woods volvió el miércoles, derrotando a un australiano recién llegado, Brendan Jones, en la primera ronda del Accenture Match Play Championship de Arizona. La forma en la que hizo su reentrada no hará sino fomentar la leyenda Woods. En el primer hoyo, realizó dos golpes geniales y los acompañó de un golpe suave, marcando un birdie. En el segundo, dio dos golpes aún mejores y a continuación un golpe suave aún mejor en eagle. Estuvo, dada su trayectoria, bastante errático durante gran parte del resto del torneo, jugando lo justo para ganar. Esos primeros dos agujeros fueron simplemente un aviso para decir que el amo había vuelto.
Estaba oxidado. No había jugado durante la mayor parte del año, de forma que su forma no era la mejor. La rodilla estaba dolorida después de jugar los 18 hoyos, y estaba impaciente por dejar que las conferencias de prensa después del partido la relajaran. Mientras tanto, los demás jugadores se mostraban confiados y habilidosos mientras él estaba ausente. Es absurdo pensar que Woods va a poder retomar las cosas donde las dejó por las buenas, ganando torneos casi a voluntad.
Pero éste es un atleta que se especializa en hacer lo absurdo no sólo posible sino inevitable. Lo que debe asustar a todos los demás golfistas profesionales del mundo es que la rodilla de Woods funciona ahora mejor de lo que lo ha hecho en años. Su swing es más limpio y más eficiente. Ha tenido meses para no hacer otra cosa que practicar su golpe y su juego corto. Tras sacudirse el polvo, podría estar en mejor forma que nunca.
Es un momento adecuado para recordar que las hazañas extraordinarias realmente se pueden alcanzar. Es fácil examinar las cifras de paro más recientes y deprimirse, es fácil contemplar los escombros del sistema financiero y sentirse abrumado. Las cifras del presupuesto del Presidente Obama son incomprensiblemente abultadas -un billón por aquí, un billón por allá. Es fácil sentirse perdido e impotente.
Que tengas un buen año, Tiger. Recuérdanos que sólo nos limita nuestra imaginación. Una nación pone su cansada vista en ti.
Eugene Robinson
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