Ellen Goodman – Boston. Debe de ser la partida de pimpón ideológico más larga. En 1984, Ronald Reagan marcaba un violento tanto a las organizaciones internacionales, prometiendo que América ya no donaría más fondos de planificación familiar a ningún colectivo que remitiera o aconsejara siquiera a las mujeres el aborto. Pin.
En 1993, Bill Clinton revocaba la restricción dos días después de ser investido. Pon.
En 2001, George W. Bush volvía a introducir en vigor la restricción legislativa como primera resolución presidencial. Pin.
Entonces, en 2009, Barack Obama la rescinde otra vez. ¿No toca el pon?
La orden presidencial de Obama era recibida con las aclamaciones y burlas familiares entre viejos enemigos retóricos, pero yo escuché una voz diferente. En la discreta declaración que acompañaba su maniobra, el novato de la Casa Blanca describía el aborto como «un tema político delicado, objeto de un tira y afloja que sólo ha servido para dividirnos. No tengo ningún deseo de prolongar este arcaico e infructuoso debate.?
El presidente prometía hacer algo más que rebajar la polémica. ??En las próximas semanas, mi administración iniciará una nueva ronda de conversaciones sobre planificación familiar, trabajando para encontrar áreas comunes desde las que cubrir mejor las necesidades de las mujeres y las familias dentro del país y en todo el mundo.?
Bien, tengo demasiada experiencia para ser optimista con lo de convertir esta mesa de pimpón en un terreno común. Una de las últimas cosas que hizo Bush de camino a la puerta fue aprobar una regulación que permite que cualquier institución rechace proporcionar servicios como la anticoncepción de urgencias. El día de la investidura, CatholicVote.org emitía un video en BET que retorcía el relato de la vida de Obama hasta convertirlo en un anuncio contra el aborto. Y al mismo día siguiente, manifestantes contrarios al aborto portaban pancartas retratando al nuevo presidente favorable al aborto como ??Adolfo Obama.?
Pero compartí una módica esperanza en lo de «una nueva ronda de conversaciones.? Los argumentos proabortistas ganaron el día de las elecciones desde Dakota del Sur a Colorado pasando por Washington, D.C. Pero lo que también ganó fue la promesa del pragmatismo triunfante sobre la ideología.
Que los estadounidenses quieren reducir la cifra de abortos no es noticia. Esto podría ser tan novedoso como los intercambios de la confrontación política, pero manifiesta el acuerdo en favor de la educación sexual precisa y la anticoncepción asequible y disponible.
Muchos partidarios del aborto están demasiado impacientes por pasar de la barricada defensiva de protección de los derechos a una postura abierta en favor tanto de la prevención como de un apoyo más amplio del sistema a las familias. En palabras de Frances Kissling, veterana filósofa de la comunidad partidaria del aborto, «Podemos utilizar estos años para restablecer un movimiento de salud reproductiva claramente reconocido también por ayudar a las mujeres que quieran tener hijos.? Es aquí donde los grupos proabortistas pueden hacer causa común con el ala izquierdista del movimiento antiabortista, incluyendo a la mayor parte de los católicos que votaron a Obama.
Pero antes de finalizar la primera semana, tuvo lugar otro revés ruidoso y lacerante.
Peinando el plan de estímulo económico en busca de agujeros, el grueso de la dirección Republicana se lanzó a la yugular a cuenta de una disposición legislativa que permite a los estados ampliar la planificación familiar dentro de Medicaid. El secretario de la oposición John Boehner aparecía por todas partes, echando pestes en las mazmorras del debate en el cable a cuenta de la idea misma de dedicar «cientos de millones de dólares a anticonceptivos. ¿Cómo estimula eso a la economía??
No estoy segura de si la ampliación de la planificación estimularía a la economía más o menos que el resto de los 87.000 millones de dólares destinados a Medicaid dentro del plan. No estoy segura de que vaya a relanzar la recuperación más o menos que, por ejemplo, la financiación de las artes. Pero sí estoy segura del motivo de ponerse en el punto de mira. La derecha vuelve a las andadas.
Lo descorazonador es lo fácilmente que Obama cedió a la presión. Este es el presidente que prometía «dialogar con todas las partes de este tema para alcanzar el objetivo de reducir los embarazos no deseados.? Un golpe desde la derecha y pedía al Congreso sacar del paquete la planificación familiar.
La salud de la mujer era retratada como gasto político y abandonada como si no hubiera nada más fundamental para la vida familiar que la propuesta de reacondicionar el césped del National Mall. Todo esto en una búsqueda evasiva de apoyo bipartidista. Como murmuraba Kissling, ??este cansino y viejo debate vio una reacción cansina y vieja. ¿Es lo de siempre, que las mujeres son prescindibles??
Corren tiempos difíciles. Cuando el empleo escasea, también la protección médica y con ella la cobertura sanitaria a la anticoncepción. En una economía difícil, la gente se enfrenta a decisiones difíciles en materia de embarazo y educación de los hijos. Los embarazos no deseados crecen y con ellos, sí, los abortos.
En suma, ¿qué ha pasado con lo del diálogo nuevo? ¿Qué ha pasado con lo del terreno común? Primer tanto para los ideólogos.
Ellen Goodman
© 2009, Washington Post Writers Group
Derechos de Internet para España reservados por radiocable.com