Al hilo del post de ayer sobre las intermitencias de Marcos, me escribe esta nota Pilar del Río, periodista e intelectual que comparte desde hace años la vida con Saramago, y me autoriza a publicarla.

Fue precisamente Pilar, a través de una poética y misteriosa nota, quien me invitó en esa ocasión del 2004 a pasar una jornada con ellos y con una persona muy cercana al subcomandante, y me regaló un montón de pequeñas vivencias que quizá algún día, si me deja, contaré aquí.

Pues bien, Marcos repareció anoche y con motivo de esa aparición Pilar dice:

Querido Fernando,

Creo que pocos análisis acerca del papel del subcomandante Marcos han sido tan certeros como el que publicas en Radiocable.com . Las intermitentes desapariciones públicas de Marcos responden a una línea de actuación que muchos hemos visto clara, quizá por haberlo oído y entendido. Y saber como huele el tabaco de su constante pipa.

Marcos no estaba construyendo una carrera personal, estaba haciendo algo más grande que él mismo, por eso en la Selva Lacandona, con un grupo de personas, hombres y mujeres que luego serían sus comandantes, decidió taparse la cara: él y todos los zapatistas, porque solo con la cara cubierta iba a ser vistos por el mundo, con el pasamontañas por fin iban a conseguir que el mundo identificara a un colectivo ??los indígenas- y no a personas concretas, o lo que es peor: la anécdota de un blanco en la selva.

En este 15 aniversario de la Revolución Zapatista Marcos no está, aunque se haya paseado por San Cristóbal de las Casas. Marcos no habla desde hace un año, y de pronto este silencio es tan escandaloso para algunos como hace unos años eran escandalosas sus apariciones con la cara cubierta y su activa palabra de revolucionario.

Pero tanto las intervenciones de antes como su paulatina desaparición de la escena pública son coherentes: Marcos cumplió su función estratégica, puso en la agenda de los medios y de los gobernantes el problema indígena, todos supimos que en Chiapas y en las múltiples Chiapas de América, unos seres humano tenían consideración de siervos y no de ciudadanos, supimos que el Siglo XX no había llegado para todos y con cientos de miles de personas de piel más oscura gritamos un día en el Zócalo del DF ??Nunca más un México sin nosotros?. Marcos llevó a los indígenas de Chiapas, ya organizados, hasta la capital de la República y en el Parlamento de México una mujer contó la historia de los primeros habitantes de esa tierra.

El día que esa mujer con la cara tapada habló en la tribuna del poder electo, ese día Marcos, de alguna manera, desapareció, porque su misión ya había terminado. Sin embargo no se retiró del todo, continúa apareciendo a veces, siempre con la cara tapada, siempre dentro de una misma lógica. Que a muchos no les gusta, que otros consideran un error, como su participación en la ??otra campaña?, una intervención electoral a lo largo del país que tenía más de didactismos democrático que de actuación política y que, por supuesto, aunque resultara tan molesta como las moscas cojoneras, era igual de legítima que las intervenciones de los candidatos proponiendo formas de gobernar a gente que tantas veces desconoce que tiene obligaciones y, además, derechos.

Querido Fernando, estaba contigo cuando alguien que conoce bien a Marcos dijo que ??él no era la columna vertebral de la revolución zapatista?. Que esa revolución o la hacen los indígenas, los trabajadores, los explotados, o se quedará en un sueño de verano. Marcos era el estratega y el hombre que conocía las claves del mundo actual, el poder de los medios y de las nuevas tecnologías. Puso sus conocimientos al servicio de un gran colectivo. Luego el subcomandante se ha ido retirando, que para continuar el proyecto estaban los civiles y en cualquier caso los comandantes, los que dicen que ??mandan con?, y para los indígenas esto no es un frívolo juegos de palabras porque para ellos la palabra es sagrada y lo que nos distingue de los animales

Yo quiero, Fernando, que Marcos se retire del todo, que desaparezca definitivamente y que un día no muy lejano aparezca una persona con nombre y apellido, con una clara trayectoria cívica e intelectual que proponga un proyecto de gobernación para México, desde la izquierda y para todos. Sin herencias corruptas, sin grupos de poder respaldándolo, solo contando con el voto de las personas que valoren la experiencia cívica, la honestidad personal y el valor del proyecto y del programa que ese nuevo grupo presente. Que sin duda estará elaborado de abajo arriba y que será la Revolución Zapatista que el México del Partido Revolucionario Institucional está necesitando.

 México ha estado gobernado por demasiadas camarillas corruptas. Ya es hora de que venga gente respaldada por otra historia, por otra forma de entender la política. Sabemos que es posible, por eso, tantos lo esperamos y no nos escandalizan os silencios de Marcos, figura colectiva que ya está en la Historia. Más tarde, ya veremos a quién votamos cuando cada uno venga con su nombre y su proyecto.

Pilar del Río

«La columna vertebral no es el Subcomandante Marcos, es el movimiento indígena». Aquellas palabras las dijo una persona muy cercana a él cuando pregunté si no existía una cierta sensación de orfandad entre los zapatistas por los reiterados silencios del Subcomandante Marcos. Ella dijo que no y hasta José Saramago salió en mi defensa: «Cuando uno tiene una admiración por alguien y este tiende al silencio ¡claro que puede sentirse uno huérfano!». Fue en Madrid, en el año 2004.

En cierta forma aquella misteriosa mujer tenía razón y tres años después de la conversación, el propio Marcos confesó en una entrevista en la selva -la última que se le conoce- «la duda que a veces lo atormenta: ¿Marcos fue un error que ahora le costaba al zapatismo?»

Yo no sé exactamente que pasa por la cabeza del Subcomandante como para echarse a un lado, de forma intermitente, pues ni siquiera he podido acercarme al olor de su pipa. Sin embargo no me resulta difícil de imaginar, pues esta ausencia es completamente coherente con todos y cada uno de sus mensajes.

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El Subcomandante Marcos es un icono que nunca ha querido quitarse la máscara, porque con ella representa a los indígenas, a los débiles, a los oprimidos, a los invisibles ante la opinión pública. Por eso, a pesar de que el gobierno mexicano trató de difundir su identidad, se encontró con que a sus seguidores no se les torció la vista. Miraron aburridos su fotografía, e incluso, seguramente, alguno exclamó entre carcajadas «está más guapo con la máscara». Porque han sido muchos los simpatizantes, intelectuales y periodistas, que han conocido su anterior nombre y sin embargo no se han dejado deslumbrar por el fogonazo de su identidad: preferían al Subcomandante Marcos, y lo que representaba para los que no tienen nada.

Con su fuerte discurso filosófico, poético y aspirante al pacifismo, y gracias a esa máscara, el Subcomandante, ha conseguido invertir la relación que se establecía entre «hablar a cara descubierta» y la honestidad.  La mayor honestidad de Marcos es no haberse quitado la máscara durante tanto tiempo. Haciéndose a un lado, además, evita perpetuarse como icono de poder, y entrega el testigo a su pueblo.

Estoy seguro de que esa decisión le habrá llevado muchas, muchísimas horas de reflexión. Pero comete un error, en mi opinión, porque la figura de Marcos le ha trascendido. Y los zapatistas se sienten huérfanos, sí, por todo el planeta.

Los niños pierden a sus padres. Si tienen suerte, los pierden cuando son adultos, cuando ya no son chicos. No son los padres los que dejan a un lado a sus hijos. No deben. Porque son los hijos, los que un día empiezan a cuidarse de sus padres. Y créame, ese es un punto que ya no suele gustar a los padres. Pero esa es la naturaleza, no la otra.

Pero los zapatistas no deben temer. Hoy su mensaje parece que se extingue como una vela pero cabe preguntarse sobre que tipo de material está apoyada. No vaya a ser, que en lugar de apagarse, suceda todo lo contrario y veamos una inagotable fuente de luz.

20 y 10.

Nota: Pilar del Río contestó a este post posteriormente en una carta abierta que puedes leer aquí.

 

Los zapatistas celebran estos días el 15º aniversario de su levantamiento. Chiapas conmemora su revolución pero la ausencia de Marcos en las primeras celebraciones -ha aparecido posteriormente- y su silencio de los últimos años desdibuja al EZLN. El movimiento armado clandestino que aprovechaba todos los mecanismos de la red para reclamar los derechos de los índigenas se siente huérfano.

«…Hasta el último minuto del 31 de diciembre, los asistentes al evento político esperaban ver aparecer a su líder más destacado, el subcomandante Marcos, pero no apareció ni envió mensaje alguno. El orador principal fue el comandante David, que pronunció un discurso para condenar los quince años de «mal gobierno» en México y el perjuicio que ello ha causado a los indígenas del país…» -cuenta hoy ELPAIS

Y eso a pesar de que Marcos había hecho un llamamiento público invitando a sus seguidores a participar en los acontecimientos de estos días.

Ségún informa la prensa mexicana, ??David? repasó los 15 años de vida del EZLN, como su posición con los partidos políticos, la postura de los rebeldes ante los programas oficiales y el programa de lucha antineoliberal.

Y pese a que la guerra que libraron los rebeldes fue sólo de los primeros días de enero de 1994, desde entonces, expuso el comandante David, han sido golpeados por las fuerzas gubernamentales.

??Desde entonces los pueblos indígenas que nos propusimos luchar por un mundo mejor y más humano empezamos a ser más perseguidos y golpeados en todos los aspectos por los nuevos gobernantes de nuestro país y por los poderosos y por los partidos políticos?.

Dijo que en su afán por debilitar y ??destruir? la base social del grupo armado, el Gobierno ha repartido ??limosnas? a través de sus programas asistenciales a las familias con el fin de ??contentar?, ??acallar? y ??calmar? el hambre de la gente pobre.
??El Gobierno federal de tratar de convencer y comprar conciencia de las bases de apoyo zapatistas, prometiéndoles mejores condiciones de vida para olvidar a sus muertos y a sus justas demandas. Desgraciadamente hay hermanos indígenas que han caído en estas trampas?, -dice El Informador.

La wikipedia describe a Marcos como «el principal portavoz y mando militar» del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). «Hizo su aparición pública el 1 de enero de 1994, cuando lanzaron una ofensiva militar en la que tomaron seis cabeceras municipales del estado sureño mexicano de Chiapas, demandando democracia, libertad, tierra, pan y justicia para los indígenas».

El subcomandante, y la filosofía con la que coloreó a todo el movimiento, dió una dimensión mundial a sus reivindicaciones. Han pasado 15 años desde aquello y la figura de Marcos se desdibuja, a voluntad propia. Poco a poco ha ido cediendo el testigo a sus seguidores y el zapatismo…ha ido «pasando de moda», – según afirmó a finales de 2007 él mismo en la revista Gatopardo.

En esa entrevista, una de las últimas concedidas por el líder de los zapatistas, Marcos se sinceró ante la periodista Laura Castellanos: «en algún momento puso en la mesa la duda que a veces lo atormenta: ¿Marcos fue un error que ahora le costaba al zapatismo?», -contó después ella.

No todo está aparcado, sin embargo. Según aquella entrevista, Marcos se niega claudicar:

 «Menos aun cuando el momento histórico es oportuno: faltan dos años para el 2010, aniversario del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución mexicana. Ahí se probará, dice, que ??es un mito eso de que el pueblo mexicano aguanta lo que sea, porque por lo menos cada cien años contesta que ¡no!?.  -concluía el reportaje.

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Entrevista de Jesús Quintero
al Subcomandante Marcos en el 2006 [2parte]

 «Marcos es gay en San Francisco, negro en Sudáfrica, asiático en Europa, chicano en San Isidro, anarquista en España, palestino en Israel, indígena en las calles de San Cristóbal, chavo banda en Neza, rockero en CU, judío en la Alemania nazi, ombudsman en la Sedena, feminista en los partidos políticos, comunista en la posguerra fría, preso en Cintalapa, pacifista en Bosnia, mapuche en los Andes, maestro de la CNTE, artista sin galería ni portafolios, ama de casa un sábado por la noche en cualquier colonia de cualquier ciudad de cualquier México, guerrillero en el México de fin del siglo XX, huelguista en la bolsa de New York, reportero de nota de relleno en interiores, mujer sola en el metro a las 10 p.m., jubilado en plantón en el Zócalo, campesino sin tierra, editor marginal, obrero desempleado, médico sin plaza, estudiante inconforme, disidente en el neoliberalismo, escritor sin libros ni lectores, y, es seguro, zapatista en el Sureste mexicano. En fin, Marcos es un ser humano cualquiera en este mundo. Marcos es todas las minorías intoleradas, oprimidas, explotadas, resistiendo, diciendo «¡ya basta!» Todas las minorías a la hora de hablar y mayorías a la hora de callar y aguantar. Todos los intolerados buscando una palabra, su palabra, lo que devuelva la mayoría a los eternos fragmentados, nosotros. Todo lo que incomoda al poder y a las buenas conciencias, eso es Marcos.»

Comunicado del 28 de mayo de 1994, extraido de la Wikipedia

OPINION: ¿Que llevó al Subcomandante Marcos a echarse a un lado? 

El museo de los horrores de la dictadura de Sadam Hussein: Irak exhibirá en la Zona Verde de Bagdad los instrumentos de tortura utilizados por el anterior régimen iraquí.

No es que la iniciativa esté mal, aunque cabría preguntarse si el museo tendrá una sección dedicada también a los instrumentos de tortura empleados  en Abu Ghraib durante la reciente invasión. Lo digo para que se entienda lo mucho que se equivoca uno cuando intenta simplificar.

Richard Cohen – Washington . «En lo que sin duda es la columna de opinión más sorprendente del año, Karl Rove revela que su amigo y ex jefe, George W. Bush, ha leído probablemente centenares de libros en el curso de su presidencia. Uno de ellos fue «El extranjero» de Albert Camus, con sus inolvidables primeras líneas: ??Mamá falleció hoy. O quizá fue ayer, no lo sé.? Tras leer la columna de Rove, está claro que hay mucho que no sabemos.

Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

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La elección por parte de Bush del clásico de Camus resulta extraña a primera vista. Es una novela sobre alienación, acerca de un hombre amoral y ateo (Meursault) que nunca manifiesta emociones. Es un libro sacado de mi juventud fumadora de Gauloises, leído en aras de la vana búsqueda de mujeres de gusto literario, y no algo que hubiera pensado que leería un presidente de sesenta y tantos. Tal vez esto sea lo que sucede cuando hay que dejar de salir a correr.

En su columna del Wall Street Journal, Rove afirma que Bush leyó 95 libros solamente en 2006. En 2007, leyó 51 libros y a fecha de la semana pasada, había leído 40 en 2008. Las cifras son precisas porque Bush desafió a Rove a una competición: cuál de los dos lee la mayor cantidad de libros. Rove ganó siempre, pero Bush tenía la oportuna excusa de que era, según sus palabras, «el líder del mundo libre.» Esto, no obstante, no es excusa, dado que Dwight Eisenhower me dijo en una ocasión (no me lo estoy inventando) que había tenido más tiempo siendo Presidente para manchar lienzos que durante su jubilación. Tal es la virtud del aislamiento presidencial.

Rove aprecia que ha redactado una caricatura, «En los 35 años desde que conozco a George W. Bush, siempre ha tenido un libro cerca,» escribe. «Da la imagen de ser el prototipo de un muchacho de Midland, Tejas, pero tiene una licenciatura en historia por Yale y se graduó en la Escuela de Negocios de Harvard. No se puede aprobar a menos que seas un lector.?

«En cuanto a los libros de historia, -dice Cohen- están llenos de relatos preventivos. Eso podría explicar cómo el clásico «La guerra civil española» de 1961 de Hugh Thomas entró en la lista de lecturas presidencial de este año. Si Hitler (y Mussolini) hubieran recalado en España, se habría evitado mucha miseria. Sustituya España por Irak y tendrá, para el presidente, una lectura de cabecera más tranquilizadora.»

Como se preveía, la mayor parte de los libros de Bush han sido biografías y libros de historia. Las biografías tratan normalmente de grandes hombres que con frecuencia hacen cosas impopulares y más tarde se ven justificados. En cuanto a los libros de historia, están llenos de relatos preventivos. Eso podría explicar cómo el clásico «La guerra civil española» de 1961 de Hugh Thomas entró en la lista de lecturas presidencial de este año. Si Hitler (y Mussolini) hubieran recalado en España, se habría evitado mucha miseria. Sustituya España por Irak y tendrá, para el presidente, una lectura de cabecera más tranquilizadora.

No obstante, el hecho sigue siendo que Bush es un lector voluminoso e industrial, y esto no encaja en absoluto con la idea que tienen sus críticos de quién es. Preferirían verle como un imbécil, puesto que, en contraste con diferencias políticas o ideológicas, es una forma más breve estilo blog de explicación de lo que salió mal. Aún así, siendo justos con estos críticos (ver Rove arriba) Bush en persona ha suscitado este enfoque. La timidez es una excusa pobre para una política.

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Llega terriblemente tarde en el caso de Rove — y presumiblemente en el de Bush — establecer las credenciales intelectuales del presidente. Sintiendo a estas alturas el peso de la historia, prescinden de la imagen de chico bueno y eligen la de empollón. Pero los propios libros revelan — en la práctica confirman — algo acerca de Bush que puede que pasara desapercibido a Rove. No son lecturas de un hombre muy leído, sino lecturas propias de un hombre que busca — y ve — la justificación en cada página que pasa.

Bush no ha sido siempre rehén de las ideas. Sus libros simplemente apoyan esa tesis.
La lista que proporciona Rove es larga, pero es estrecha de miras. Carece de estanterías enteras de libros acerca de cómo y por qué la guerra de Irak fue un error, que mestastatizó en debate. Brillan por su ausencia «La vida imperial en Ciudad Esmeralda,» de Rajiv Chandrasekaran, «Fiasco«, de Tom Ricks, «La puerta de los asesinos,» de George Packer o, acerca de un tema paralelo, «El lado oscuro,» de Jane Mayer, acerca de «la extraordinaria interpretación» y otros acordes en la Constitución. Ausente también está «El pescador,» de Barton Gellman, acerca de Dick Cheney, el torturador en jefe.

Bush leyó «El invierno más frío» de David Halberstam, que trata de la Guerra de Corea, pero en la lista no aparece «Lo mejor y más brillante,» el libro de Halberstam que trata la Guerra de Vietnam. Leyó algunas novelas, pero en su mayor parte son pre-adaptación cinematográfica, redactadas, no escritas, y carentes de la belleza del cinismo mundano. Recomiendo «El leopardo,» de Guiseppe di Lampedusa. Delicioso.

Me quito el sombrero ante Bush por la considerable cantidad y, a menudo, calidad de su lectura. Pero sus libros reflejan a un lector en busca de aprender lo que ya sabe. La caricatura de Bush como iletrado falleció hoy — ¿o fue ayer? Pero la realidad del hombre intelectualmente aislado pervive.

Richard Cohen
© 2008, The Washington Post Writers Group

 

Sección en convenio con el Washington Post 

 

Libros mencionados en el artículo [$]

«El extranjero» de Albert Camus.

«La guerra civil española» de 1961 de Hugh Thomas.

«La vida imperial en Ciudad Esmeralda» de Rajiv Chandrasekaran.

«Fiasco«, de Tom Ricks.

«La puerta de los asesinos» de George Packer.

«El invierno más frío» de David Halberstam.

«El leopardo,» de Guiseppe di Lampedusa.

Eugene Robinson – Washington. Para cualquiera que examine 2008, Barack Obama es el candidato seguro a Persona del Año. Pero no es el único estadounidense cuya historia sugiere que este emotivo, dramático e inolvidable año pasará a la historia como la frontera entre grandes eras históricas, una brillante demarcación entre el ayer y el mañana. Mi candidato a subcampeón es Bernard Madoff.

Eugene Robinson

Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

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En cierto sentido, todos somos Bernie Madoff. Llevamos una generación dirigiendo nuestra economía según los principios contables de él — y ahora nos enfrentamos al más desagradable de los cálculos.

Como todo el mundo sabe a estas alturas, Madoff — uno de los financieros más respetados de Wall Street en tiempos — está acusado de ser quizá el mayor estafador de la historia. Antes de su detención a principios de este mes, al parecer informó a sus hijos de que había estafado a sus inversores hasta 50.000 millones de dólares. Presuntamente siguió el libreto redactado hace más de ocho décadas por el elegante charlatán Charles Ponzi, que utilizaba los fondos de los inversores nuevos para abonar jugosos réditos a los inversores más antiguos. Eso funciona bien durante un tiempo, pero todo esquema piramidal colapsa eventualmente en ruina.

Los veteranos de Wall Street recuerdan la forma en la que hace mucho los inversores suplicaban que se les permitiera invertir su dinero con Madoff.

Al contrario que Ponzi, él no prometía copiosos beneficios de muchos ceros de la noche a la mañana. ?l «ganaba» para sus inversores un 1 ó 2 por ciento al mes, subiera o bajara el mercado, arreciaran las pérdidas o soplaran buenos vientos. Al no hacer promesas exageradas, y al limitar su número de clientes, pudo mantener el esquema en funcionamiento durante
décadas.

Tales incrementos paulatinos de los beneficios, independientes del trimestre desastroso de resultados o del mal año ocasional, son patentemente imposibles. Algunos potenciales inversores echaron un vistazo a las operaciones de Madoff y probaron puntualmente. Algunos de los millonarios, multimillonarios y corredores profesionales de dinero que de forma imprudente entregaron su dinero a Madoff fueron culpables de permitir que la avaricia se impusiera a sus sentidos de la observación y el razonamiento.

Pero no todos los inversores de Madoff podían desconocer por completo lo que pasaba. Al menos unos cuantos se habrían dado cuenta a la fuerza de lo improbable que era que hubiera desarrollado algún tipo de estrategia o técnica inverosímil que siempre ganara dinero, al margen de lo que sucedía en los mercados financieros. Algunos inversores, me atrevería a apostar, habrían calculado que podían meter su dinero, llevarse su trozo del pastel y salir antes de que todo el castillo de naipes se viniera abajo.

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Lo cual me hace preguntar cuántos de nosotros teníamos la cabeza sobre los hombros cuando el precio de la vivienda andaba por las nubes a golpe de pequeños incrementos de estilo piramidal — alrededor del 10 por ciento o más al año en algunas partes del país — mientras los ingresos de la clase media permanecían estancados en gran medida. ¿Cuántos de nosotros nos detuvimos a preguntar quién era supuestamente capaz de poder pagar un millón de dólares por un apartamento suburbano estándar de dos alturas, incluso con cocina reformada con cámara frigorífica?

La industria de las hipotecas de riesgo entera se sustentaba sobre la idea de que el precio de la vivienda iba a subir siempre. Teniendo en cuenta esa premisa, tenía perfecto sentido para el comprador de la primera vivienda suscribir hipotecas de tipo ajustable que en realidad no se podía permitir.

Desde el momento en que se formalizaban los contratos de préstamo, estarían haciendo una inversión — a través de la apreciación de la vivienda — que en seguida haría fácil, y lucrativo, refinanciar la hipoteca o vender la propiedad.

En otras palabras: meter su dinero, llevarse su trozo del pastel y salir antes de que todo el castillo de naipes se viniera abajo.

No estoy diciendo que el estadounidense medio sea igual de culpable que Wall Street a la hora de generar esta crisis económica y financiera; nuestros pecados fueron veniales, mientras que los suyos fueron mortales. El fraude del que se acusa a Madoff era por lo pronto directo. Mucho peor fue la invención de exóticos productos de inversión «derivados» que se compraban y se vendían con enorme rentabilidad — productos cuyo verdadero valor resultaba imposible de comprobar. Mientras los precios del mercado inmobiliario siguieran subiendo, no importaba el valor de estas inversiones quiméricas. Lo que importaba para Wall Street era la capacidad de ingresar enormes honorarios salidos de gente corriente, en dólares tangibles, a canjear por dragones y unicornios.

Tras el estallido de la burbuja tecnológica y la burbuja de la vivienda, creo que nos hemos quedado sin burbujas durante un tiempo. El primer desafío de Obama — y podría llevar mucho más que su primer mandato — consiste en devolver a la economía al patrón del crecimiento tangible y sostenible. Podemos agradecer a Madoff habernos dado la explicación más simple posible de lo que supimos todo el tiempo, pero elegimos ignorar voluntariamente: que nadie da duros a cuatro pesetas.

Eugene Robinson
© 2008, The Washington Post Writers Group

 

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Esta es la conclusión del Informe de Reporteros Sin Fronteras sobre la libertad de prensa en 2008. El número de reporteros asesinados en este año es de 60 lo que supone una reducción con respecto a 2007 cuando perdieron la vida 87 informadores. Sin embargo la organización no habla de mejora de la situación, porque considera que a medida que se van transformando la prensa escrita y audiovisual y la blogosfera adquiere una envergadura mundial, la predación se ejerce ahora en Internet.

El informe sobre libertad de prensa de RSF

Por primera vez, en 2008 un blogger fue asesinado cuando efectuaba tareas de periodismo ciudadano. El ciudadano chino Wei Wenhua fue golpeado hasta la muerte por unos oficiales municipales el pasado 7 de enero, después de grabar con su movil un altercado entre agentes y manifestantes en la ciudad de Tianmen.

También ha aumentado la censura en Internet. RSF habla de 1.740 sitios informativos cerrados o suspendidos, 162 de ellos  en Siria, 93 en China y 38 en Iran. Y denuncia también los bloqueos y filtrados de portales videos compartidos como Youtube o Dailymotion y hasta la censura directa de herramientas como Twitter en Siria o Facebook que no es accesible desde Siria y Túnez y está filtrado en Turquía y en los Emiratos Arabes.

A nivel general, las zonas de Asia-Pacífico y Maghreb-Oriente Medio son las más letales para la prensa. Irak sigue siendo el país más peligroso con 15 asesinados en este 2008. Le siguen Pakistán con 7 muertos y Filipinas con 6. La ONG hace notar el descenso de fallecidos en Africa (3 en 2008, 12 en 2007) pero no lo achaca a una mejor  situación sino a que muchos profesionales han renunciado a seguir ejerciendo su oficio optando por  exiliarse y a la progresiva desaparición de medios de comunicación en las zonas en conflicto (especialmente en Somalia).

En cuanto a los secuestros de periodistas, una «eficaz fuentes de ingresos y presiones políticas», según Reporteros Sin Fronteras se observa un descenso global: 29 en 2008 frente a los 67 del año anterior. Sin embargo la ONG hace notar que son cada vez más frecuentes en Afganistán, siete periodistas o colaboradores secuestrados, Somalia, cinco secuestros, entre ellos el español José Cendón, México, cinco o Irak, cuatro.

Sección en convenio con el Washington Post

Un escritor de izquierdas de escepticismo vigoroso, sentido inquisitorial y sentido común.  Richard Cohen tiene talento para escribir de maneras que llegan a la gente en asuntos grandes y pequeños. En su columna trata temas complejos y aparentemente simples a la vez, ayudando a la gente a comprender lo que está sucediendo alrededor suyo. Desde la Zona Cero en ese horrible día de septiembre hasta donde quiera que viaje, su escritura altamente personal y afortunada con nueve e informa a sus lectores.

Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

Sus columnas, ahora en radiocable.com

 

   

«Me veo a mí mismo como el ayudante del lector, lo bastante afortunado en virtud de ocupación para ir a donde ellos no pueden ir,» dice. «Puedo visitar lugares que no es probable que visiten bajo condiciones que probablemente evitarían (Oriente Medio en casi una docena de ocasiones, África, América Central, Asia y Europa una y otra vez) y, en momentos más peligrosos, las salas del Congreso o los salones de Georgetown.

«La mayoría de los días no pudo esperar para ponerme a trabajar,» añade me encanta lo que hago: la información, en la redacción, el pensamiento, la exploración constante. En ocasiones pienso que tengo el mejor trabajo del mundo. Algunos días pienso que lo tiene Tiger Woods. Pero al menos yo tengo aire acondicionado.»

Las columnas de Cohen han aparecido en la página editorial del Washington Post desde 1984. Ingresó en el periódico en 1968 tras asistir a la Facultad de Periodismo de la Universidad de Columbia, y tras realizar, según sus palabras, «cierta labor de posgraduado» en Fort Dix, N.J., y Fort Leonard Wood, Mo.

En el post cubrió toda clase de noticias — locales, de investigación, educación, gobierno estatal y política nacional. En calidad de director de la corresponsalía de Maryland del diario, fue uno de los dos reporteros que dio a conocer la noticia de la investigación del ex vicepresidente Agnew.

En 1976 comenzó a escribir una columna ubicaba en la portada de la sección Metro. Su popularidad, y la atención descartada entre los editores de todo el país, condujeron a una sindicación nacional en 1981. Cohen nació en Nueva York, y se licenció por la Universidad de Nueva York.

Antes de llegar a Washington trabajó como ayudante del New York Herald Tribune y como reportero de United Press International en Nueva York. Cohen ha recibido los premios Sigma Delta Chi y el premio del sindicato de prensa de Washington- Baltimore por su periodismo de investigación. En 1974, Jules Witcover y él publicaban » investigación y dimisión de Spiro T. Agnew» (Viking).

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Ellen Goodman es una «americana original». Su abundante talento -intelecto, agudeza, estilo, a juicio informativo- la caracterizan con un brío propio. Su columna ha sido galardonada con un premio Pulitzer.

Ellen Goodman

Premio Pulitzer al comentario periodístico.

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Goodman es una de esas infrecuentes escritoras y pensadoras que intuye los cambios emergentes en nuestras vidas pública privada, que altera la percepción asentada de los asuntos complejos. Goodman ha sido una fuerza innovadora en el periodismo:

«Creo que los lectores necesitan sentirse menos alienados de las páginas editoriales», y es necesario hacerlo ampliando las páginas de opinión, -afirma.

Ha realizado comentarios acerca del impacto del cambio social y su impacto sobre las familias, y se ha adentrado en el dominio exclusivamente masculino de la política. Goodman es aclamada como voz de cordura.

Su primer puesto fue como periodista de investigación en Newsweek, en un momento en el que solamente los hombres trabajaban como redactores. En 1975 aterrizó como reportera de Detroit Free Press y, en 1967, del Boston Globe, donde empezó escribiendo su columna.

Licenciada cum laude en 1963 por el Radcliffe College, Goodman volvió a Harvard en 1973-74 como titular de la plaza Nieman, donde estudió la dinámica del cambio social.

 Su primer libro, «Puntos de inflexión? (Doubleday, 1979), detalla el efecto del cambio de roles de la mujer en la familia.

En 1980, Goodman recibió el Pulitzer al comentario periodístico. Pero la labor de Goodman ha obtenido muchos otros premios, incluyendo el Premio Periodístico de la Sociedad Estadounidense de Editores de Prensa en 1980, o el Premio Hubert H. Humphrey por la defensa de los derechos civiles en la Conferencia de Derechos Civiles de 1988. En 1993 el National Women??s Political Caucus le impuso el Premio del Presidente. El Instituto de Educación e Investigación de la Mujer de EEUU le ha impuesto, también, su «American Woman Award».

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Eugene Robinson

Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

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Ganador del Premio Pulitzer 2009, Eugene Robinson utiliza su columna del Washington Post para desmontar la sociedad y a continuación volverla a montar de forma nueva e inesperada y poder revelar así historias. Para hacer este trabajo de demolición y reconstrucción, Robinson utiliza herramientas diversas y variadas: energía, curiosidad, escritura elegante, y el amplio abanico de experiencias de una vida que le llevó de una infancia en el Sur segregado al periodismo estadounidense de altura.

A lo largo de una carrera de 25 años en el Washington Post, Robinson ha sido reportero local, ditor de la sección local, corresponsal extranjero en Buenos Aires y Londres, editor exterior y ayudante del editor en funciones a cambio de la laureada sección de Estilo del periódico.

Utilizando el instinto costumbrista y los hábitos de un reportero, Robinson se hace a la calle y encuentra estas noticias. Las percibe como los cimientos que apoyan sus provocativas opiniones  y ladrillos que se pueden utilizar para construir la narrativa general de la América de hoy.

Se licenció en periodismo por la Universidad de Michigan, donde en su segundo año fue el primer ciudadano negro en ser nombrado co-editor jefe del periódico estudiantil.
Inició su carrera en el San Francisco Chronicle, donde fue uno de los dos reporteros asignados a ir el juicio de la heredera secuestrada de la prensa, Patricia Hearst, que presuntamente sentó precedente para toda la cobertura de juicios de celebridades que siguieron.

Durante el curso académico 1987-1988, en excedencia del Post, Robinson ocupó la cátedra
Nieman de periodismo en la Universidad de Harvard. A su vuelta al periódico fue designado corresponsal de el Post en Sudamérica radicado en Buenos Aires, Argentina, puesto que conservó entre 1988 y 1992. Durante los dos años posteriores, fue jefe de la corresponsalía de Londres. En febrero de 1994, Robinson vuelve a Washington para ocupar el puesto de editor de exteriores del post. Ese mismo año ingresó en el Council on Foreign Relations.

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