Un poquito de dignidad, eso es lo que toca
Un día como hoy, hace algunos años, dormí en la calle.
Mariano, que tenía en su espalda 22 causas con la justicia y cuyas entradas en la cárcel no se podían contar con los dedos, dijo que la noche no iba a ser muy fría.
Tuve suerte esa noche porque era martes. Los fines de semana, -contaba Mariano-, eran peores. Chavales borrachos tiran botellas y golpean o se mean en los cartones. A veces, si el frío te permite quedarte dormido, incluso te encuentras a gente robándote los bolsillos, -aseguraba.
Tanto él como Modesto se encargaron de que la noche fuera llevadera. Cenamos un bocadillo y reímos. Yo dormí en el banco junto a los perrillos de Modesto, cerca del banco de Mariano, y junto a otro en el que dormitaba un hombre que no dejaba de gritar. Por la noche tuvimos que acompañarle a pasear porque el síndrome de abstinencia del alcohol te provoca fuertes nauseas y vomitar se vuelve muy doloroso.
Luego pudimos dormir algo. Y Modesto se acomodó con su pareja en un soportal. Qué paradoja, era el de una tienda de ropa de cama. Menudo Portal de Belén.
Hizo muchísimo frío. Por la mañana, las madres que pasaban con los críos junto a nosotros, camino del colegio, aferraban sus manos y aceleraban el paso. Ni una de ellas nos miró a la cara. Los críos sí, con los ojos muy grandes, muy abiertos.
Días después de aquello le entregamos una grabadora a Mariano para que pudiera registrar un audio-diario. Me comprometí a que todo lo que dijera, si cabía en 4 minutos, se difundiría en la Cadena Ser. Yo trabajaba entonces para Gabilondo en Hoy por Hoy, y de aquello nació una experiencia que pudo escucharse en el programa de Iñaki y verse después en la 2 de TVE.
Esa noche fue mejor que muchas de las que llegaron después, cuando ya dormía en casa. Una noche así te regala vergüenza y miedo. No el temor a los niñatos borrachos ni el temor a la calle, sino el temor al día en el que la sociedad te da la espalda, acelera el paso y se agarra sólo a la mano de los suyos. Y sobre la vergüenza, tardé mucho tiempo en volver a enterrar la vergüenza.
Quienes creen en la sociedad de la meritocracia, en el esfuerzo, y en el trabajo, se olvidan de que un día, por un inquietante efecto aleatorio, te ves naciendo en un portal y estás jodido. Aquí lo que no dicen, leía el protagonista de los lunes al sol, es por qué a unos les toca nacer cigarras y a otros hormigas.
Hoy me he acordado de esto porque Guille y Marisa han coincidido y me han enviado el vídeo de más arriba. Es gente que toca en la calle identificando a quienes aceleran el paso. Algún día esa lista la conoceremos todos y estaremos hundidos. Así que ya sabes lo que toca la próxima vez.