Nació hace un año y medio como una versión de la Wikipedia pero especializada en difundir noticias y documentos secretos de gobiernos poco amigos de la libertad de expresión y la transparencia. Y desde entonces desde Wikileaks han filtrado toda clase de material. Pero ahora la web está pensando reinventarse y centrarse en investigadores académicos… y periodistas. Siguen creyendo que su herramienta sirve para cambiar las cosas y salvar el mundo, pero además quieren hacerlo salvando el periodismo de investigación.
La revista Wired cuenta que Julian Assange, el único co-fundador de Wikileaks cuya identidad se conoce, ha respondido a algunas de las críticas que el sitio ha recibido últimamente por publicar material que algunos no consideraban acorde con sus principios. En estos meses, han difundido un manual militar sobre cómo tratar a los presos de Guantánamo o las condiciones bajo las que sirven los soldados de EEUU en Irak, que entre otras cosas les autoriza a operar en Siria o Iran.
Pero también han publicado las cuentas secretas de un banco suizo en las Islas Caiman que supuestamente blanqueaba dinero, información sobre las debilidades de un misil del arsenal americano o flitraciones sobre la Iglesia de la Cienciología y hasta el último film de Indiana Jones. Estos asuntos les han granjeado críticas por irresponsables y por dar material sin valor informativo objetivo. Por el caso de las cuentas en la Islas Caiman, un juez de EEUU incluso bloqueó temporalmente la web.
Wikileaks tiene un sistema para que cualquier persona pueda publicar de forma anónima y segura documentos internos de gobiernos y empresas. Personal de la web se encarga de de editarlos, limpiando las huellas digitales y encriptándolos como protección. Todo para que cualquier comportamiento inadecuado sea denunciado y el interés público prevalezca. La herramienta es útil a la vez para todas las personas que quieran denunciar algo desde dentro y para los periodistas que pueden así acceder a material clasificado.
Pero el sistema para editar los documentos y verificar su autenticidad está siendo problemático para Wikileaks. Julian Assange esperaba crear un pequeño ejército de voluntarios dispuestos a revisar la cantidades ingentes de páginas que reciben, pero no ha tenido demasiado éxito. Así que considera seriamente reinventar el sistema y establecer un acuerdo privilegiado con periodistas de investigación.
Sabe que hasta que los medios no recogen sus filtraciones, las denuncias no alcanzan de verdad dimensión, contribuyendo a cambiar las cosas. Por ello Assange quiere adelantar en exclusiva algunos de los documentos que recibe a determinados periodistas para que estos puedan investigarlos y verificarlos en profundidad sin miedo a que nadie se les adelante en la publicación. Wikileaks cobraría por este servicio y sólo difundiría el documento una vez que el periodista hubiese publicado su historia.
Los documentos secretos pasarían a ser, además de editados por el personal de Wikileaks, evaluados editorialmente y periodísticamente, con lo que ambas partes saldrían ganando. Habría más periodismo valiente y sería un fuerte impulso para crear el mundo con el que sueña Assange: «donde las empresas y los gobiernos deben mantener al público y a sus empleados contentos con sus planes y comportamientos».