Una de las primeras grandes crisis mundiales provocadas por el petroleo fue en 1973. Desde entonces, muchos países han intentado reducir su dependencia del crudo con medidas y políticas de distintos tipos. La mayoría no han logrado éxitos significativos o abandonaron sus campañas cuando pasó lo peor de la crisis de turno. Pero al menos tres, Japón, Dinamarca y Brasil, han demostrado que se puede tener éxito en el objetivo de cambiar el modelo energético y no quedar sólo a expensas de los vaivenes del mercado del petroleo.
En 1973, Dinamarca dependía en un 99% de las importaciones de crudo para satisfacer su demanda energética. A partir de 1976, y después de la crisis, el gobierno inició un ambicioso proyecto para lograr la autosuficiencia energética. Hubo un endurecimiento estricto de la normativa para que los edificios fueran más eficientes, se aumentaron drasticamente los impuestos sobre la gasolina y los coches, se fomentó la compra de electrodomésticos eficientes y se lanzó un plan para reutilizar la calefacción producida en plantas industriales y calentar el 60% de los hogares del país.
Y sobre todo se invirtió en energías renovables, especialmente la eólica. Hoy el 21% de la energía de Dinamarca proviene de aerogeneradores y sus empresas son lideres mundiales en tecnología eólica. De hecho sus planes contemplan que para 2025, el 75% de su energía sea eólica. Y desde 2005 han invertido 1.000 millones de dólares más en el desarrollo y mejora de proyectos de energías renovables -solar, marina…-. De hecho han sido pioneros en la eólica-marina con la construcción del parque de Horns Rev.
Japón también inició su «revolución energética» después de la crisis de 1973 y lo hizo apostando por sobre todo por la eficiencia energética. Esto supuso impulsar las renovables -Japón es uno de los mayores productores de energía solar- pero especialmente reducir su consumo. Hoy producen por ejemplo una tonelada de acero usando el 20% menos de energía que EEUU y la mitad que China.
Y su industria automovilística ha hecho de la eficiencia su «marca de fábrica» -sus modelos consumen mucho menos que los de EEUU. Además empresas como Toyota o Nissan, lideran el desarrollo de vehículos híbridos o de hidrógeno -en Tokio existen incluso estaciones de servicio de hidrógeno-. Sin olvidar su apuesta por las líneas ferroviarias de alta velocidad.
Todo esto ha hecho que en los últimos años su consumo de petróleo haya descendido significativamente en valor absoluto y al igual que su consumo per cápita de energía. En la actualidad, la intensidad energética de Japón es menor que la de Alemania y Francia y sustancialmente inferior a la de EEUU. Además el consumo de su sector industrial se ha mantenido constante desde hace 30 años, pese a que el PIB se ha duplicado, y las emisiones de CO2 por unidad de PIB son de las más bajas del mundo.
Finalmente Brasil ha logrado buenos resultados a la hora de reducir su consumo de petroleo gracias al etanol que funciona en este país como un combustible alternativo a la gasolina. De hecho, segun un artículo del Wall Street Journal, en 2006 el etanol representaba casi un 20% del mercado de combustible para el transporte. En el resto del mundo, el uso de combustibles alternativos es de apenas un 1%.
El etanol se produce en Brasil como derivado de la caña de azúcar. Es sensiblemente más barato y está disponible en 20.000 estaciones de servicio, desde Río de Janeiro al Amazonas.
Se empezó a fomentar hace 30 años por los gobiernos militares y civiles que forzaron el uso del etanol e impusieron metas de producción. Se les criticó por el fondo y la forma, pero financiaron proyectos de tecnología que costaron miles de millones. Además apoyaron a los fabricantes de coches que crearon los vehiculos de «combustible flexible», propulsados indistintamente por etanol, gasolina o una mezcla de ambos.
Son tres ejemplos prácticos de países que han tenido éxito donde la mayoría ha fracasado. Se pueden poner varios peros a estos éxitos con vistas a implantarlos en otros países, -Dinamarca tiene una población de 5 millones, Brasil tiene las condiciones ideales para tener grandes plantaciones de caña de azucar, etc-… pero también se puede tomar ejemplo.