Conviene recordar, antes de leer este post, que yo me dedico a la gestión sanitaria en el sector privado, y que una parte importante de mi labor se relaciona con la actividad concertada. Por tanto, quizás sea redundante que reconozca en voz alta que la asistencia privada ofrece al Sistema Nacional de Salud un complemento ideal a un modelo que aún debe ser eminentemente público. Un dato para ello: los funcionarios son atendidos en virtud del Concierto de MUFACE mayoritariamente en la privada.
La Sanidad suele ser un asunto maltratado y mal estudiado. En mi experiencia por tres fenómenos poco estudiados: primero porque genera ??aprensiones? (difícilmente vamos a interesarnos por algo que nos recuerda constantemente que tendremos cáncer y moriremos en un hospital), segundo porque técnicamente tiene una importante complejidad (es típico que solo sean noticia las anécdotas más desgracias, o los descubrimientos más increíbles), y tercero porque se ha convertido en un tema de primer orden en la agenda pública. Esto último ¿porqué? ¿Hay razones objetivas, técnicas, para que haya pasado esto? ¿Tiene algún beneficio para el ciudadano que la sanidad se discuta políticamente como se hace? Probablemente sí, siempre que logremos centrar el asunto en lo que lo motiva, en lo que produce, y contextualizarlo a nuestra propia identidad política (típicamente se omite este último punto por prurito, siendo al final el que determina todo lo demás ??los filósofos lo llaman ??el observador que somos?).
Hasta no hace mucho existía la teoría política que decía que la Sanidad no daba votos, solamente los quitaba. Desde que se realizaran las transferencias de la gestión sanitaria a las Comunidades Autónomas esta teoría, como es obvio, perdió toda certeza (si es que alguna vez la tuvo).
La sanidad es para el político un importante quebradero de cabeza, más importante cuanto más cerca esté de él y sus votantes. Tengamos presentes que Sanidad es de lejos el departamento de las Comunidades Autónomas con mayor presupuesto, y que ha sido un coto cerrado propio de una de las empresas estatales más fuertes que ha habido, el extinto INSALUD.Es decir, ahora al político autonómico medio, aún no profesionalizado en sanidad, se le plantean problemas harto difíciles, como por ejemplo abrir siete hospitales ya construidos en Madrid sin tener médicos para cubrir sus plazas; o terminar con listas de espera infinitas, sin tener capacidad productiva real con los propios recursos, ni organizativa con ajenos.
Por tanto, encontramos un campo que desde el punto de vista puramente electoral plantea una gestión, ahora también comparativamente a otras regiones de España, crítica. Esa importancia crítica es política y no técnica, ni mucho menos ciudadana. Está alimentada en mayor medida por la inercia generada por «vender» el servicio prestado, que por una necesidad real de llevar la gestión sanitaria a la agenda política pública.Ahora bien, solo faltaba que no fuesen legítimas las crisis políticas. Son parte del animal democrático, y deben ser atendidas con respeto, lo que no quiere decir que deban ser tratadas con pleitesías.
El asunto sanitario ni tiene ni tanta complejidad, ni tantas aristas. Expongo de la forma más exagerada que se me ocurre (para que se entiendan mejor) las claves del asunto:
1. Respecto de los países de nuestro entorno en España existe un déficit inversor del Estado en términos de PIB.
2. Los nuevos modelos de gestión, en síntesis, son todos tendentes a la concertación publico-privada (bien de todo el sistema en las comunidades del Partido Popular, bien de una parte importante del sistema en las comunidades regidas por el Partido Socialista).
3. Las críticas fundamentales a esta dicotomía son que ??la Pública es tan ineficiente que roza la ineficacia?, y que ??la Privada es tan codiciosa que pone en peligro la Universalidad?. Obviamente hay parte de verdad en ambas, aún siendo falsas, pues el problema es político y no técnico.
4. Otros asuntos menores como la masificación, las listas de espera, o la llegada de profesionales del extranjero. Llamo «asuntos menores» a cuestiones importantes porque son signos o síntomas, no «etiologías» tal y como son los dos problemas antes mencionados.
5. Las propias cegueras del sistema. En lo fundamental, en algo ya tratado en el Blog, la coordinación del sistema, como campo abandonado al mundo de los sistemas informáticos inútiles.
En lo que aún no hay debate y además no lo habrá, es en los asuntos realmente importantes:
1. Que la sanidad, en España, es un bien público universal reconocido en plenitud por la Constitución (por suerte con mucho más recorrido que la vivienda)
2. Que el Estado juega el papel de garante final en la supervisión completa de la sanidad.
3. Que ambos puntos hacen de la Sanidad la medida redistributiva más importante, después de la Ley General de Impuestos.
En otras palabras, mientras el Estado sea suficientemente fuerte para imponer las líneas maestras del mercado, es decir los estándares de calidad y trabajo, poco más dará quién gestione la sanidad pública… o ¿realmente creemos en el valor patrimonial de los edificios, de los escáneres, o de emplear médicos y enfermeras directamente?Tal y como reconoce Ridao, en la izquierda a veces nos perdemos en disquisiciones inventadas por la derecha. Para este caso, la consabida letanía de que la izquierda aún no acepta la concertación de servicios públicos bajo gestión privada, y que eso es ejemplo de falta de espíritu democrático. Por supuesto que la izquierda lo acepta, no solo eso si no que lo ejercita.
Otra cosa es que en el ??fondo del purismo izquierdista? nos parezca mal, pero hacerle caso al purismo solo nos lleva a no normativizar ni debatir seriamente las cosas, y con eso caemos en el juego de la derecha: a ??río revuelto ganancia de pescadores?. Tenemos recorrido suficiente para, aceptando la concertada, normativizar la actividad de forma que garanticemos el derecho reconocido por Ley con la mejor calidad.