Vuelvo al blog después de haber estado unos días en Yemen, en el sur de la Península Arábiga, el país árabe más pobre de la región. Vive fundamentalmente de la agricultura, del turismo y del petróleo. El descubrimiento del oro negro en territorio yemení fue tardío en comparación con el resto de la zona. La explotación petrolífera depende casi totalmente de las inversiones extranjeras.
La renta media de los yemeníes no llega a los setecientos dólares. El setenta por ciento de las mujeres son analfabetas, y el cincuenta por ciento de los hombres. El 99 por ciento de la población es musulmana, mayoritariamente de confesión suní, aunque hay un porcentaje elevado de chiíes, de la rama zaydí, algunos de ellos integrados en grupos armados que en los últimos años han mantenido enfrentamientos con las Fuerzas gubernamentales en el norte de Yemen. El grupo rebelde chií más importante es el de los ??Jóvenes fieles?, liderados por el clérigo Abdel Malek al Huti, y acusados de recibir apoyo financiero de Irán, algo que ha negado el Gobierno de Teherán. En los últimos meses los combates entre las tropas gubernamentales y este grupo han sido intensos.
En Yemen viven 22 millones de personas y hay sesenta millones de armas. No se necesita ningún permiso para comprar un rifle. Fuera de la capital, la mayoría de los civiles lleva un arma de fuego a su espalda y todos los hombres del país lucen en su cinturón una jambia o cuchillo curvo. La composición tribal de la sociedad, la guerra civil de 1994 entre el norte y el sur, así como la existencia de grupos armados chiíes por un lado y de fundamentalistas islámicos por otro son factores clave para comprender la tendencia de los yemeníes a portar armas. Los líderes tribales de algunas regiones, como Mareb, donde fueron asesinados los turistas españoles, han hecho del secuestro de extranjeros una práctica habitual para exigir cuotas de poder al Estado o para reivindicar ayudas sociales. La mayoría de estos secuestros han tenido desenlaces pacíficos. Tras estar unos días en Yemen uno llega a la conclusión de que, al margen de una minoría conflictiva, su población es hospitalaria y pacífica. Mohammed, mi conductor, tiene un rifle en su casa y una jambia en la guantera de su coche. Cuando le pregunto por qué, me contesta que es parte de la tradición cultural yemení. Incluso niños de cuatro años de edad pasean por las calles de Saná con el tradicional cuchillo curvo en la cintura. Como si fuera parte de la vestimenta. En la Universidad de Estudios Islámicos todos los profesores, en cuanto me ven con pinta de extranjera, me paran para decirme que el Islam condena la violencia, y que están realmente apesadumbrados por la muerte de los turistas españoles.
Yemen como tal existe desde 1990, tras la unificación de Yemen del Norte y Yemen del Sur. ?ste último, de orientación marxista, fue el primer estado árabe comunista. Con la unificación el Presidente de Yemen del Norte, Abdallah Saleh (Presidente desde 1978), se convirtió en Presidente de Yemen, hasta hoy. Desde hace unos años hay elecciones presidenciales por sufragio universal cada cinco años. No hay democracia, pero sí cierta apertura. En 2006 se permitió la participación de un candidato de la oposición. Pero el voto secreto no fue respetado en varios distritos y el seguimiento de la campaña por parte de la televisión fue controlado por el Gobierno. Aún así, Bush, quien este mismo año recibió al Presidente yemení en la Casa Blanca, felicitó a Yemen por haber celebrado unas elecciones libres y justas, tal y como las calificaron los observadores de la Unión Europea, quienes al mismo tiempo dieron cuenta de diversas irregularidades en las mismas. Claro, eso sí, si comparamos Yemen con algunos países de su entorno, podemos decir que experimenta ciertos avances hacia un sistema democrático.
El Presidente Abdallah Saleh fue uno de los pocos líderes árabes que apoyó a Sadam Hussein cuando éste invadió Kuwait. Y siempre se ha erigido como uno de los grandes defensores de la causa palestina. Pero el atentado atribuido a Al Qaeda contra el destructor estadounidense USS Cole en 2000, en un puerto yemení, con el resultado de diecisiete marinos muertos, obligó a Saleh a aproximarse a Washington y a intentar mostrar cooperación con Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo internacional. Esta alianza no es vista con buenos ojos por algunos sectores de la población yemení. Como Musharraf en Pakistán, Saleh camina por una delgada línea en un intento por contentar a todos. Ha estatalizado todos los colegios privados religiosos, pero no se ha atrevido a cerrar la Universidad privada Al Iman, acusada de fomentar el fundamentalismo islámico. Mi conductor, Mohammed, estudió en la Universidad pública de Sanaá. Pasamos por Al Iman un viernes, en el momento de la oración. Decenas de altavoces ayudan a difundir el rezo. Mohammed no quiere entrar, dice que ese lugar está lleno de radicales. Seguimos en dirección a Sitín, muy cerca de la Universidad. Es el lugar donde el miércoles cuatro de julio agentes yemeníes abatieron a tiros a un hombre de nacionalidad egipcia, según ellos, sospechoso de estar implicado en el atentado contra los turistas españoles. La mayor parte de las calles del barrio están sin asfaltar y encharcadas, ya que en la última semana ha llovido todas las tardes. Algunos vecinos de la zona aseguran que el egipcio no hizo nada malo. Pero cuando visito al Presidente de Yemen en su palacio, éste me asegura que el hombre abatido a tiros no solo era uno de los cabecillas que planeó el atentado contra los turistas españoles, sino que también, según las primeras investigaciones, era el cuarto hombre de Al Qaeda en el mundo. ¿Cómo lo saben?, pregunto. Llevamos años acumulando información sobre este individuo, me responde.
El Presidente me habla en árabe y un intérprete lo traduce al inglés. Aldallah Saleh insiste durante la entrevista en la necesidad de acabar con la injusticia internacional, en especial con la injusticia que sufre el pueblo palestino, y con la pobreza, dos factores, según él, que contribuyen a crear el terrorismo. ??La pobreza es el caldo de cultivo idóneo que grupos como Al Qaeda aprovechan para reclutar combatientes?, dice.
LAS MUJERES:
El periódico Yemen Daily publica un artículo en el que cuenta que cada vez más mujeres trabajan como dependientas en comercios. Se centra en el caso de Hoda, una mujer que siempre se ha dedicado a las tareas del hogar pero que recientemente se vio obligada a trabajar porque no entraba suficiente dinero en casa. La noticia de las mujeres trabajando es destacada en la segunda página del periódico, y en ella subrayan en negrita unas palabras de Hoda: ??Si una mujer tiene mal corazón, seguirá teniéndolo aunque se dedique solo a ser ama de casa?. Quiere dejar claro que ella tiene buen corazón a pesar de que trabaja fuera del hogar. Se coloca tras el mostrador siempre llevando el atuendo más habitual de las mujeres yemeníes: Un jilbab con un niqab normalmente negro, (un velo que les cubre el rostro dejando solo al descubierto sus ojos). Es decir, una especie de abaya que tapa también la cara.
Las más jóvenes resaltan su mirada con una línea negra sobre los párpados y máscaras en las pestañas. También suelen trazar dibujos con henna en sus manos, la otra única parte del cuerpo que no cubren. En el hotel Movenpick de Sanaá, el más lujoso de la capital, se puede ver a decenas de mujeres de clase alta cubiertas con abayas de alta costura que entallan su figura. Las sonrío, veo que bajo el velo se mueve algo y deduzco que es su sonrisa, que contesta. Cuando entran en la discoteca del hotel acuden directas del baño. Allí se despojan de la abaya, la meten en una bolsa de plástico, y salen a la pista de baile vestidas como occidentales. Algunas van acompañadas por sus maridos, otras van con amigas.
La abaya o jilbab no es obligatoria en Yemen, al contrario que en su país vecino, Arabia Saudí. Hay mujeres que muestran su rostro, incluso algunas, (pocas) dejan sus cabellos al descubierto.
Arwa, de veintitantos años, me contó que le gusta cubrir su rostro porque forma parte de la tradición de su país. También cree que el niqab es un elemento que en determinadas situaciones puede ayudar a despertar el interés en un hombre por una mujer. ??Cuando me lo pongo me siento misteriosa para los demás, eso me gusta?.
Yemen es un país musulmán conservador, pero las mujeres pueden votar en las elecciones y también se les permite conducir. Muchas trabajan como profesoras, enfermeras, doctoras e incluso como empresarias, y hay trece parlamentarias y cuarenta y siete juezas. La ley yemení contempla la igualdad entre hombre y mujeres, pero la letras escrita no es suficiente en ningún lugar, y menos un país de composición tribal y actitudes tradicionales.