El 21 de junio de 2005 se inicia el diálogo con ETA en un hotel de Ginebra (Suiza). Josu Ternera acude a la cita con Eguiguren con un libro de su interlocutor bajo el brazo. El 14 de julio de 2005, 22 días después de iniciar sus conversaciones, Eguiguren y Ternera están de acuerdo: ETA anunciará un alto el fuego indefinido y permanente. En noviembre de 2005 hay una nueva ronda de reuniones en las afueras de Oslo. Los servicios secretos noruegos garantizan la seguridad. Se ratifican los acuerdos de julio.
Así comienza el reportaje que da cuenta del proceso de negociación español, escrito por Luis R.Aizpeolea en el diario EL PAIS. Un texto indispensable para conocer la profundidad y la altura de los contactos entre los partidos políticos y ETA: Mediación internacional, gestos de acercamiento y la mezquindad de una oposición preocupada por obtener réditos electorales incluso poniendo en riesgo todo el proceso.
Del artículo se desprende la primera gran diferencia entre este proceso de paz y los anteriores. Por primera vez, la política española acudía a organismos internacionales de gran experiencia en mediación de conflictos. En tiempos de Felipe González y José María Aznar las conversaciones con la cúpula de ETA se habían tratado en casa, con políticos locales.
Pero el contexto internacional ha cambiado y la profesionalización de la política también. No en vano, como recuerda Azpeolea, «los primeros contactos se produjeron mientras en Irlanda del Norte avanzaban las negociaciones que culminarían este mismo año con el Sinn Fein de Gerry Adams y sus enemigos irreconciliables»
Pero no fue sencillo conseguir ayuda internacional. En un principio, señala el texto, se pensó en el cardenal vasco-francés residente en el Vaticano Roger Etchegaray «pero Etchegaray rechazó la petición, señalando que el Vaticano no podía comprometerse en un asunto de esta naturaleza»
A principios de agosto de 2004, ETA envió una carta oficial al Gobierno (ya habían llegado los socialistas al poder) a través de un peculiar canal, que comenzaba en un cura vasco-francés y continuaba por intermediarios, llegaba hasta Eguiguren y, por medio de éste, hasta el Ejecutivo. La carta de ETA, firmada por la banda y con su sello de la serpiente y el hacha, proponía «establecer vías de comunicación para resolver el conflicto».
Zapatero tardó tiempo en responder pero dio el visto bueno, animado por el primer ministro británico, Tony Blair, que, basado en su experiencia irlandesa, defendía el establecimiento de un canal de comunicación.
El Gobierno y ETA aprobaban la participación en el proceso en ciernes de un organismo mediador, el Centro de Diálogo Henri Dunant, radicado en Ginebra (Suiza) y con una amplia experiencia en conflictos armados. Sus miembros son de diversas nacionalidades y muchos de ellos excedentes de la ONU. La tragedia del tsunami en diciembre de 2004, obligó al centro a dirigir sus esfuerzos a los países asiáticos, afectados por el maremoto, y eso retrasó los contactos durante meses…. [aquí el texto completo. Muy recomendable]