Algunas personas a las que quiero y otras a las que admiro son auténticos devot@s de las corridas de toros. No me gustaría ofender a nadie porque comprendo que cuando uno habla de los toros en realidad habla de experiencias que compartió un día con sus padres o quizá con sus mayores y que marcó profundamente su historia. Por tanto, cuando uno cuestiona las corridas, podría parecer que está cuestionando la historia de los demás y se debe andar con cuidado. Los toros son tradición, sí, antropología pura, la cuestión es si esto debe hacernos reflexionar. No me gustaría ofender a nadie, digo, pero tampoco quiero escribir desde el miedo a hacerlo.
Afirman los «Principios editoriales de radiocable.com»:
RadioCable.com no difunde notas que justifiquen los atentados contra el mundo animal aunque se trate de tradiciones socialmente aceptadas. A tal efecto, este medio, tiene el compromiso de ser crítico con los mismos, con el fin de hacer ver a la sociedad que, aún siendo tradiciones culturales, nunca justifican el dolor que provocan.
…y se refiere claro a los toros, entre otras cosas.
Los seres humanos necesitamos comer, es evidente, pero nuestra falta de respeto por el entorno en el que vivimos y los animales de los que nos alimentamos es vergonzosa, (hay quien afirma que todo parte del principio bíblico que dice «trabajarás la tierra y la someterás» y el debate es perfectamente aplicable a otros aspectos de nuestra relación con otros alimentos, pero ese es otro debate).
Ayer, en 59 segundos, Luis Herrero señaló que si el toro fuese preguntado elegiría esa forma de morir pero, honestamente, no es verdad.
Torturar a un animal hasta la muerte y celebrarlo como una diversión no puede ser considerado un acto cultural beneficioso por una sociedad reflexiva. Se puede envolver dialécticamente pero la muerte con sufrimiento es simplemente eso, tortura.
En ese sentido es una gran equivocación por parte de un gobierno que se dice progresista, sensibilizado con la naturaleza, la concesión de la Medalla de Bellas Artes a los toreros. Matar con saña a un animal no puede considerarse bajo ningun concepto un acto de «bellas artes» por mucho que haya inspirado a la cultura de nuestro país en diferentes etapas de la historia.
Otro aspecto que hay que corregir lo antes posible es el del dinero público que se destina a subvencionar esa actividad. Se habla de 564 millones de Euros anuales de los contribuyentes para fomentar la mal llamada «fiesta nacional», sin incluir las ayudas a los ganaderos. «Al final los toreros van a ser casi funcionarios públicos», -ironizan las Ongs.
Sea como fuere, el debate no es menor porque hay quien se escuda tras una posición ecologista para defender las corridas: hablan de proteger las dehesas y la vida apacible del toro en sus primeros años. No es excusa: inventemos santuarios para que esos animales y sus dehesas crezcan a salvo de los especuladores del ladrillo. Eso sí que sería un auténtico parque nacional, una postura ecologista de la que nos podríamos sentir orgullosos.
En fin, se que no es un debate que se pueda resolver aquí pero ójala pudiéramos todos hacer un pequeño ejercicio de racionalidad, aparcando pasiones y olvidando que no se trata de la interpretación dialéctica que dan los humanos a las cosas, sino de hechos objetivos que provocan dolor y de actitudes que no tienen un ápice de piedad para con los animales.