Se vuelve a hablar de la Tasa Tobin. Para el que no lo conozca, se trata de imponer un pequeño impuesto a las grandes transacciones económicas mundiales, con el objetivo de destinarlo a ayuda para los paises subdesarrollados. Es un asunto muchas veces reivindicado por los grupos alterglobalización y denostado por la derecha. Dice Wikipedia:
Los movimientos por una globalización alternativa opinan que los ingresos que este impuesto produciría podrían ser una importante fuente de financiación para combatir la pobreza en el mundo, pero otros muchos, en especial los liberales de la escuela austriaca lo consideran una medida intervencionista especialmente perniciosa, al obstaculizar el libre comercio, perjudicando a los países más pobres, y presentar enormes dificultades de recaudación, gestión y utilización de los fondos
Sea como fuere, ahora, algunos paises han sugerido la posibilidad de volver a introducirlo en la agenda política y llevarlo ante la cumbre del G-20:
«El candidato socialdemócrata alemán, Frank-Walter Steinmeier , quiere introducir un impuesto global del 0,05% a las transacciones financieras, inspirado en la tasa Tobin. La canciller democristiana, Angela Merkel que ha hecho de la limitación de los bonus uno de sus principales mantras electorales, ve con buenos ojos la idea pero rechaza aplicarla sólo en Alemania». [publico.es]
No es el único. El ministro francés de Exteriores, Bernard Kouchner, dijo que su país, apoyado por otros, llevará a la ONU la propuesta de crear esa tasa para sufragar proyectos de desarrollo.
Joaquín Almunia se refirió a estas propuestas en un desayuno en Madrid. Lo consideró una idea «excelente», pero dijo que en estos momentos no es viable. En todo caso dejó la puerta abierta diciendo que quizá ha llegado el momento de dar «un empujón» [rtve] a ese impuesto sobre los movimientos financieros, ya que el volumen total ha alcanzado tal desproporción que cualquier mínimo tipo impositivo daría recursos «importantes» para hacer muchas cosas. Pero no termina de verlo.
Las voces de apoyo a esta iniciativa no son nuevas. Este verano, incluso el presidente del organismo regulador de la City de Londres (FSA), Adair Turner, se mostró favorable a la introducción de un impuesto global a la banca, una especie de tasa Tobin.
No es comprensible que el PSOE no lo apoye. Que el asunto sea debatido es fundamental. Puede, en efecto, -como señalan los liberales-, que el impuesto termine siendo un campo de cultivo incontrolable de burocracia.
Pero también cabe la posibilidad de que la Tasa Tobin sea la primera aceptación moral de la deuda que tiene la sociedad de la opulencia con los paises más pobres. Nos permitiría reponer, en parte, el daño que estamos haciendo al tercer mundo con nuestras políticas.