El prestigioso periódico The Wall Street Journal publica un inquietante artículo de opinión de Daniel Schwammenthal titulado: ??Europa vuelve a importar el odio por los judíos?. El texto viene, además, ilustrado con una fotografía del asesino Adolf Hitler entrevistándose con un líder Palestino.
Esta es una de las acusaciones más preocupantes que recaen sobre nosotros los europeos, -y a menudo sobre los españoles-, desde los EEUU. Según esa óptica, Europa convive con una especie de herencia cultural del nazismo que le invalida para criticar cualquier asunto relacionado con el pueblo de Israel.
Que la tesis sea verdad o no -y obviamente no lo es- es irrelevante, en tanto que proyecta esa imágen allí con nuestro agrado o sin él. Y sin duda nos hace mucho daño como país.
Daniel Schwammenthal recoge algunos datos para sostener el titular:
??En España, el 46% de los encuestados tienen una opinión desfavorable de los judíos. ¿No hay realmente ninguna relación entre estas estadísticas y el hecho de que los medios de comunicación y el Gobierno español se encuentren entre los más hostiles de Europa hacia el Estado judío? ¿Es sólo una coincidencia que la mayor manifestación europea en contra de Israel tuviese lugar el domingo en España, con más de 100.000 manifestantes??
In Spain, 46% have unfavorable views of Jews. Is there really no connection between this statistic and the fact that the Spanish media and government are among Europe’s most hostile toward the Jewish state? Is it just a coincidence that Europe’s largest anti-Israel demonstration took place Sunday in Spain, with more than 100,000 protesters? [more]
Pero Daniel Schwammenthal se equivoca en el análisis pues olvida que los ciudadanos de Europa fuimos víctimas del ascenso de Hitler, no sus acompañantes. Especialmente dramático, además, fue el caso de España, pues el franquismo en sus inicios fue el más terrible aliado ideológico del nazismo y utilizó incluso las armas facilitadas por el genocida. Hoy todavía estamos desenterrando gente de nuestras cunetas.
Es dificil por tanto que los partidos que convocaban «la mayor manifestación europea en contra de Israel» tengan esa herencia cultural pues eran mayoritariamente de izquierdas, de raices siempre enfrentadas al franquismo y al nazismo. En España, me recuerdan en facebook, hubo miles de judios que pelearon voluntariamente con la República. Pero incluso la controvertida política actual del gobierno de Israel goza hoy en España de simpatías, entre la derecha eso sí, y eso que tradicionalmente ha «considerado a los judíos el gran peligro para la cristianización del mundo», -como recuerda Luis Solana.
Así que el pueblo judio puede presumir de tener buenos amigos en nuestro país. Como siempre debió ser.
Explicar algo tan pueril es necesario, aunque no debería. Lo que pasa es que, como decía Nacho, «que el horror del nazismo no admita comparación alguna, no perdona por ello los horrores del gobierno israelí».
Los españoles no se manifestaban el domingo contra los judios, sino contra la política del gobierno de Israel en Gaza. Los españoles no odian al Estado de Israel, lo que odian son las injusticias que puedan cometerse durante su creación. España es solidaria con el sufrimiento, pasado y presente, del pueblo de Israel, pero no entrega cheques en blanco para los conflictos.