Al hilo del post de ayer sobre las intermitencias de Marcos, me escribe esta nota Pilar del Río, periodista e intelectual que comparte desde hace años la vida con Saramago, y me autoriza a publicarla.
Fue precisamente Pilar, a través de una poética y misteriosa nota, quien me invitó en esa ocasión del 2004 a pasar una jornada con ellos y con una persona muy cercana al subcomandante, y me regaló un montón de pequeñas vivencias que quizá algún día, si me deja, contaré aquí.
Pues bien, Marcos repareció anoche y con motivo de esa aparición Pilar dice:
Querido Fernando,
Creo que pocos análisis acerca del papel del subcomandante Marcos han sido tan certeros como el que publicas en Radiocable.com . Las intermitentes desapariciones públicas de Marcos responden a una línea de actuación que muchos hemos visto clara, quizá por haberlo oído y entendido. Y saber como huele el tabaco de su constante pipa.
Marcos no estaba construyendo una carrera personal, estaba haciendo algo más grande que él mismo, por eso en la Selva Lacandona, con un grupo de personas, hombres y mujeres que luego serían sus comandantes, decidió taparse la cara: él y todos los zapatistas, porque solo con la cara cubierta iba a ser vistos por el mundo, con el pasamontañas por fin iban a conseguir que el mundo identificara a un colectivo ??los indígenas- y no a personas concretas, o lo que es peor: la anécdota de un blanco en la selva.
En este 15 aniversario de la Revolución Zapatista Marcos no está, aunque se haya paseado por San Cristóbal de las Casas. Marcos no habla desde hace un año, y de pronto este silencio es tan escandaloso para algunos como hace unos años eran escandalosas sus apariciones con la cara cubierta y su activa palabra de revolucionario.
Pero tanto las intervenciones de antes como su paulatina desaparición de la escena pública son coherentes: Marcos cumplió su función estratégica, puso en la agenda de los medios y de los gobernantes el problema indígena, todos supimos que en Chiapas y en las múltiples Chiapas de América, unos seres humano tenían consideración de siervos y no de ciudadanos, supimos que el Siglo XX no había llegado para todos y con cientos de miles de personas de piel más oscura gritamos un día en el Zócalo del DF ??Nunca más un México sin nosotros?. Marcos llevó a los indígenas de Chiapas, ya organizados, hasta la capital de la República y en el Parlamento de México una mujer contó la historia de los primeros habitantes de esa tierra.
El día que esa mujer con la cara tapada habló en la tribuna del poder electo, ese día Marcos, de alguna manera, desapareció, porque su misión ya había terminado. Sin embargo no se retiró del todo, continúa apareciendo a veces, siempre con la cara tapada, siempre dentro de una misma lógica. Que a muchos no les gusta, que otros consideran un error, como su participación en la ??otra campaña?, una intervención electoral a lo largo del país que tenía más de didactismos democrático que de actuación política y que, por supuesto, aunque resultara tan molesta como las moscas cojoneras, era igual de legítima que las intervenciones de los candidatos proponiendo formas de gobernar a gente que tantas veces desconoce que tiene obligaciones y, además, derechos.
Querido Fernando, estaba contigo cuando alguien que conoce bien a Marcos dijo que ??él no era la columna vertebral de la revolución zapatista?. Que esa revolución o la hacen los indígenas, los trabajadores, los explotados, o se quedará en un sueño de verano. Marcos era el estratega y el hombre que conocía las claves del mundo actual, el poder de los medios y de las nuevas tecnologías. Puso sus conocimientos al servicio de un gran colectivo. Luego el subcomandante se ha ido retirando, que para continuar el proyecto estaban los civiles y en cualquier caso los comandantes, los que dicen que ??mandan con?, y para los indígenas esto no es un frívolo juegos de palabras porque para ellos la palabra es sagrada y lo que nos distingue de los animales
Yo quiero, Fernando, que Marcos se retire del todo, que desaparezca definitivamente y que un día no muy lejano aparezca una persona con nombre y apellido, con una clara trayectoria cívica e intelectual que proponga un proyecto de gobernación para México, desde la izquierda y para todos. Sin herencias corruptas, sin grupos de poder respaldándolo, solo contando con el voto de las personas que valoren la experiencia cívica, la honestidad personal y el valor del proyecto y del programa que ese nuevo grupo presente. Que sin duda estará elaborado de abajo arriba y que será la Revolución Zapatista que el México del Partido Revolucionario Institucional está necesitando.
México ha estado gobernado por demasiadas camarillas corruptas. Ya es hora de que venga gente respaldada por otra historia, por otra forma de entender la política. Sabemos que es posible, por eso, tantos lo esperamos y no nos escandalizan os silencios de Marcos, figura colectiva que ya está en la Historia. Más tarde, ya veremos a quién votamos cuando cada uno venga con su nombre y su proyecto.
Pilar del Río