El periódico italiano Il Riformista publica un texto así titulado en el que se recogen las dificultades autonómicas que tendrá el partido que gobierne. Según el diario «es menester que quien guíe la oposición se porte como un estadista, no como un jefe de partido, y colabore con el gobierno. En esta legislatura Rajoy no lo ha hecho.»
??Todos son conscientes de que para quien gane será mucho más duro gobernar en los próximos años. Ante todo, para mantener entre las varias comunidades de la península un grado de cohesión suficiente que preserve la unidad del Estado. En 30 años, el sistema electoral español, que alguien en Italia quería adoptar como modelo, sólo dos veces ha dado la mayoría absoluta a un partido, por lo que los gobiernos han dependido del apoyo de los nacionalistas vascos y catalanes, que se lo han dado a cambio de una progresiva autonomía rayana en la independencia. Dado que es difícil pensar que el próximo gobierno pueda hacer caso omiso del apoyo de los nacionalismos periféricos, es obvio que ante ellos se encontrará en un estrecho callejón?.
??Para resolver este problema, como los relacionados con ETA y con la inmigración, es menester que quien guíe la oposición se porte como un estadista, no como un jefe de partido, y colabore con el gobierno en la solución de estos problemas. En esta legislatura Rajoy no lo ha hecho. Parece difícil, a juzgar por la campaña electoral, que, si se confirma en el papel de adversario, cambie de actitud. Por eso Zapatero, que en todo caso tiene en su haber extraordinarios éxitos económicos, en el fondo parece preocupado. No por perder las elecciones, sino por lo que ocurrirá después, si las gana. La sonrisa de su posible victoria podría ser de breve duración?.