Niño, no hables de política
En España alinearse políticamente compromete. Es triste pero tiene que ver con nuestra historia reciente, con la guerra civil, la dictadura y todo esto. No hace tanto que posicionarse políticamente costaba la cárcel. A veces, era una bofetada, otras una paliza, y poco tiempo antes costaba incluso la vida. De aquellos polvos, estos lodos.
Las abuelas todavía se incomodan en la silla cuando en las cenas de navidad surge algún debate así. En España, por ejemplo, sigue estando mal visto preguntar por el destino del voto.
En EE.UU es completamente diferente. Los actores, músicos y empresarios no tienen rubor en mostrar sus preferencias en público. Pero aquí, tal apoyo suele ser objeto de acusaciones en la línea del estómago agradecido.
Esto está cambiando. Por fortuna, porque el número de apoyos públicos con los que cuentan los partidos políticos es un síntoma de salud democrática.