BLOG

Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

[video] No fue un momento muy edificante. Pero sobre el enfrentamiento que tuvimos Consuelo Álvarez de Toledo y yo la semana pasada en 59 segundos, no hay nada más ilustrativo que el vídeo. Poco más se puede decir.

Imagen de previsualización de YouTube

Esto para la memoria histórica y por cierto Gas Natural ofrecía más de 21 euros por acción, como recuerda la voz de Fernando ?nega por detrás y no 18.

 

 

«…. Nick oyó a una niña que corría hacia ellos, sin su ropa, que había ardido, completamente cubierta de quemaduras y gritando «Nong qua, nong qua» («muy caliente, muy caliente»). Nick Ut llevaba cuatro cámaras. Y su Leica M2, aún cargada con película Kodak 400, les hizo entrar en la historia de la fotografía.

La niña pasó junto a ellos, y cuando se detuvo, Nick Ut y otro periodista, Christopher Wain, le dieron agua y la cubrieron con un poncho. Ut cargó en el minibus que le había llevado hasta allí a la niña, sus hermanos (uno de los cuales es el niño que aparece en primer plano en la foto), y su tía, y los llevó hasta el hospital de Cu Chi, donde la niña llegó ya inconsciente. Nick Ut no la dejó hasta que contó a los ya agobiados y saturados médicos la historia y se aseguró de que empezaban a tratarla.[visto aquí] [sigue aquí]

[Fernando Berlín]

Al hilo de esta reflexión de Jose A. del Moral, que sostiene que Second Life es un fenómeno pasajero, me gustaría aportar algo.

Creo que es muy interesante su artículo, y contiene algunas reflexiones muy sensatas («se repite la historia de otras eternas promesas de Internet», apunta) así que lo que me gustaría aportar son las razones por las que yo creo que hay que observar detenidamente el fenómeno que está popularizando Second Life.

Cuando se inauguraron los primeros blogs, parecía sólo una evolución más de las páginas web. Sin embargo los blogs inauguraron una nueva forma de abrir espacios de conversación.
Qué es lo que están inaugurando los mundos virtuales no lo sabemos, pero desde luego, estos mundos virtuales son, indudablemente, nuevos espacios de relación, conversación, marketing, comunicación e incluso pueden ser de negocios.

Second Life, no debería distraernos del verdadero avance: Estamos asistiendo al crecimiento de los «mundos virtuales», lugares donde, muchas veces pero no todas, la gente interpreta un rol diferente al que tiene en su vida real.

A Second Life es difícil calcularle futuro. No sabemos si esas «vidas virtuales» se llamarán de esta forma, o si pertenecerán a otra empresa, pero en mi opinión, lo que se está popularizando es una forma de vivir realidades paralelas, junto a ciudadanos de otros lugares de la tierra, en un espacio que amplían los propios habitantes.

Hay individuos, y no son pocos, que conocen parejas con las que mantienen una relación absolutamente paralela, -las he visto de dos años- que jamás saldrá del ordenador. Obviamente esto ya existía con el chat, pero al crear un entorno estético, la percepción «de realidad» ha mejorado muchísimo.

Second Life sí ha demostrado, y es de justicia reconocérselo, que hay miles de personas (no sabemos cuantos, pero miles en todo caso) que están dispuestas a dedicar muchísimas horas a crear, mejorar, ampliar y vivir en esa realidad mientras se abstraen del mundo, cuando acceden a ella.

Creo que es importante acercarse a Second Life. Si sigue creciendo al ritmo que lo hace, a mí no me gustaría quedarme fuera observándolo. Pero sobre todo creo que hay que estar allí para experimentar. Porque mientras discutimos esto hay gente -y no son pocos- como «Lordeadth» que ha construido un bloque de viviendas llamado «La Cibeles», cuyos apartamentos alquila mensualmente, por dinero real, a decenas de jugadores españoles.

Es indiscutible que, aun con todos los peros que existen, Second Life es un lugar donde se pueden observar todo tipo de conductas humanas y donde los emprendedores y los creadores tienen un espacio de lo más innovador para inventar.