La oferta cultural agoniza. Si los gobernantes no recuperan la iniciativa, la isla corre el riesgo de perder el único legado diferenciador sobre otros destinos de sol.
Podría ser el hecho diferencial de Lanzarote como destino turístico, pero la poca promoción cultural en las ferias y la escasa señalización interior, son una muestra del limitado apoyo que dan las administraciones públicas al legado de José Saramago o César Manrique. Sus posturas, nunca escondidas, sobre medioambiente o contra la especulación urbanística, podrían estar pesando en ello. Pero quizá sea algo peor. Cabe preguntarse por el bagaje cultural de los gobernantes de la isla. Sólo una profunda ignorancia de la trascendencia de estos creadores en el mundo explica el escaso apoyo del Gobierno de Canarias y del Cabildo de Lanzarote.
El asunto pude tratarlo ayer con un periodista extranjero, norteamericano para más señas, recién llegado de la isla; «La Rioja inventó el enoturismo, con excelentes resultados en términos de imagen. Pensé que encontraría en Lanzarote, un fenómeno similar con el turismo cultural», -me decía. Pero no fue capaz de llegar a la Casa museo de Saramago: «Un síntoma de una enfermedad muy española. Sé que el día que estuvieron los representantes de la Academia Sueca y de la Universidad de Dublín tuvieron las mismas dificultades que yo», -decía.
Conozco bien esa circunstancia porque yo mismo le había recomendado ir tras las huellas de Saramago en la isla: visitar la biblioteca y la Casa museo de Saramago. Pero de nuevo me habló de los problemas de señalización en la carretera, desde el mismísimo aeropuerto, de falta de información para los turistas extranjeros y del desinterés en los hoteles y en las rutas por la oferta cultural.
No se si el desinterés responde a la ignorancia de Soria, de Paulino Rivero o del presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés. Pero creo que estamos ante uno de los peores síntomas de la marca España, como definió el propio corresponsal, el del desprecio al peso de la cultura.