¿Os acordais del efecto 2000? Seguro que sí, porque España reaccionó de forma especialmente sensible, atemorizada, frente al caos que parecía que iba a provocar.
Pepe Cervera recogió por entonces algunos de esos apocalípticos anuncios que se nos estaban haciendo llegar:
«Expertos en aviación están recomendando que se evite volar el 31 de diciembre de 1999; al menos en determinados países. Hay quien dice que los sistemas financieros mundiales van a desplomarse, y nuestras cuentas corrientes, fondos de inversión y nóminas con ellos; un economista estadounidense de mucho relumbrón, el Dr. Yardeni, anuncia nada menos que una recesión mundial a plazo fijo: una caída de casi dos puntos del PIB estadounidense. Y eso no es lo peor: han circulado rumores sobre la idoneidad de los ordenadores de control de las centrales nucleares, en especial las exsoviéticas, de los misiles intercontinentales, de refinerías y plantas químicas…[…] Los gobiernos, la banca y diversas industrias invierten billones en prepararse, pero nadie está completamente seguro de lo que ocurrirá».
Y aquella noche de fin de año no ocurrió nada. «Quizá todo ello no ha sido más que una invención de los vendedores de ordenadores, para así obligar a renovar estos aparatos tecnológicos. Una auténtica tomadura de pelo colectiva»- escribió un enfadado lector en EL PAIS.
Algunos, después, atribuyeron la psicosis española a nuestra ignorancia tecnológica, a nuestra ingenuidad ante el fraude, etc… Pero no todas las conclusiones fueron las mismas. En efecto, como argumentaba el lector en su carta al director, en España, más que en otros países europeos, se produjo una enorme renovación del parque informático.
Luis Martín, un ejecutivo de Microsoft España, me explicó recientemente que gracias a eso nos colocamos en un espacio de modernización muy similar al europeo. Las consecuencias en terminos de desarrollo, competitividad y formación tecnológica son muy positivas gracias a esa espasmódica modernización de nuestra tecnología. De lo contrario, y conociendo a los españoles, seguiríamos operando con calculadoras e impresoras matriciales.
Hace unos días, una importante personalidad de la banca aludió precisamente a ese efecto 2000 que modernizó nuestros ordenadores y me hizo un paralelismo con el mercado laboral español:
«Hoy -dijo- las circunstancias parecen muy adversas, pero dentro de unos años veremos como ha obligado a los trabajadores a buscar recursos de formación, a emprender sus propios proyectos, a estudiar idiomas, gracias a las circunstancias tan complicadas que estamos viviendo. Algún día -dijo- podremos comparar la situación de un trabajador europeo con uno español y veremos que estamos más adaptados y reaccionamos con mayor agilidad ante el mundo que llega»