Un tenso debate…
El pasado sábado en Al Rojo Vivo se tensó muchísimo el debate. El espectáculo fue muy poco edificante para nosotros, para la audiencia y para la invitada, Trinidad Jiménez. Sin entrar a profundizar demasiado en el asunto, pues creo que las descalificaciones retratan mejor al que las lanza, que al que las recibe, durante la publicidad grabé un vídeo, para tratar de templar el tono. Dentro vídeo:
Bueno… pero para quien ve uno el plan en el que van otros tu reacción me pareció adecuada. No es por nada, pero para alguien que como el Paco Marhuenda en un momento dado, hablando sobre la actitud del Guardia Civil llegó a decir un «yo no lo sé» que delataba que habla incluso de lo que no sabe, que en las imágenes hasta al propio agente se le ve que termina de agachar algo la cabeza o huir con su mirada de las cámaras, lo cual hacía dar a entender que él mismo parecía inseguro de lo que había hecho… en fin. Y ya, para rematar, lo del Inda que se atreve a acusar a quien no le gusta de ‘fascistoide’ y utiliza la Constitución y ese artículo que reclama al ejército como el garante de la unidad territorial para amenazar él, Inda, no a quien «osare» atacar a una parte del país desde fuera sino para amenazar a cualquiera de ese país que sostiene a ese ejército a que ni en lo más mínimo se proponga desear una cosa distinta a convivir en un régimen tan «democrático» en el que se tiene que hacer lo que diga «su» ley (bueno… la parte que a él le interesa, e interpretándola él, «y punto…») pues genial, oiga. Como para estar entrando en lo que pueden pensar otros sobre lo que puede hacer ese señor con ese tipo de lecturas de las leyes y que sólo ve fascistoides fuera de su propia persona. Por mi parte, no hice sino acordarme no ya de aquella diatriba si las leyes al servicio de las personas o las personas al servicio de las leyes, sino a una frase de un alcalde del Antiguo Régimen que rezaba «para mis amigos el favor, para mis enemigos la ley», que empata perfectamente con otra que dice «para mis amigos todo, para mis enemigos la ley» de un dictador. Y todavía, ese «caballero» sólo ve rastros fascistoides en los demás y lo declara de aquella forma tan altanera y, por qué no decirlo, ibérica (casi para añadir el casco de conquistador y la espada del s. XV). La posible respuesta… vamos, ya con la cara que pusiste reflejabas algo de incredulidad, pero estoy seguro que muchos otros no eran incredulidad precisamente lo que tendrían, sino que básicamente reforzaban su punto de vista, y desde luego no son situaciones para perder los papeles, sino para aprovechar otro grano más que aportar a los análisis que vamos haciendo mientras los oímos y conocemos sus puntos de vista tan diverso.
Por cierto, aprovecho la ocasión para darte mis muchas gracias por tus intervenciones con ese sosiego y capacidad lúcida, que tanto nos aportan.
Saludos.