«Trillo, enfadado y equivocado»
Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Es imposible caer más bajo. Los cuatro minutos de la comparecencia de Trillo, tras la sentencia condenatoria del caso Yak, merecen pasar a la historia de la indignidad. No se conformó con no asumir, ni remotamente, un gramo de responsabilidad. Es que pasó de largo por sus ex subordinados condenados, con un par de alusiones tangenciales. Trillo, con el Yak, desvaría. Incluso recuerda lo que no pasó. Y alude al apoyo constante a los familiares de las víctimas, cuando éstas llevan años contando en todos los medios el desamparo en el que vivieron. Lo que Trillo no recuerda es el malestar que se percibía en muchos ambientes militares al comprobar cómo escurrían el bulto los civiles que les mandaban. Y cómo les dejaban solos al pie de los caballos. Hoy de nuevo. Hoy Trillo ha salido a la palestra enfadado y equivocado. Primero, porque se cree que la verdadera víctima del Yak es él. Y segundo, porque considera que su postura es el paradigma del honor, cuando sólo refleja contumacia y soberbia. Sin embargo Trillo sí tiene motivos para estar enfadado. Consigo mismo. Porque no ha estado a la altura de ninguno de sus niveles profesionales o personales. Ni como político, ni como jurídico de la armada, ni como presidente de la Comisión de Justicia, ni como miembro del Opus Dei, ni como nada. Cualquier ciudadano común, con menos ínfulas, menos galones, menos compromisos religiosos y menos cuento, hubiera unido su suerte a la de quienes trabajaban a sus órdenes. Y ha hecho un flaquísimo favor a su partido, que, no olvidemos, es un infatigable reclamador de responsabilidades políticas ajenas, y que no debe saber qué hacer ya con él. Rajoy va a acabar loco teniendo que trazar tantas cuadraturas del círculo para que quepan en su código ético las trapisondas de algunos de los suyos. En fin, Trillo ha hecho todo el juego al revés. Abandonó a las víctimas (militares de baja graduación), y abandonó hoy a sus subordinados (militares de alta graduación). Pero no abandona su cargo. ¿No tiene Trillo un buen amigo que le abra los ojos?.»