Un ??Robinson Crusoe?? en la España de los 70
Las hemerotecas españolas guardan verdaderas joyas del costumbrismo de nuestro país. Gracias a la digitalización o a los blogs que escrutan los archivos podemos acceder a relatos periodísticos de tanto valor como este: el de la historia del Robinson Crusoe de los montes de Uncastillo (Aragón). Una historia que contó Alfonso Zapatero en 1968 en el Heraldo de Aragón y que ha recuperado hoy en su blog Mariano García.
Don José María López, inspector del Patrimonio Forestal del Estado, nos acompañó hasta el retiro del anacoreta. [..]
-Aquel es?
Llevaba un haz de leña sobre los hombros. Enfilaba la empinada senda que había de conducirle a su cabaña. La chimenea humeaba, tenuemente en la placidez de la mañana. Subimos tras de Valentín, cruzamos por los almendros en flor. Cuando nos descubrió, sus ojos se fijaron escrutadoramente en cada uno de nosotros […]
No dispone de una sola mesa. Ni de sillas. Grandes piedras se encargan de suplir estas deficiencias. El lecho está al fondo, sobre un montón de pajas. En la pared cuelgan unas ristras de cebollas. Una garrafa de vino preside el interior de la cabaña, en primer término. Junto a ella, un bote viejo, que en tiempos debió contener tomate en conserva.
-¿Una latica de vino?
-No, gracias.
-Pues voy a prepararles unos huevos con chorizo.[…]
-¿Por qué prefirió este retiro, la soledad?
Queda silencioso y sonríe. Habla de sus patronos de Castiliscar, para los que trabajó en una finca. Son muy buenos. Su patrón es caminero; su patrona nació en Cuba. […]
-¿Nunca estuvo enfermo? ¿Nunca sintió miedo de su soledad?
-¿Miedo yo?
Esboza una sonrisa pícara.
-Lo que más me preocupa es el garrafón de vino. Y buen trago […]
-¿Escucha la radio?
-Alguna vez, cuando llegan los cazadores; pero no entiendo.
Los cazadores frecuentan aquellos montes. Hay abundante caza. Valentín lo sabe bien. Ha vivido durante mucho tiempo valiéndose de los medios que la naturaleza le proporcionaba. Ahora, cuando baja a Castiliscar, vuelve cargado de víveres. Los cazadores también le obsequian con frecuencia.
-Nunca maté los conejos en las proximidades de mi cabaña. Los que hay por aquí me conocen. Algunas veces los veo salir de la madriguera y comer muy próximos a mi. Parece como si fueran de mi familia. No podría matarlos, [leelo completo aquí]