Volver al pasado
Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Como es costumbre, el análisis electoral de los partidos políticos parece un paseo por Disneylandia. El ganador flota en un mundo irreal. Y el perdedor, en cualquier cielo intuye un arco iris. Rajoy se ve caminando cuesta abajo hasta la victoria en las generales. A fuerza de repetirlo, se ha llegado a creer que si él hubiera estado en la Moncloa no nos hubiéramos despeñado. Y que si él es presidente superaremos la crisis. Se lo ha dicho Aznar, que, como es bien sabido, tiene la receta. Por su parte, Zapatero está seguro de que el tiempo juega a su favor. Las señales a las que se acoge son leves como nubecillas, pero él lo ve claro. Están descargando las últimas gotas de la gran tormenta. No tardará en escampar. Los dos, Zapatero y Rajoy, se expresan con rotundidad. Pero se nota que es más determinación que convicción. Si en sus rostros no vemos asomo de duda es porque en su oficio la duda es pecado. Pero no tienen el menor motivo real para saber si la crisis está a punto de remitir o no. Rajoy cree en el efecto mágico de una reforma laboral. Pero ni se plantea una economía alternativa a la que se derrumbó con la construcción. Más aún, le resulta una broma que alguien hable de eso. El futuro con el que él sueña es el retorno al pasado. Y aún no se ha enterado de que ese pasado nos proporcionó una prosperidad falsa. Es decir, Rajoy confía en la herramienta más vieja de la derecha, abaratar el despido, para intentar reencontrarse con un espejismo. Una alucinación inesperada en un registrador de la propiedad. Paradójicamente, Zapatero es más realista cuando se propone un nuevo modelo de crecimiento. Pero actúa como si ese modelo fuera a ser su séptimo de caballería, que llega siempre a tiempo de rescate. Y ahí le sale el optimista incurable. Porque esos cambios se cuecen a fuego muy lento, y en mil frentes distintos. Veremos quién de los dos, Zapatero o Rajoy, tiene razón. Ahora, con el cuarenta de mayo, nos quitaremos el sayo y abriremos un paréntesis psicológico. Pero a alguien deberá preocuparle el escepticismo que avanza galopante en nuestra sociedad.»